No es ningún secreto que en Ibiza se puede hacer de todo, y bien hecho, pero todavía nos quedaba pendiente una ruta gastronómica. Y no hay mejor lugar para que la paz reine alrededor de un plato que en Santa Eulalia, ese rincón divino regado por el único río ibicenco responsable de la lozanía de su huerta y de sus molinos harineros.
Es así como, desde antiguo, la gastronomía se ha erigido en una de las artes más significativas de esta localidad. Acompáñanos en esta ruta gastronómica por Santa Eulalia descubriendo los placeres culinarios de Ibiza.
Santa Eulalia, del mar y la huerta a la mesa
En un lugar tan turístico como Santa Eulària des Riu no pueden faltar referencias a la cocina de todo el planeta para complacer a viajeros llegados de todo el mundo pero, aunque ese famoso dicho “donde fueres haz lo que vieres” nunca nos ha parecido del todo acertado, si hablamos de gastronomía es obligación probar las delicias autóctonas. Y en Santa Eulalia se nos presenta un menú tan amplio que agradará hasta al viajero que, como Ringo Starr, no sale de casa sin sus alubias Heinz.
Empecemos por el mar, ese manto azul turquesa que mece los sueños de los eulariencs. Acerquémonos a las pescaderías de Es Mercat en el carrer del Sol para testar el género. Calamar, raya, mero, rape, gambas y langosta roja de Ibiza, raor —que se toma enharinado y frito en los fines de verano—, sirvia, rotja o espardenyes, los conocidos como pepinos de mar, un marisco de aspecto inquietante, pero sabor delicioso.
Con estos enjundiosos mimbres se hacen maravillas culinarias, desde los sencillos platos a la plancha de los pescados finos, hasta el popular bullit de peix —pescado hervido con arroz a banda— o la borrida de ratjada —singular guiso de raya con almendra— sin olvidarnos del rey del chiringuito: la parrillada de marisco.
Otro popular plato marinero ibicenco nos acerca a otra faceta de la gastronomía eularienca: los calamares rellenos de sobrasada que combinan lo mejor de dos mundos. Porque el embutido de Ibiza tampoco necesita presentación: la influencia catalana y la tradición payesa configuran el ancestral rito de la matanza del cerdo que acorta y aromatiza los inviernos isleños.
La mencionada sobrasada, la botifarra —rellena de carne de cerdo, tocino, sangre, sal y especias y cocida posteriormente— o el botifarró —piezas de grosor más fino— además del ventre farcit o vientre relleno —estómago de cerdo relleno con lomo picado, especias y pimienta y cocinado durante varias horas— ofrecen bocados suculentos de aroma añejo.
Nos resistimos un poco más al verano, porque tenemos una cita gastronómica a finales del invierno eularienc: es la Fira des Gerret. En la calle de Sant Jaume y la Plaça Espanya se ubican una veintena de puestos culinarios de restaurantes locales que ofrecen platos degustación con gerret, un pescado muy común en la cocina ibicenca que centra una de las fiestas más sabrosas de la localidad.
¿Y cómo no hacer una mención especial para los platos tradicionales de campo en Santa Eulalia? De la fértil huerta eularienca, rica en hierro, procede el 80% de la producción agrícola ibicenca. Con esta completa gama de ingredientes se configuran platos como el sofrit pagès, un guiso a base de carne, verdura, patató —pequeñas patatas enteras—, sobrasada y botifarró.
Y para acompañar, una ensalada pagesa, una de esas humildes ‘recetas de aprovechamiento’ que demuestran la ancestral sabiduría del “aquí no se tira nada”: patata hervida, pimientos rojos asados, ajo, aceite… y todo lo que haya sobrado.
¿Y qué hay de postre? Pues un flan, pero no un flan cualquiera, amigos: un flaó, un postre ibicenco que ya degustó Ramón Llull hace más de 8 siglos. Por su parte, la greixonera es la dulce compañía de las reuniones familiares, el clásico repostero de Ibiza. Y cuando llega la Navidad, la salsa de Nadal, una crema a base de almendra cuyo origen es herencia de la presencia árabe en la isla, ya desde el siglo X.
Y para poner la guinda, un trago de cafè caleta, el chispazo de los pescadores para entrar en calor en las frías mañanas de labor que se prepara con brandy, canela, piel de limón y naranja y granos de café. Sin olvidarnos de los licores de hierbas que aprovechan la abundancia de hierbas aromáticas de la lozana huerta eularienca.
Los fogones de Santa Eulalia
Tras este recorrido por las diversas facetas y platos más característicos de la gastronomía de Santa Eulalia es hora de entrar hasta la cocina para probar in situ algunas de esas recetas. Y hay donde elegir porque el municipio cuenta con más de 250 restaurantes, 44 de los cuales se incluyen en la selección ‘Restaurantes con encanto’ que destaca proyectos en enclaves singulares con un alto valor añadido en su propuesta gastronómica.
Comenzamos por el puerto deportivo donde descoyan locales como Estel by Can Curreu —’spin off’ del Hotel Rural & Spa Can Curreu en Sant Carles— que combina sus impresionantes vistas con una carta creativa inspirada en la tradición culinaria ibicenca: ceviche de círvia y gamba con crema picante de aguacate o el muslo de pollo payés con puré de coliflor y salsa curry son dos muestran de esta sofisticada cocina de fusión.
En el mismo Paseo del Puerto se ubica Lilau Ibiza, un proyecto reciente que no eligió el mejor año de la historia para abrir un restaurante (2020) pero que ha resistido con tesón apostando por los productos de kilómetros cero en tapas sencillas pero suculentas.
Tras recorrer el carrer de Sant Jaume, donde abundan los restaurantes de postín como el Celler Can Pere, dejamos ya la capital municipal para adentrarnos en la huerta eularienca en Es Caliu, un romántico restaurante cuyo jardín con limoneros se presenta como el escenario ideal para una inolvidable velada veraniega.
Pero que nos perdone un rato la huerta de Santa Eulalia, porque no podemos terminar esta ruta gastronómica más que frente al mar, sintiendo los aromas de la brisa mediterránea en Amante Ibiza: un local resguardado en un acantilado sobre Salt d’en Serrà, una cala cercana a Cala Llonga, el mejor punto final para esta ruta amando la gastronomía de Santa Eulalia.
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