Una civilización formada por pueblos audaces, aguerridos y tenaces, capaces de edificar sus asentamientos en acantilados casi inaccesibles y de sobrevivir a calamidades climatológicas en entornos inhóspitos, pero también capaces de comerse a sus enemigos (y vecinos) o de desquiciarse ante terrores atávicos.
Porque los Anasazi son una de las culturas más misteriosas de la historia americana, el considerado mayor enigma arqueológico de la cultura antigua del continente. ¿Cómo llegaron los Anasazi al grado de esplendor que alcanzaron en torno al siglo XII? ¿Y por qué desaparecieron de forma repentina desde mediados del XIII? Viajamos a las Cuatro Esquinas del Suroeste de Estados Unidos para indagar la historia de los Anasazi siguiendo una ruta por más de una decena de lugares que nos permiten profundizar en la cultura de una de las civilizaciones más subyugantes de América.
Anasazi, el misterio de Four Corners
Cualquier investigación sobre el pasado nativo de Estados Unidos supone todo un reto, no solo histórico y arqueológico, sino también social y político. Aún hoy, pueblos como los navajos o los hopi mantienen disputas por el legado ancestral de las culturas nativas. Y cualquier hallazgo puede redoblar el enfrentamiento.
Y es que los Anasazi son una referencia vertebral para los pueblos nativos de Estados Unidos ya que llegó a conformar la civilización dominante de las Cuatro Esquinas de Norteamérica desde el siglo VIII. Este territorio entre los actuales estados de Utah, Colorado, Nuevo México y Arizona fue el hogar de este pueblo heredero de los basketmakers o cesteros, que se establecieron en la zona en el I a.C.
También llamados Pueblo, término que se está imponiendo en la arqueología y la historia frente a Anasazi, este último apelativo derivaría del idioma navajo siendo traducido por “antiguo” o “enemigo antiguo”, lo cual también ha sido debatido ya que, según buena parte de los historiadores, los navajos llegaron a este territorio mucho después de la desaparición de la cultura Anasazi, a pesar de que reclaman para sí algunos de sus hitos arqueológicos.
Sea como fuere, entre el siglo VIII y el XIII, los Anasazi dominaron las Four Corners como demuestran los cuantiosos restos arqueológicos del territorio, destacando esos poblados excavados en la roca de los acantilados que tanto nos fascinan: 80.000 kilómetros cuadrados en los que vivieron 30.000 personas en poblados con edificaciones de hasta cinco pisos de alturas y un total de 800 casas.
Una ruta para descubrir el legado Anasazi
Pero lo mejor para conocer este pueblo es visitar sus lugares más representativos, buena parte de ellos mimados por las autoridades: no olvidemos que estamos en Estados Unidos, país que sabe cuidar (y vender) como nadie su legado histórico y cultural.
Arrancamos la ruta en Arizona visitando Homolovi Ruins State Park en la orilla este del Little Colorado, siguiendo la Interestatal 40, a una hora el este de Flagstaff. Se trata de un lugar ocupado por el pueblo Hisat’sinom desde el siglo XIV, antepasado de los hopi, aunque también se conservan probables restos de los Anasazi: cerámica, petroglifos y las tradicionales kiva, edificaciones circulares para celebrar ritos religiosos.
Bajo el amparo de la tribu hopi, esta presionó en los últimos años para eliminar el término “ruina” del nombre del espacio ya que consideran que el lugar está espiritualmente vivo.
A una hora al este de Homolovi, siguiendo la 40, llegamos a Petrified Forest National Park, especialmente popular por sus fósiles del Triásico del conocido como Desierto Pintado, un área en torno al Río Puerco, casi seco, que fue hogar de los Anasazi entre mediados del XIII y el XIV, en época ya de decadencia, cuando llegaron aquí ¿huyendo? de su primitivo asentamiento más al norte. Aquí encontrarás una de las más impresionantes colecciones de petroglifos de la región.
Nos adentramos ya en la Nación Navajo, en el estado de Nuevo México, para visitar el Monumento Nacional El Morro, un promontorio de piedra y arenisca con un gran charco de agua en su base, una suerte de oasis en el desierto occidental del país. Un pueblo Anasazi vivió en la cima del promontorio entre 1275 y 1350, lugar al que llegaron los exploradores y conquistadores españoles muchos años después, llegando a dejar su marca Juan de Oñate, primer gobernador de Nuevo México a principios del XVII.
