La ciudad de San Juan de Luz o Saint-Jean-de-Luz es una de las localidades más bonitas de los Pirineos Atlánticos, en la región de Aquitania (Francia). Se trata de un lugar en el que descubrirás un espectacular casco histórico, un animado puerto y una relajante estación balneario.
Pero entre sus anécdotas históricas destaca aquella que recuerda la importante actividad de los navíos piratas de San Juan de Luz, por lo que es conocida como «la ciudad de los corsarios». Descubrimos esta hermosa villa costera a unos 15 kilómetros de la localidad vasca de Irún.
Ciudad portuaria de San Juan de Luz
A partir del siglo XIV, San Juan de Luz comenzó a crecer gracias a la actividad pesquera. Su puerto era uno de aquellos de los que partían los cazadores de ballenas, como los otros pueblos balleneros del norte de la península ibérica, entre los que se encontraba el asturiano Puerto de Vega. El lugar era propicio para la pesca, con una localización excelente, al encontrarse protegida entre los acantilados de Sokoa y los acantilados de Sainte Barbe.
Pero las guerras europeas a partir del siglo XVI hicieron que aquel comercio se viniera abajo y que los balleneros y bacaladeros fueron equipados para la guerra a través de armadores que contaban con una orden real. Así, proliferaron los corsarios, que poseían el derecho de atacar las embarcaciones que navegaran con cualquier bandera que fuera enemiga de Francia. Las capturas eran numerosas y la ciudad creció y se enriqueció. Fue tal el éxito que los británicos llamaban a la ciudad «Nido de víboras».
A fecha actual, todavía son muchas las calles de San Juan Luz denominadas con referencias o el nombre de los marineros piratas de aquel tiempo, como la Plaza de los Corsarios.
Pero las defensas naturales de esta bahía fueron destruidas por las inclemencias meteorológicas y el paso del tiempo. Y en el siglo XIX, por fin se mejoraron, cuando Napoleón III autorizó las obras para cerrar la bahía con tres grandes diques, los cuales pudieran recrear el estado original. En la actualidad, los diques se siguen cuidando y manteniendo de tal forma que cada año se colocan alrededor de 50 bloques de 50 toneladas siguiendo la misma técnica que en siglos pasados. Estos diques también protegen a la gran playa de la ciudad, perfecta para ir con los niños.
Casa de Luis XIV
Los antiguos edificios y el encanto de las calles de esta antigua ciudad corsaria siempre enamoran a los viajeros. Entre las construcciones históricas más importantes de aquel tiempo se encuentra la conocida Casa de Luis XIV. Se trata de la casa Lohobiague, construida junto al puerto entre los años 1643 y 1645, por orden del bayle (alcalde) de la ciudad: Johanis de Lohobiague. Este era un armador de una familia de corsarios. En la actualidad, pertenece a sus descendientes. Su fachada sur da a la Plaza de los Corsarios, mientras que la principal se asoma a la Plaza de Luis XIV.
Cuando termina la guerra entre Francia y España en 1659, y el rey Luis XIV acude a la ciudad corsaria para casarse, se hospeda en la segunda planta de esta mansión, motivo por el cual se le dio en llamar como popularmente se la conoce. La reina madre, Ana de Austria, se aloja en otro de los edificios históricos: Joanoenia, así como la Infanta de España que sería la reina de Francia. Es conocida desde entonces como la Casa de la Infanta.
Iglesia de San Juan Bautista
Aquella actividad corsaria que provocó que la localidad floreciera contribuyó a la construcción de importantes edificios que todavía se conservan y que mantienen elevado interés histórico. Así sucedió con la nueva iglesia que se levantó, después de que la anterior quedara pequeña. Se le encargó su construcción a Louis de Milhet, arquitecto del rey.
La iglesia de San Juan Bautista, patrón de la ciudad, se terminó en 1680, así que cuando se casaron en ella Luis XIV y la infanta María Teresa de Austria contrajeron matrimonio en un templo en obras. La celebración de los festejos tiene lugar en el antiguo edificio del ayuntamiento.
El Barrio de las Marismas
San Juan de Luz se localiza en la desembocadura del río Nivelle, y es esta ubicación la que contribuye a que también se la conozca como San Juan de las Marismas. De hecho, el antiguo Barrio de las Marismas fue construido en la zona húmeda de la desembocadura, por lo que fue necesario secar y rellenar los pantanos.
En la segunda mitad del siglo XIX se acondicionó esta zona, que se convirtió en una de las más representativas de la ciudad. No dejes de pasear por la antigua calle de las Marismas, cuyo nombre se cambió en 1885 por el de Boulevard Victor Hugo, después de la muerte del insigne escritor. Precisamente en este encontrarás la oficina de turismo, la oficina de correos y el pintoresco Mercado de San Juan de Luz. Hacia el final de la calle se localiza el Parc Ducontenia.
La Pérgola de San Juan de Luz
En la primera mitad del siglo XIX comenzaron a instalarse las primeras casas de baños en San Juan de Luz y empezaron a atraer a los turistas seducidos por su playa, su tranquilidad y su belleza.
En el siglo la fama de esta estación balnearia ya había corrido por toda Europa y en 1927 se construyó el complejo La Pérgola, obra del arquitecto Robert Mallet-Stevens, el cual abrió sus puertas al año siguiente, con hotel, casino, cine y diversas tiendas. No obstante, el aspecto que observamos en la actualidad tiene su origen unas décadas después, pues fue objeto de algunas modificaciones en 1950.
El otro arquitecto que dejó su impronta en la ciudad fue André Pavlovsky, responsable de la remodelación y construcción de edificios que le otorgarán su imagen más característica, como el Hotel Eduardo VII, el Molino de Billtorte y el Bar Vasco, y villas como la Lacostenia.
Además, San Juan de Luz es un destino en el que disfrutar de hermosos senderos litorales, playas, museos, una selecta gastronomía, campos de golf, balnearios y numerosas actividades al aire libre.
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