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Uno de los periodos más interesantes de España a nivel historiográfico es aquel protagonizado por los visigodos, el pueblo de origen germánico que se asentó en la península ibérica de forma permanente a finales del siglo V y lideró el destino de ese territorio hasta la llegada de los árabes y los bereberes a principio del VIII.

Envuelto en misterio y mitología debido a la escasez de fuentes historiográficas, los visigodos —o hispanogodos— dejaron en España un importante legado que marcó su historia durante siglos. A continuación, explicamos brevemente su sugerente historia y hacemos un recorrido por España visitando los lugares más importantes asociados a la cultura visigoda.

¿Quiénes fueron los visigodos?

Visigodos
‘Conversión de Recaredo’ de Antonio Muñoz Degrain (1888) Fuente: Wikipedia

Para entender quiénes fueron los visigodos, primero hay que indagar la historia de los propios godos, un grupo de pueblos cuyo origen sigue siendo debatido a día de hoy. Como dice el historiador medieval y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Fermín Miranda-García se trata de un “debate irresuelto” y que, mucho nos tememos, seguirá sin resolverse salvo que un hallazgo arqueológico muy relevante alumbre el misterio.

Los godos del Báltico

Y como siempre sucede en estos casos, es la escasez de fuentes la que incita los ardientes debates historiográficos. Si bien Tácito menciona a los godos en su obra del siglo I d.C. Germania, será Jordanes (siglo VI d.C.) la fuente clásica de la que proceden buena parte de las teorías sobre el origen de los godos a través de su libro El origen y las hazañas de los Godos, que, junto a Historia Gothorum de Isidoro de Sevilla (siglo VII), son las principales fuentes históricas sobre este grupo de pueblos.

Tradicionalmente se asocia su origen con la región de Götaland en la actual Suecia, pero otras teorías apuntan a la desembocadura del Vístula en el golfo de Gdansk, en la actual Polonia, como un posible origen de unos pueblos que también se extenderían al noreste por territorios de las actuales Lituania, Letonia y Estonia.

Sea como fuere, el origen de estos pueblos está asociado a una amplia demarcación en torno al mar Báltico siendo el siglo II d.C. el momento en el que abandonan la costa para adentrarse en el continente en una lenta pero continua expansión por Europa continental a lo largo de los siglos venideros.

Los godos en el Imperio romano

Visigodos
‘Los godos cruzan un río’ de Evariste Vital Luminais. Fuente: Wikipedia

Una vez que penetran hacia occidente chocan con el Imperio romano, manteniendo durante siglos una relación ambigua basada en guerra y paz, admiración, recelo y respeto. A medida que el Imperio pierde integridad en Occidente los pueblos godos aprovechan la guerra y el foedus —tratado de paz— para ganar territorio.

De alma nómada, los godos tardarán en ubicarse en un territorio fijo ramificándose en diferentes pueblos y reinos como los greutungos y los tervingios. Son estos últimos el germen más probable de los visigodos, cuya primera referencia documental data de mediados del siglo VI cuando el historiador Casiodoro se refiere con ese término a los godos asentados en Hispania para diferenciarlos de los ostrogodos de la península itálica.

Godos en Hispania

Visigodos
‘Recaredo’, Dióscoro Teófilo Puebla y Tolín (1857). Fuente: Wikipedia

Tras varios siglos de relación, muchos tiras y aflojas y progresiva aculturación entre romanos y godos, estos últimos logran dominar territorios como la península itálica o Hispania, especialmente tras la deposición de Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente.

Se abre entonces un periodo de progresiva expansión y dominio de los godos sobre la península ibérica. Primero bajo la tutela del Reino godo de Tolosa y después en colaboración con Bizancio, la potencia oriental heredera de Roma que permanece durante siglos haciendo incursiones para “recuperar” sus antiguas posesiones.

