Uno de los artistas más destacados de la historia del arte español y mundial es Antoni Gaudí, el cual ostenta el título de genio del modernismo catalán. Gran parte de sus obras están en Cataluña, pero también se encuentran en otras zonas de nuestro país.
La obra de Gaudí en Barcelona
Como es lógico, las obras más famosas se ubican en Barcelona. Todos hemos oído hablar de la casa Battlò, la casa Milà, el parque Güell o la Sagrada Familia ¿no? El caso es que además de estas obras señeras, también hay otras más que merece la pena descubrir.
Si vamos a su obra neogótica, la torre de Bellesguard o el colegio teresiano, son de lo más interesantes, pero es que los edificios modernistas como la casa Calvet, la casa Vicens o el palacio Güell o sus pabellones, merecen mucho la pena. No nos olvidemos que también es posible admirar la belleza de la fuente de Hércules, el portal Miralles o las farolas de la plaza real.
Merece la pena detenernos para hablar de la Colonia Güell, pues su gran belleza hace de ella un tesoro que no todo el mundo conoce. Una curiosidad que sucede con ella, como con otros de los edificios religiosos donde trabajó, es que no los terminó.
En el caso de la Colonia Güell, lo que ocurrió es que el señor Güell falleció y el proyecto se paró, por lo que se quedó en una cripta de lo que iba a ser una impresionante iglesia.
Pero a pesar de que esta obra fuera reconvertida, la importancia de la Cripta Gaudí de la Colonia Güell es considerada uno de los secretos mejor guardados del arquitecto. Una obra atípica –como todas las del autor- que se integra de forma formidable con el entorno natural que le rodera gracias a sus texturas y colores.
Es importante no olvidar que esta Cripta fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en julio de 2005 por ser un edificio singular y de gran belleza que ensalza los valores de la época modernista.
Para finalizar, conviene mencionar la cooperativa mataronense en Mataró, los jardines de Can Artigas en la Pobla de Lillet o en Sitges, las bodegas Güell, las que se merecen un espacio propio.
Las Bodegas Güell, Sitges
Las Bodegas Güell son un conjunto de bodegas y edificios anexos que pertenecen a la etapa neogótica de Gaudí, a esa fase creativa que el propio artista calificó como de arte “imperfecto”.
El edificio sobre el que ponemos el foco se puede decir que pertenecer al Gaudí más íntimo y señalan una de las más fructíferas relaciones de amistad y mecenazgo de la Historia del Arte: la de Antoni Gaudí y el empresario industrial Eusebi Güell, quien ya le había encargado el universalmente conocido Parque Güell, de Barcelona.
El empresario encargó la construcción de las bodegas en el año 1882, petición que llevaba aparejado la construcción de un pabellón de caza en una finca del mecenas que no llegó a construirse por Gaudí sino por uno de sus colaboradores más cercanos: Francesc Berenguer.
Villa Quijano (El “Capricho”) en Comillas
Comenzamos nuestra ruta fuera de Barcelona en Comillas (Cantabria), donde Villa Quijano es un palacio de estilo oriental que Máximo Díaz de Quijano encargó a Gaudí, donde podemos ver cómo se combinó la gran creatividad del artista con las curiosas ideas del mecenas. Si lo visitas te sorprenderá su torre que parece un minarete y que la decoración destaca por el gran número de girasoles y alusiones a motivos musicales, pues se buscaba la luz en la casa y el señor Quijano adoraba la música.
Palacio Episcopal de Astorga y la Casa Botines en León
La provincia de León es afortunada, pues tanto la capital como Astorga tienen la suerte de contar con dos obras excepcionales de Gaudí. En Astorga tienen el Palacio Episcopal de estilo neogótico. Más parece un castillo que un palacio episcopal pero así fue ideado y acabado por otro arquitecto.
En la capital leonesa, tienen la casa Botines, también llamada de Fernández y Andrés que fueron sus dueños en primer lugar. Quizá la mezcla del modernismo con el neogótico haga de él una de sus obras de mayor sobriedad, aunque llaman la atención sus cuatro torres y pináculos.
Esta ruta por la obra de Gaudí es un espectacular recorrido de lo que puede hacer un artista mágico y en estado de gracia, que tuvo la mala suerte de fallecer en un accidente antes de tiempo en aquel fatídico 7 de junio de 1926, cuando Gaudí se dirigía a rezar a la iglesia fue atropellado por un tranvía, que lo dejó mal herido y sin sentido. Gaudí, que caminaba indocumentado y vestía de forma habitual con ropas gastadas y viejas, fue confundido con un mendigo y no fue socorrido de inmediato. Murió tres días después a los 73 años en plena plenitud de su carrera.
Afortunadamente, gran parte de su obra perdura para deleite de todos nosotros.
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