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Un majestuoso árbol tropical despliega sus raíces centenarias en el centro de Villa Retiro. El primer hotel de cinco estrellas de las Terres de l’Ebre tiene su origen en el siglo XIX, cuando Jaime Martí Tomàs decidió construir una casa modernista con toques indianos en su tierra natal. Su éxito empresarial en Argentina lo había convertido en una de las figuras más conocidas de Xerta, y el recinto, protegido actualmente como Bien Cultural de Interés Local, se conocía como La torre del millonario.

Todavía se pueden apreciar algunos destellos de esa época dorada. La mansión y su entorno se reconvirtieron en 2006 en un hotel de aires rústicos e históricos, repleto de muebles de madera y cuadros de época, con vigas en el techo y un aire ciertamente colonial. Con los años, se añadió un nuevo edificio contiguo, que actualmente acoge suites contemporáneas con bañera de hidromasaje y jardín privado. Dormir a lo vintage o a lo futurista es decisión de cada visitante.

Villa Retiro
Villa Retiro

Se elija el dormitorio que se elija, siempre se escucha de fondo el sonido de la cascada, que da origen a un pequeño lago rodeado de especies tropicales. Villa Retiro podría considerarse un pequeño jardín botánico en el que es imposible no desconectar y relajarse. Aunque, quién quiera un extra de paz, puede encontrarlo en un spa especializado en tratamientos corporales y de medicina ayurvédica, así como en la piscina de aires noventeros en pleno jardín.

Un destino que también es foodie

En las antiguas caballerizas y dependencias de los trabajadores se erige hoy el restaurante Villa Retiro, el único galardonado con una estrella Michelin de la región. De hecho, Fran López se convirtió en el cuarto chef más joven del mundo en obtener la primera estrella, con tan solo 25 años, en 2009. Y su propuesta gastronómica bien lo merece, ya que es capaz de combinar ingredientes autóctonos con una visión viajera e internacional.

Villa Retiro
Villa Retiro

El actual Menú Homenaje, por ejemplo, propone un interesante viaje histórico, que empieza con el pueblo íbero de los Ilercavones y pasa por los romanos, los árabes y los cristianos. Como el resto de los menús, combina inteligentemente ingredientes y recetas de la zona, como el pato del Delta, la anguila o el menjablanc, con elaboraciones de otras latitudes. Nuestra favorita, sin duda, es el chimichurri de la casa, que rinde tributo a los indianos que, como el fundador del recinto, fueron a Argentina en busca de futuro.

La cuidada carta de vinos, que ganó el Premio Cartavi 2016, también sigue la tendencia de resaltar lo local sin olvidarse del exterior, como demuestra la cincuentena de denominaciones de origen o su amplio listado de sakes. Al acabar el menú, la recomendación es tomarse un gintónic en la terraza, el mismo lugar donde se sirven los desayunos cuando el buen tiempo lo permite.

Pero aquí no acaba el proyecto Villa Retiro, porque aún falta una pieza esencial: la Escuela de Cocina, contigua al restaurante, que ofrece cursos técnicos, talleres y masterclasses impartidos por Fran López y su equipo. Y es que filosofía de innovar, enseñar y recordar recorre esta villa tarraconense de principio a fin.