Leovigildo y el Reino visigodo de Toledo

Visigodos
‘Leovigildo’ de Juan de Barroeta y Anguisolea (1854-1855). Fuente: Wikipedia

La llegada al trono de Leovigildo en el 573 se considera un hito que marca un antes y un después al romper definitivamente con la tutela bizantina y al conquistar buena parte de los territorios de la península ibérica que aún permanecían al margen del control visigodo, como los suevos del noroeste peninsular, en torno a Galicia y norte de Lusitania.

La conversión al catolicismo de Recaredo diez años más tarde tiene por objetivo —como la de Constantino dos siglos y medio antes— lograr un consenso territorial y espiritual, alejándose definitivamente del arrianismo que había sido la fe de los godos durante siglos y que había supuesto diversos conflictos incluso en el propio Reino visigodo entre facciones enfrentadas por la fe… y el poder.

La caída del Reino visigodo

Visigodos
‘El rey don Rodrigo arengando a los jefes de su ejército antes de dar la batalla del Guadalete’ de Bernardo Blanco y Pérez (1871) Fuente: Museo del Prado

Aunque el Reino visigodo buscó cohesión territorial y cultural en torno a esa cierta simbiosis de herencia romana y origen germánico,   lo cierto es que las luchas por el poder fueron habituales y muy destructivas, debido en parte al sistema sucesorio —no hereditario— de la monarquía hispanogoda establecida en los sucesivos concilios de Toledo y que requería de un consenso entre nobleza y clero para elegir monarca.

En la práctica, este sistema supuso innumerables muertes violentas de monarcas y aspirantes y diversas luchas entre facciones familiares y políticas. Este clima de desencuentro y tensión bélica interna es el que se encontró el ejército árabe y bereber comandado por Táriq cuando llegó a la península en el 711.

En apenas tres años, el Califato omeya se hizo con el grueso de la península ibérica a través de batallas y dominio militar pero también a través de acuerdos. Muchos nobles y personajes relevantes —como Teodomiro en Murcia— prefirieron llegar a acuerdos con los recién llegados a ser eliminados o caer prisioneros.

Es así como el Reino visigodo es absorbido por al-Ándalus en tiempo récord y sin excesiva violencia, teniendo en cuenta la superioridad incuestionable —al menos en términos militares y de cohesión interna— del pueblo invasor. Con todo, la herencia cultural visigoda, por supuesto, no desapareció de forma inmediata, imbricándose con la de los recién llegados durante décadas.

Cuánta de esa herencia visigoda motivó a grupos cristianos del norte peninsular a iniciar una campaña militar de progresiva presión hacia el sur —la tradicionalmente conocida como “Reconquista” — es también motivo de ardoroso debate historiográfico que dejamos para otra ocasión.

Un recorrido por el legado visigodo en España

A contrario de lo que vimos con los pueblos vetones, los visigodos controlaron durante casi siglo y medio buena parte de la península ibérica dejando numerosos testimonios de su presencia en diversas obras arquitectónicas y delicadas piezas de orfebrería, además de importantes yacimientos arqueológicos que siguen estudiándose a día de hoy.

La razón por la que la mayoría de iglesias visigodas conservadas están en pueblos relativamente alejados de las grandes ciudades es porque no fueron destruidas ni reaprovechadas por los musulmanes tras su llegada a la península como sí lo hicieron con las de los núcleos importantes.

Castilla-La Mancha

Arte Visigodo
Corona de Recesvinto. Fuente: Manuel M. V. / Flickr (CC BY 2.0)

Teniendo en cuenta que Toledo se convirtió en torno al 555 en la capital del Reino después de que la corte goda deje Barcino (Barcelona) es lógico que encontremos en esta región buena parte de los tesoros más relevantes de la cultura hispanogoda empezando por la joya de la corona, el tesoro de Guarrazar (Toledo), cuya historia, desde su descubrimiento a mediados del XIX por una familia que revendió buena parte de las piezas, da para varias novelas de misterio.

