Arte, café, artesanía, buffets y las típicas cantinas llamadas “osmize”: los imprescindibles para pasar algún tiempo en la ciudad que une alma centroeuropea y mediterránea, capital de la Región de Friuli Venecia Julia.
Bella y culta, Trieste es la ciudad más cosmopolita de Italia. Podrá respirar el glorioso pasado de los Habsburgo que la convirtió en la “Pequeña Viena” junto al mar. Los pueblos y las religiones parecen coexistir en este lugar, que da testimonio de su rica convivencia a través del arte, la arquitectura, la comida y las tradiciones.
En el corazón de la ciudad se encuentra la Piazza Unità d’Italia, frente al mar y custodiada en tres lados por palacios monumentales. Como una verdadera diva, la Plaza tiene su pasarela, el Muelle Audace: 200 metros de proscenio desde donde admirar algunas de las riquezas de la ciudad: la iglesia greco-ortodoxa de San Nicolò, el Gran Canal, el Castillo de Miramare y, girando hacia el mar, el Golfo de Trieste.
El paseo por Trieste comienza aquí.
1. Café con buen pie
Trieste es la Ciudad del Café y de los cafés históricos, verdaderos salones donde tomarse un descanso, leer un libro, hojear un periódico, charlar y estudiar. En estos cafés solían encontrarse Saba, Joyce y Svevo, se discutía de literatura y política; ahora se encuentran ancianas señoras o jóvenes que beben a pequeños sorbos un “capo in b” (un café cortado en vaso). Entrar en cada uno de estos cafés históricos es como dar un salto atrás en el tiempo.
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El léxico del café, para pedirlo en el bar sin problemas
Para atestiguar la importancia del café en la ciudad, los triestinos han acuñado un verdadero léxico para su uso en los cafés:
café expreso en taza = “negro”;
“negro en B” = expreso en vaso;
“capo en B” = un expreso cortado en taza, mientras que si se prefiere servido en vaso se pide como “capo B”.
“café con leche” = cappuccino
2. Artesanía
En el gueto judío, entrando por la Via della Portizza, se pueden encontrar chamarileros históricos, tiendas de antigüedades y, si tiene la suerte de visitar Trieste el tercer domingo del mes, podrá comprar en el mercado de segunda mano. También en el barrio de la Cavana, a pocos pasos de la Piazza Unità d’Italia, descubrirá tiendas de artesanía, librerías, cafés donde podrá degustar o comprar algunos dulces típicos de Trieste: Strucolo de Pomi, Kugelhupf, Presnitz, Pinza o Fave.
Entre cerámicas hechas a mano, marroquinería artesanal, ateliers, accesorios de moda, talleres de muebles y diseño, orfebrería, esculturas y tiendas vintage, merece la pena perderse por la ciudad para descubrir cada callejón, dispuesto a revelar una pequeña tienda nunca vista.
3. Buffet triestino y osmize
Dos lugares típicos, dos modos de entender una comida local: los buffets triestinos y las osmize.
En los primeros es posible degustar los productos del territorio como la famosa sopa de Trieste, la jota, sardinas fritas y empanadas, “ribaltavapori”, bacalao a la triestina, caldo de pescado, cerdo en caldera (cocido), jamón de Trieste, carne de cerdo, cotechino y queso de cueva (Jamar).
En la meseta kárstica que abraza Trieste también se encuentran los típicos osmize, un verdadero patrimonio histórico y cultural local. El nombre deriva de la palabra eslovena “ocho”, el número, ya que en tiempos del Imperio Austrohúngaro se concedió a algunas casas privadas del Karst abrir durante 8 días las puertas y vender los productos de su tierra. En las osmize el ambiente es informal y familiar y son los lugares perfectos para saborear platos típicos de kilómetro cero realizados por los propietarios de los osmize. Los alimentos fijos suelen ser embutidos derivados del cerdo y huevos duros acompañados de vinos típicos del Karst como el Terrano (tinto), la Vitovska y la Malvasia (blanco).
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4. El Bora
Trieste es la ciudad del bora, el aliento de Trieste. El Bora es un viento catabático que sopla en el Golfo de Trieste en dirección E-NE. Es un viento discontinuo, es decir, que sopla en ráfagas (refoli) a veces muy fuertes. El bora en Trieste se llama bora oscura si el cielo está nublado, llueve o nieva, o bora clara si el cielo está despejado. Cuando llega, la ciudad se despierta con un intenso estremecimiento. Los triestinos lo aman y lo sufren, pero no pueden estar sin él y si falta, lo invocan. Es un elemento esencial para esta ciudad, quizá porque desata emociones verdaderas, omnímodas e intensas ante las que pocos pueden quedar indiferentes.
Mientras se pasea entre los lugares de visita obligada, no hay que estar desprevenido cuando empieza a soplar el viento, y refugiarse quizás en algún establecimiento histórico es siempre una buena idea.
Gracias a los vientos, Trieste es también la ciudad que acoge la Barcolana, una regata internacional única en el mundo. Entusiastas y corredores juntos, unidos para pintar el Golfo de Trieste con los colores de las velas, que se pueden admirar tanto desde la costa como desde el Carso. La regata se organiza cada segundo domingo de octubre: este año la fecha es el 9 de octubre, con una semana de eventos y citas a partir del 1 de octubre.
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