Seguimos por la 40 rumbo este y llegamos al Petroglyph National Monument, a un paso de Albuquerque, el gran tesoro de petroglifos de Four Corners, como su propio nombre indica: más de 15.000 imágenes talladas en la piedra por los pueblos ancestrales, pero también por los colonos españoles. Los modernos indios Pueblo consideran este lugar sagrado y todavía realizan ceremonias aquí.
A media hora al norte nos pasamos por Coronado State Monument que protege el pueblo de Kuaua originalmente establecido en el 1300 y que todavía seguía habitado cuando llegaron los primeros españoles en 1540. El más importante descubrimiento arqueológico del lugar son los murales multicolores que se encontraron en el interior de una kiva.
Llegamos al punto más oriental de nuestra ruta en el Bandelier National Monument donde el Cañón de los Frijoles establece un nexo de unión entre los indios Pueblo de la actualidad y los antiguos Anasazi. Fue ocupado desde finales del XII hasta mediados del XVI. Un espectacular testimonio de los asentamientos Anasazi en las paredes de acantilados: no te pierdas Cueva Ceremonial, una kiva a la que solo se puede subir por una escalera de madera.
Parque histórico nacional de la Cultura Chaco
Ponemos rumbo al oeste para visitar ya varios de los hitos más célebres a nivel internacional de la cultura Anasazi, empezando por Chaco Culture National Historic Park, Patrimonio Mundial de la Unesco, uno de los centros culturales más importantes de la cultura Anasazi en su época de esplendor, albergando los complejos arquitectónicos más grandes de América del Norte hasta mediados del XIX.
Aquí se conservan, 13 pueblos, 800 viviendas y docenas de kivas, además de caminos radiales desde el epicentro de Chaco en todas direcciones hasta más de 60 kilómetros lo que demuestra el nivel de sofisticación cultural que alcanzó esta civilización desde el siglo X. Pueblo Bonito, Casa Rinconada o Pueblo de Arroyo son algunos de los enclaves más interesantes de este lugar imprescindible en la historia cultural norteamericana.
A una hora y media al norte del Cañón del Chaco llegamos al Monumento Nacional de las Ruinas Aztecas cerca de la frontera con Colorado que protege una nueva colección de estructuras ancestrales de los Pueblo, bajo la influencia del centro administrativo-religioso de los Chaco: aquí se construyó un asentamiento con más de 500 habitaciones a principios del siglo XII. Uno de esos lugares extrañamente abandonados desde finales del siglo XIII que alimentaron la leyenda negra de los Anasazi.
Parque Nacional de Mesa Verde
Y llegamos a la joya de la corona de la cultura Anasazi en las Cuatro Esquinas, junto al Parque de la Cultura Chaco, ya que custodia Cliff Palace, el Palacio del Acantilado, tal vez el lugar más icónico de esta civilización, uno de los emblemas de toda la cultura amerindia.
Se trata del mayor poblamiento en acantilado de toda América del Norte, siendo también Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Fue construido principalmente con arenisca, mortero y vigas de madera y enlucido con tonos terrosos. Contiene 23 kivas y 150 habitáculos para unas 100 personas.
Pero Mesa Verde también custodia otros poblados bajo acantilados como Long House o Spruce Tree House, teniendo esta última 130 habitaciones y 8 kivas, viviendo unas 80 personas: no fue hasta 1888 cuando este poblado fue descubierto por unos ganaderos locales. ¡Casi 500 años oculto!
Llegamos ya a Colorado para visitar el Parque Tribal de la Montaña Ute todavía en el condado de Mesa Verde, un lugar protegido que debe ser visitado siempre con guías y en el que nos esperan más poblados excavados en la roca o bajo acantilados y numerosos petroglifos.
A una hora al noroeste de la Montaña Ute, nos pasamos por el Monumento Nacional Hovenweep, ya en Utah donde podemos seguir admirando esos sandstone pueblos, los asentamientos construidos en arenisca que tan bien han resistido el paso del tiempo a pesar de ser abandonados, gracias a la especial climatología de esta zona de Estados Unidos. Pero, además, en este lugar podemos visitar las singulares torres que debieron ser observatorios astronómicos: y es que los Anasazi también miraron a las estrellas.
El Cañón de Chelly
Junto a Mesa Verde y el Chaco, se trata del lugar más visitado vinculado a los pueblos nativos ancestrales de las Cuatro Esquinas, ubicado ya en plena Nación Navajo en Arizona, para los que se trata de un lugar sagrado.
