Túnez no tiene ninguna duda sobre el comienzo de la nueva década. Para el país africano la nueva década comienza en 2020. Porque, más allá de diatribas matemáticas o históricas, el inicio de una nueva década supone mentalmente para este país el inicio de una nueva etapa y poner el punto final a la anterior. Y Túnez necesita poner ese punto final.
Y es que los últimos diez años no fueron nada fáciles para un país cuyo turismo hasta 2010 no paraba de crecer y era la envidia de toda la región. Pero una serie de acontecimientos políticos y los desgraciados atentados que golpearon el país lo pararon todo en seco. Túnez quiere gritar al mundo que sigue ahí, que en realidad nunca se fue, que ha iniciado una nueva etapa y que los motivos que atraían a millones de turistas cada año son ahora, si cabe, todavía más atractivos.
Con motivo de FITUR tuvimos la ocasión de hablar con Leila Tekaia, directora de la oficina de Turismo de Túnez en España, quien nos explicó la evolución del turismo en los últimos años, los retos que afronta su país y los principales atractivos que convierten a su país en un interesante destino a muy poca distancia de nuestro país.
“Túnez es un país que ofrece al turista un gran pasado histórico, un importante número de monumentos y mucha cultura”
El desarrollo turístico se inició en Túnez en los años 60 del siglo pasado, alrededor del área de Hammamet, y comenzó a atraer el turismo internacional muy orientado, como era lógico, al mercado francés por sus fuertes vínculos históricos. Se apostó por una industria hotelera de alto nivel con toques exóticos para acompañar al imaginario del cliente y la comercialización se centró en paquetizar la experiencia con vuelos y hoteles incluidos.
La propia evolución del turismo provocó el desarrollo de más oferta turística y se comenzó a proporcionar al turista experiencias más allá del hotel, presentándole rutas y otro tipo de excursiones a lo largo del país. El pequeño tamaño del país permite los desplazamientos de forma sencilla pero su geografía presenta paisajes muy diferentes, lo que supone una importante ventaja competitiva.
Y cuando el país se estaba abriendo también al turismo de aventura y naturaleza, llegó un final de ciclo que, como decíamos anteriormente, frenó de golpe todo el crecimiento turístico.
Leila Tekaia reconoce que una clave importante en la duración de esta crisis fue la falta de comunicación sobre lo que estaba ocurriendo en su país. Desde entonces, todos los mercados emisores se han resentido. Incluyendo el mercado francés a pesar de que era quien conocía mejor el país y el carácter amable y tranquilo de los tunecinos.
“Ahora estamos apostando sobre todo por el tour-operating para tratar de devolver a los operadores turísticos la confianza que han mantenido en nosotros a pesar de los últimos años”
Volvía Túnez, de algún modo, al punto de partida pero según nos confirma Leila lo hace en mejor situación, con una mejor industria hotelera, con mejor tecnología y con una mayor diversidad en la oferta turística. En los últimos años ha mantenido un crecimiento constante que gira en torno al 15%, aunque las cifras todavía están muy lejos de los números que manejaba el país en 2010.
Si antes se viajaba a Túnez con tres o cuatro lugares de referencia, ahora el turista tiene a su alcance rutas temáticas que le aportan muchas más experiencias. El viajero puede optar por conocer y saborear la ruta vinícola, soñar en la ruta del cine siguiendo las huellas de Star Wars, practicar su swing en la ruta de golf, relajarse en la ruta de la talasoterapia o vivir una noche en el desierto en alguna de las rutas por el Sahara …
Túnez cuenta además con un gran número de sitios declarados Patrimonio de la Humanidad. Una ruta histórica podría comenzar, por ejemplo, por la ciudad romana de Dougga, posiblemente la mejor conservada en África, o el sorprendente coliseo romano de El Djem para seguir por la imponente medina de la capital de Túnez, visitar el sitio arqueológico de Cartago y terminar en Kaiurán, la ciudad santa del Islam con sus características cúpulas y sus magníficas mezquitas.
Leila Tekaia también nos invita a conocer la isla de Djerba, con sus paradisiacas playas, sus talleres artesanales y su importante legado histórico. Y, por encima de todo, nos recomienda no perdernos el Museo Nacional del Bardo, situado en la capital de Túnez y que actualmente reúne la mejor colección de mosaicos romanos del mundo, junto con otras muestras de arte clásico y arte islámico.
Es, además, posiblemente el mejor símbolo de un Túnez que trata de olvidar los malos momentos y empezar una nueva etapa en esta década. Una década que ha comenzado en 2020.
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