Cuna de la civilización, la primera ciudad del mundo, la creación de la aritmética y la geometría, el primer manual de medicina, el primer reloj, el calendario de 12 meses, la escritura cuneiforme… ¡y la invención de la rueda! Bueno, y la cerveza, que no se nos olvide la cerveza.
Son tantos los avances que debemos a Sumeria, y tantos misterios los que aún permanecen sin desvelar, que esta civilización ubicada en el extremo sur de Mesopotamia, entre la actual Bagdad y el Golfo Pérsico, siempre merece un viaje para conocer más de cerca una región histórica que ha marcado el devenir de la humanidad a Oriente y Occidente.
Descubriendo Sumeria
Eso es lo que están haciendo, literalmente, diversos arqueólogos europeos que trabajan en Irak junto a las instituciones del país… a pesar del escepticismo con el que alguno de ellos iniciaron sus trabajos: “Recuerdo que cuando empecé en 2016 nadie me creía, iba a congresos internacionales y básicamente todo el mundo me decía «Oh, no, te lo estás inventando, estás perdiendo el tiempo, estás desperdiciando la financiación del Gobierno británico y del Museo Británico»”.
A buen seguro que Sebastian Rey se sintió como Indiana Jones cuando descubrió el zócalo de la puerta del templo de Girsu y pudo, por fin, tomarse la revancha con sus críticos, como señaló en esas declaraciones recogidas por Daily Mail.
Porque las excavaciones en la actual Tello —ubicada a 330 kilómetros al sureste de Bagdad— que forman parte del Proyecto Girsu recupera el trabajo de más de 50 años entre 1877 y 1933 que dejaron, en su día, algunos descubrimientos importantes, como las estatuas del gobernante Gudea.
Pero tras quedar abandonadas durante décadas, en 2015 se recuperaron los trabajos que ofrecieron hallazgos magníficos como el conocido como “primer puente de la historia” y el palacio y el templo dedicado al dios sumerio Ningirsu, el señor de Girsu, también llamado Ninurta.
¿Y qué supone este hallazgo para la investigación sobre la siempre misteriosa Sumeria? “Un enorme potencial para la comprensión de esta civilización, arrojando luz sobre el pasado e informando sobre el futuro”, en palabras del propio director del Museo Británico.
Tras las huellas de Gilgamesh en Sumeria
Dice Sebastian Rey que, tras su hallazgo, su siguiente objetivo es nada menos que encontrar el santuario de Gilgamesh, el héroe más relevante en las investigaciones históricas sobre Sumeria ya que este personaje es el protagonista del Poema de Gilgamesh, considerada la obra literaria conservada más antigua del mundo.
Porque todo en Sumeria tiene ese aroma primigenio, no en vano el considerado primer periodo histórico de Uruk se situaría en torno al 3.800 a.C., mientras en Egipto aún estaban en periodo predinástico.
Se dice que fue en la antigua ciudad de Uruk, la considerada primera ciudad de la historia, donde se inventó la rueda y la escritura, esta última en torno al 3300 a.C. según la datación más antigua de tablillas con escritura cuneiforme.
Fue en esta ciudad donde gobernó Gilgamesh en torno al 2700 a.C. cuya leyenda en búsqueda de la inmortalidad custodia el primer relato sobre el diluvio universal que luego aparecería en otras culturas como la judía, influyendo, según los expertos, en otras epopeyas como la propia Ilíada de Homero.
Aunque no se sabe a ciencia cierta la procedencia de los primeros sumerios asentados en la Baja Mesopotamia, los historiadores concluyen que es en este período de Uruk que llegaría hasta el 2900 cuando se fundan una treintena de ciudades-estado pertenecientes a la misma cultura pero que mantendrían pugnas y rivalidades comerciales y bélicas, a pesar de la predominancia de Uruk que condensó la hegemonía política y cultural.
Esta preeminencia se desdibujó en el Periodo dinástico arcaico en la que los líderes militares, como Gilgamesh, tomaron el relevo de los líderes religiosos, llegando a convertirse en reyes. Tras el periodo acadio y de Guti, llega el conocido como Renacimiento sumerio a partir del 2100 protagonizado por las ciudades de Ur y Lagash, que nos legaron los famosos zigurats.
Finalmente es con el fortalecimiento del Imperio babilónico cuando las ciudades sumerias caen definitivamente bajo dominio foráneo, después de 2000 años de historia, dejando, no obstante, un legado de valor incalculable que puede rastrearse hasta nuestros días.
El legado sumerio: del zigurat a la cerveza
Ya hemos visto algunos de los grandes hallazgos de la cultura sumeria, como los impresionantes zigurats —que podría haber servido de base para el relato de la torre de Babel del Génesis bíblico—, la escritura cuneiforme o las primeras creaciones literarias de la historia.
Pero en los diferentes yacimientos sumerios en Irak, que suman varias decenas de asentamientos como los mencionados Ur, Uruk o Girsu, se han podido atestiguar otros muchos progresos, partiendo de la propia organización social, política y económica.
En este sentido, el comercio entre las diferentes ciudades y con otros pueblos foráneos y la agricultura de regadío eran las actividades vertebrales de su economía que era controlada por una jerarquía formada por sacerdotes y reyes guerreros.
A nivel religioso, muchos de los dioses del panteón sumerio influyeron en otras civilizaciones, partiendo de aquella frase lapidaria aparecida en la Epopeya de Gilgamesh: “Cuando los dioses crearon a los hombres, les asignaron la muerte, pero la vida sin límites se la guardaron para ellos”. Nos suena, ¿no?
Por otro lado, a nivel científico, la metrología sumeria avanzada desde el 4000 a.C. fue la base de la creación de la geometría, el álgebra y aritmética, escribiendo tablas de multiplicación en tabletas de arcilla desde el 2.600 a.C. A través de estos avances se desarrollaron el reloj de 60 segundos, 60 minutos y 12 horas y el calendario de 12 meses que usamos actualmente.
En medicina, los sumerios también fueron pioneros ya que, en Nippur, un yacimiento arqueológico a 200 kilómetros al sur de Bagdad, se encontró el primer manual de medicina del mundo con fórmulas químicas y mágicas, mezclando sustancias vegetales y animales, desde piel de serpiente a tomillo, pasando por la sal común. Pero, a pesar de sus experimentos, “aún” creían que la enfermedad era producto de un demonio que habitaba en el interior del enfermo.
Por último, citar que, a los sumerios, según diversos historiadores, también les debemos la invención de la cerveza. Solo por eso, que dirían algunos, ya merecen un lugar de honor en la historia de las civilizaciones, ¿verdad?
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