Se supone que este tesoro fue ocultado para que no cayera bajo dominio árabe, pero se desconoce la razón por la que se encontró en ese lugar: si procedía de Toledo, como se ha especulado tradicionalmente, o era esta zona a 15 kilómetros de la capital del Reino un lugar sagrado y/o frecuentado por la monarquía hispanogoda.

Actualmente, una parte muy relevante del tesoro —incluyendo la celebérrima corona de Recesvinto, a la que le falta la ‘R’ original que está en el Museo Cluny de París— se ubica en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Arte visigodo
Parque arqueológico de Recópolis en Zorita de los Canes en Guadalajara. Fuente: Depositphotos

Más misterioso si cabe es el yacimiento de Guarrazar que sigue aportando numerosos enigmas y sorpresas a los arqueólogos que han descubierto un gran santuario en la zona, partiendo del punto en el que se encontró el tesoro oculto a mediados del XIX: sin duda, una visita imprescindible para conocer el legado visigodo.

Y para imprescindible el parque arqueológico de Recópolis en Zorita de los Canes en Guadalajara, aquel macroproyecto urbanístico de Leovigildo que quiso fundar una suerte de nueva Constantinopla a imagen y semejanza de la gran ciudad que se convirtió en capital imperial en el siglo IV d.C. Aunque el proyecto quedó inconcluso, el trazado urbano, de unas 30 hectáreas, estuvo habitado hasta la invasión musulmana.

Arte Visigodo
Santa María de Melque. Fuente: Depositphotos

De nuevo en la provincia de Toledo, debemos acercarnos a la iglesia de Santa María de Melque, a 50 kilómetros al oeste de la capital, una construcción que combina añadidos mozárabes del IX con un origen presumiblemente visigodo, formando parte de un antiguo monasterio.

La Cruz Patada que cobija el Museo Provincial de Albacete y que sin duda perteneció a un edificio religioso y/o funerario, los pendientes de oro de Albendea del Museo de Cuenca, el altar episcopal de Segóbriga (Cuenca) o los capitales que aún podemos ver en la mezquita del Cristo de la Luz en Toledo son otras piezas que nos recuerdan el pasado visigodo en tierras castellanomanchegas.

Castilla y León

Arte Visigodo
San Pedro de la Nave en Zamora. Fuente: Depositphotos

Nuestro viaje por el legado visigodo de esta tierra arranca en la catedral de Palencia para visitar la cripta de San Antolín, único resto de la primitiva catedral visigoda erigida en la segunda mitad del siglo VII, en tiempo del reinado de Wamba para alojar los restos mortales del supuesto mártir Antonin de Pamiers, noble procedente de Narbona.

Aquí se puede apreciar un elemento clásico de la arquitectura visigoda —probablemente tomado de la arquitectura prerromana— y que tanta repercusión tuvo en la arquitectura musulmana y sus diferentes ramificaciones como la mozárabe o la mudéjar: el arco de herradura.

En la provincia de Palencia también se ubica un hito histórico, la iglesia de San Juan de Baños, probablemente el edificio visigodo más antiguo (y mejor documentado) de España, construido en tiempo de Recesvinto en el año 661. De planta basilical con tres naves y tres ábsides, se considera una referencia para buena parte de las iglesias visigodas construidas posteriormente influyendo en la posterior arquitectura prerrománica o de la Monarquía Asturiana.

Arte Visigodo
Interior de San Juan de Baños. Fuente: Palencia Turismo

Seguimos ruta y pasamos a la provincia de Zamora para disfrutar de otro de los emblemas de la arquitectura visigoda: San Pedro de la Nave (El Campillo), uno de los primeros templos cristianos en España y uno de los mejor conservados. Desmontada pieza a pieza en 1930, se reconstruyó en su actual ubicación para evitar que quedase sumergida bajo las aguas del pantano de Ricobayo.

