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Castillos, miradores, pueblo de cuento, playas y buen ambiente en una tierra tapizada de viñas. ¿Qué más se puede pedir? El Penedès es una región natural y territorio histórico catalán entre las provincias de Tarragona y Barcelona que incluye cuatro comarcas: Anoia, Alt Penedès, el Garraf y el Baix Penedès.

Popular entre los amantes de la cultura vitivinícola por sus vinos de Denominación de Origen, el Penedès ofrece al viajero un sinfín de atractivos que lo convierten en un destino ideal para disfrutar de la naturaleza, la cultura y la gastronomía. Acompáñanos en esta ruta por el Penedès, la toscana catalana.

Ruta por el Penedès: del Pantano de Foix a Villafranca

Ruta por el Penedès
Ruta por el Penedès. Castell de Castellet sobre el Pantano de Foix. Fuente: Wikipedia

Arrancamos nuestra ruta por el Penedès en plena naturaleza para visitar el Pantano de Foix, el principal espacio natural de esta región catalana, ofreciendo al viajero numerosos senderos para disfrutar de los bosques y las vistas.

Situado en las estribaciones del macizo del Garraf, entre las comarcas de Alt Penedès, el Baix Penedès y el propio el Garraf, el Parque del Foix cobija también un importante patrimonio cultural y arquitectónico, como los castillos de Penyafort y el de Castellet, que es nuestra siguiente parada en esta ruta por el Penedès.

Es hora de dejar el coche aparcado y disfrutar de la naturaleza a pie. Un itinerario circular de apenas de 12 kilómetros nos permite rodear el pantano y conocer algunos de los mejores rincones del parque, incluyendo el Castell de Castellet, una de las grandes joyas arquitectónicas de todo el Penedès. Erigido en el siglo X en la orilla norte del pantano ha sido modificado durante siglos, pero sin perder su personalidad.

Región del Penedès con las montañas de Montserrat al fondo

Volvemos al coche para conocer el Castell de Penyafort a 15 minutos al norte del Pantano de Foix en el municipio de Santa Margarida i els Monjos. En sus inicios, allá por el siglo XI, fue una torre defensiva, pasando después a convertirse en un convento dominico para finalmente pertenecer a una familia de la burguesía industrial catalana.

A trece kilómetros al este de Penyafort, bordeando el sur de Vilafranca, llegamos a Olèrdola, territorio inscrito en un territorio montañosa que se conoce como la llave del Penedès por la milenaria historia que palpita en esta tierra representada por los restos arqueológicos de un poblado íbero y por el castillo de Olèrdola, otra joya medieval de la región. Pero lo que más impacta al viajero son las vistas de los viñedos que revisten el territorio con sus tonos ocres y su sensual verdor.

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Vilafranca, capital del Penedès. Fuente: Wikipedia

Y así llegamos ya a Vilafranca del Penedès, la capital de la región, el mejor lugar para adentrarse en la historia del vino del Penedès. Y qué mejor forma de hacerlo que acudiendo al Vinseum, el museo de las culturas del vino de Cataluña, nada menos que el primer museo del vino de España, abierto en 1945 y que ofrece un recorrido por la historia del vino terminando, por supuesto, con una degustación final.

Pero Villafranca es también popular a nivel mundial por una tradición reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco: el castell. Pero no se trata de un castillo de piedra como los que hemos visto hasta ahora, sino un castillo humano, sustituyendo los bloques de piedra por el casteller.

La colla —grupo de castellers— Castellers de Villafranca, fundada en 1948, es una de las más famosas de Cataluña. Y aunque este año ya llegamos tarde, el 1 de noviembre es una de las fechas en las que se forman estos espectaculares castillos humanos

Ruta por el Penedès: del Parc del Talls a Sitges

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Ruta por el Penedès. Miravinya La Cadira. Fuente: Penedesturisme.cat

A 10 kilómetros al norte de Vilafranca regresamos a la naturaleza para deleitarnos en el Parc dels Talls, todavía en la comarca del Alt Penedès, una zona que forma un paisaje único en el que se combinan los pequeños lagos denominados pèlags y los vestigios de la explotación minera de yeso. El nombre del parque deriva de la palabra ‘tall’ que significa ‘corte’ en catalán y que describe a la perfección este paisaje de insólitas formaciones rocosas.

Seguimos ruta hacia el norte para alcanzar uno de los hitos turísticos del Penedès, el Miravinya La Cadira, uno de los cinco miradores que establecen una popular ruta por la región, una de las mejores formas de apreciar este paisaje tapizado de viñas que convierte el Penedès en una suerte Toscana catalana.

Sobre la colina de la Malgranada se ubica esta silla gigante desde la que disfrutar de esta singular combinación de viñedos, encinas, almendros, algarrobos y olivos. Y si cierras los ojos, la sensación puede ser aún más conmovedora: el olor de la lavanda, la bruguera, el romero, el tomillo y el mar que nos espera al final del camino.

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Ruta por el Penedès. Castillo de Subirats. Fuente: Jorge Franganillo / Flickr (CC BY 2.0)

Pero antes de bañarnos en el Mediterráneo todavía nos quedan un par de paradas en esta ruta por el Penedès. A diez kilómetros al sureste del Miravinya La Cadira llegamos a Sant Sadurní d’Anoia, la localidad icónica del vino del Penedés, sumando decenas de bodegas de vino y cava.

A unos kilómetros al este de Sant Sadurní d’Anoia encontramos el Castell de Subirats, también originario del siglo X y que constituye otra de las postales más típicas del Penedès. Y a 10 kilómetros al sur del castillo de Subirats visitamos el monasterio de Sant Sebastià dels Gorgs, un antiguo cenobio benedictino ubicado en un entorno idílico.

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Final de la ruta del Penedès en la platja dels Balmins en Sitges. Fuente: Unsplash

Y un paso de Sant Sebastià dels Gorgs no podemos perdernos el yacimiento íbero de Font de la Canya donde, a finales de los años 90, se encontraron evidencias del cultivo de la vid, al menos, ¡desde el siglo VII a.C.!: un vestigio de valor incalculable que demuestra el arraigo de la cultura del vino en esta tierra.

Lo prometido es deuda: tras una ruta plagada de historia, cultura y buen vino, es hora de disfrutar del otro tesoro del Penedès: el mar. Nos montamos en el coche para este último tramo que nos conduce a Sitges, una localidad costera del Garraf que no necesita presentación. Es hora de darse un baño en la playa y despedirnos de esta región que sabe a buen vino, a buena vida.