El mito del Renacimiento italiano vive durante este 2020 su gran homenaje: se cumplen 500 años de la muerte de Rafael Sanzio y es momento de repasar la figura del maestro de Urbino. Y entre los muchos actos y exposiciones que giran en torno al pintor, Raffaello 1520 – 1483, en la Scuderie del Quirinale de Roma: “nunca en la historia ha sido posible admirar tantas obras maestras de Rafael juntas”, dijo de ella Eike Schmidt, director de la Galería de los Uffizi. Pues tendremos que irnos a la capital de Italia, aunque sea de momento de forma virtual ¿no?
70.000 entradas vendidas para la exposición más esperada del año y a los tres días de abrir echa el cierre. Raffaello 1520 – 1483 abrió el 5 de marzo con la epidemia de coronavirus avanzando por el norte del país. El día 8, la Escudería del Quirinal suspende las visitas a la exposición. Han pasado dos meses desde entonces y ya se vislumbra la luz al final del túnel. El día 18 de mayo está previsto que abran los museos. Vuelve Rafael.
‘Raffaello 1520 – 1423’, la exposición definitiva
El título de la exposición sobre el artista de Urbino no es baladí. La muestra recorre la vida del pintor desde su inesperada muerte ocurrida cuando tan solo contaba con 37 años hasta sus raíces en la ciudad de las Marcas en la que nació. El Louvre, la National Gallery de Londres o el Prado madrileño —que cede La Visitación y Sagrada Familia con San Juanito— han colaborado con la muestra. Y los Uffizi, por supuesto. Pero con polémica.
A finales de febrero, el comité científico de la galería florentina dimitía en bloque. Habían elaborado una lista de obras de que no debían salir de los Uffizi entre las que se encontraba el Retrato del Papa León X, el cual, finalmente, si se trasladó a Roma para la exposición. Eike Schmidt defendió la decisión argumentando que el retrato era indispensable para completar uno de los “grandes motivos de orgullo de Italia durante este año”.
Raffaello 1520 – 1483 se completa con obras como La Fornarina, San Juan Bautista de niño o su autorretrato más famoso. Por suerte, y teniendo en cuenta la restricción al movimiento de los ciudadanos europeos, aún podemos disfrutar de la exposición con un recorrido virtual, mientras los organizadores prefieren no hablar de pérdidas económicas tras el fiasco del cierre precipitado de la muestra.
Rafael Sanzio, una vida genial
“Aquí yace Rafael, por quién la Naturaleza temió ser vencida, y al morir él, temió morir ella”. Rafael pidió ser enterrado en el Panteón. Y su deseo fue concedido. Cual héroe de la Antigua Roma, el pintor de Urbino quiso descansar para la eternidad en uno de los edificios más imponentes de la Roma clásica. Hoy sigue siendo una parada obligada del turista que entra en el Panteón.
Cuenta la leyenda que Rafael murió joven porque vivió demasiado deprisa. Tenía tan solo 25 años cuando llegó a Roma. Residiría 12 años en la capital del mundo. Y no pararía un minuto. Según Giorgio Vasari y sus Vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos —principal fuente historiográfica directa del Renacimiento italiano— su muerte fue producto de una noche de excesos junto a La Fornarina, mujer protagonista de uno de sus cuadros más famosos.
Y es que Rafael no era un artista más en la Italia del siglo XVI. ¿Y cómo llegó este joven a dominar la Roma artística en solo una década, teniendo en cuenta, además, que competía con genios del calibre de Miguel Ángel?
Rafael era hijo de Giovanni Santi, pintor al servicio de la familia ducal de Urbino. En el Palacio Ducal, el adolescente Rafael puede admirar obras maestras de artistas de la talla de Piero della Francesca, figura monumental del primer Renacimiento. Rafael también acude al taller de Perugino. Con apenas 16 años ya recibe sus primeros encargos mientras su fama se extiende por toda la Umbría. Aunque el joven no llega a la mayoría de edad, comienza a destacar la sensibilidad y la expresividad de sus cuadros de temática religiosa, un equilibrio ideal entre decoro y ternura que se aprecia especialmente en sus famosas Vírgenes con el Niño.
La Crucifixión Gavari de la National Gallery de Londres y la famosa Desposorios de la Virgen de la Pinacoteca de Brera de Milán son algunos de los cuadros más importantes de esta etapa de formación y consolidación de su estilo.
Y es así como el pintor aterriza en Florencia, la cantera de artistas más importante de la época, donde entra en contacto con Leonardo y Miguel Ángel. Y vuelve la leyenda. La relación entre este trío de genios siempre ha estado envuelta en el mito. ¿Hubo amistad? ¿Rivalidad? ¿Odio?
Las fuentes dicen que el joven Rafael —Da Vinci tenía cuarenta años más y Miguel Ángel, ocho— no dudó en acercarse al Palazzo Vecchio a contemplar las obras en las que simultáneamente estaban trabajando sus dos colegas, que ya eran artistas de fama en todo el país. Rafael, como Picasso, tenía un sexto sentido para tomar influencias de otros artistas de cara a configurar un estilo propio. Y estos encuentros fueron decisivos para su evolución.
Durante los cinco años que permanece en la Toscana, Rafael se va convirtiendo en un pintor de renombre que asume cada vez más encargos. Pero aún queda un peldaño para alcanzar la cima: Roma, la ciudad soñada por cualquier artista porque allí está el mecenas más importante del mundo occidental: el Papa.
Julio II le dice ven, y Rafael lo deja todo, incluyendo algunos encargos sin terminar, situación habitual en la época: Miguel Ángel era otro genio acostumbrado a no terminar encargos, tal vez porque asumía más de lo que podía hacer en una sola vida. Incluso en dos.
Y el pintor de Urbino empieza a trabajar en las Estancias Vaticanas en piezas que alcanzarían posteriormente la categoría de obras maestras de la historia del arte: La Escuela de Atenas, La Liberación de San Pedro o La Disputa del Sacramento. Pero el ímpetu de Rafael no conoce límites aceptando la protección del mecenas Agostino Chigi para el cual decora la Villa Farnesina o la Capilla Chigi en Santa María del Popolo.
Así mismo, tras la muerte de Bramante, con el que le unía una gran amistad —origen, por otro lado, de su enemistad con Miguel Ángel— asume el mando de supervisión de la Basílica de San Pedro que está completando su reconstrucción. Y es que Rafael, al igual que el artista florentino, también asumiría el cargo de arquitecto en diferentes edificios. Cosas de genios renacentistas.
Por otro lado, Rafael también representaba otros papeles más allá del mundo artístico —llegó a ser mayordomo del Papa León X— lo que le otorgó aún más poder e influencia. Esta actividad febril, su presunta afición al lujo (a todos los niveles) y su irresistible encanto terminan por configurar el perfil de este genio que muere prematuramente en 1520. Su funeral fue asunto de estado. 500 años más tarde, Rafael sigue siendo algo más que otro artista del Renacimiento.
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