Pasamos a Burgos y nos acercamos a la ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas en el término municipal de Mambrillas de Lara, construcción en la que aún podemos apreciar muestras del trabajo escultórico visigodo en capiteles y frisos historiados que recrean motivos vegetales y de animales, además de un arco triunfal de herradura apoyado sobre columnas romanas.

Nuestra última parada en Castilla y León es en Segovia donde visitamos necrópolis como las de Duratón, Madrona o Castiltierra donde se han localizado magníficas fíbulas aquiliformes —en forma de águila— así como otras piezas de orfebrería que se relacionan con las fíbulas encontradas en Alovera (Guadalajara).

Extremadura

Arte Visigodo
Interior de Santa Lucía del Trampal. Fuente: Wikipedia

Imprescindible es también la visita a la basílica de Santa Lucía del Trampal en Alcuéscar a 50 kilómetros al sur de Cáceres. Es una de las muestras más ortodoxas de arquitectura visigoda siendo diseñada pensando en las necesidades específicas de la liturgia hispanogoda del siglo VII habilitándose diferentes espacios para cada grupo: sacerdotes en el altar, clero en el coro y el  pueblo más allá del coro.

Así, el edifico consta de una planta de triple nave separada por arquerías longitudinales con cinco pilares, un pequeño coro y un amplio crucero transversal, además de tres capillas en torno a la cabecera, separadas mediante muros. Las ventanas abocinadas dispuestas en el frente de cada ábside y en cada extremo del crucero son las responsables de la escasa luz interior.

Galicia

Arte Visigodo
Santa Comba de Bande. Fuente: Wikipedia

Aunque durante muchas décadas el control sobre la vieja Gallaecia romana perteneció a los suevos, desde finales del siglo VI con Leovigildo los visigodos se extienden por la zona dejando muestras de su cultura en edificios como la iglesia de Santa Comba de Bande en Ourense.

Con planta de cruz griega y ábside plano, en el crucero se encuentran arcos de herradura peraltados y bóvedas de cañón hechas con ladrillo. El arco triunfal que da entrada a la capilla mayor está apoyado en pares de columnas con capiteles romanos y visigodos.

Portugal

Arte Visigodo
Iglesia y ermita (a la derecha) de San Fructuoso de Montelius. Fuente: Wikipedia

Más allá de tierras gallegas debemos cruzar la frontera con Portugal y visitar San Fructuoso de Montelius, una capilla visigoda del VII que se ubica en la actual Braga. Como era habitual en muchas de estas construcciones visigodas, se apuesta por una planta de cruz griega en la que sus cuatro brazos son iguales —al contrario de la planta de cruz latina, más habitual posteriormente, cuya nave tiene más longitud que el transepto— y un cimborrio sobre pechinas apoyadas en arcos de herradura que permiten pasar de una cúpula elíptica a una planta rectangular o cuadrangular.

Aragón

En el Museo de Huesca se encuentra una joya de valor excepcional teniendo en cuenta los escasos testimonios de la herencia visigoda en tierras aragonesas: se trata del pendiente de Fuentes de Aquillán compuesto por un arco colgante con una bola facetada insertada que presenta decoración repujada, un testimonio más del detallismo de los orfebres visigodos como vimos en el tesoro de Guarrazar.

Cataluña

Arte Visigodo
Conjunto monumental de San Pedro de Terrassa. Fuente: Wikipedia

Y terminamos esta ruta siguiendo la herencia visigoda en la península ibérica en la provincia de Barcelona, primera capital de la corte goda a este lado de los Pirineros. Se trata del conjunto monumental de las iglesias de San Pedro de Terrassa en el antiguo núcleo visigótico de Égara que fue sede de un antiguo obispado entre los siglos V y VIII. Aunque las iglesias son de traza románica tienen un indudable origen visigodo vinculado a la tradición hispanorromana y paleocristiana.