Y es que la historia del asentamiento humano en este cañón trascienda la propia cultura de los Anasazi ya que se han constatado restos arqueológicos con más de 5000 años de antigüedad, siendo el lugar en el que más tiempo ha vivido el ser humano de forma ininterrumpida en toda la meseta del Colorado. Hoy en día, de hecho, las familias Dine’ todavía construyen sus hogares, crían ganado y cultivan las tierras de los cañones.
Y para construir sus actuales poblados, los residentes siguen tomando de referencia la sofisticación de la arquitectura Anasazi como la que se puede comprobar en el poblado conocido como White House, otro de esos alucinantes asentamientos en el interior de la roca de un acantilado: un pueblo que también fue abandonado a finales del XIII.
A una hora y media al noroeste del Cañón de Chelly pasamos ante el Monumento Nacional Navajo, cerca de Monument Valley, un espacio que protege tres viviendas acantilado bien conservadas de los Anasazi también abandonados en torno a 1275: varios espectaculares senderos permiten conocer a fondo otro tesoro más de los Pueblo bajo gestión de la Nación Navajo.
Y nuestra última visita en esta ruta por el legado de los Anasazi en el Suroeste de Estados Unidos es la Ruina y Museo de Tusayan, cerca de la localidad homónima a un paso del Gran Cañón del Colorado: un nuevo testimonio de las casas y las kivas Anasazi, en este caso, en el entorno de una de las grandes maravillas naturales del planeta, el mejor lugar para despedirnos de este misterioso y fascinante pueblo amerindio.
Mapa de la Ruta de los Anasazi
¿Por qué desaparecieron los Anasazi?
Después de recorrer sus tesoros arqueológicos, incluyendo algunos de los lugares más visitados del suroeste de Estados Unidos como Mesa Verde, cabe preguntarse por qué una cultura tan aparentemente esplendorosa cayó en desgracia en pocas décadas y abandonó su hogar durante los 500 años previos poniendo rumbo, en su mayor parte, hacia el sureste en las actuales Nuevo México y Arizona.
Los arqueólogos e historiadores manejan tres hipótesis que, como nos suele demostrar la historia, es muy probable que se combinaran para provocar este éxodo masivo y repentino. La primera de ellas nos habla de una crisis medioambiental provocada por la falta de lluvias que tuvo lugar a finales del siglo XIII según nos muestra el análisis de los anillos de los árboles.
Junto a ello, la deforestación de la región fruto de siglos de explotación acelerada pudo suponer un escollo difícil de superar para una comunidad que había alcanzado un gran desarrollo demográfico. Bien es cierto que los Anasazi sabían subsistir en entornos inhóspitos y desérticos con poca agua, pero la combinación de falta de lluvias y desforestación pudo ser fatal.
Más extraña es la hipótesis sobre la llamada “socialización del miedo” que justificaría la progresiva decadencia social. Algunos historiadores explican que los dirigentes de los clanes y los pueblos habrían instaurado una suerte de totalitarismo agresivo que no dudaba en acabar con los marginados o los opositores mediante “escuadrones de la muerte” que comenzaron a aterrorizar a los habitantes y generar situaciones críticas entre las diferentes familias y pueblos.
Y para atestiguar esta socialización del miedo, los historiadores se apoyan en los restos arqueológicos y los estudios sobre canibalismo: “Todavía en 1700, por ejemplo, varias aldeas hopi atacaron el pueblo hopi de Awatovi, incendiando la comunidad, matando a todos los varones adultos, capturando y posiblemente matando a mujeres y niños, y canibalizando a las víctimas”.
En un estudio publicado en Nature en 2000, el bioquímico Richard Marlar de la Universidad de Colorado encontró en un sitio Anasazi del suroeste del estado la presencia en el coprolito de una proteína humana llamada mioglobina, que se encuentra sólo en el tejido muscular humano. Su presencia sólo podría haber resultado del consumo de carne humana.
Por último, además de la crisis medioambiental y esta sociedad del miedo junto a la violencia entre grupos Anasazi, los historiadores aportan una tercera hipótesis que pudo llevar hacia el sureste a los antiguos pueblo: sería el culto Kachina, unas deidades que interceden ante los dioses para asegurar la lluvia y la fertilidad que sería habitual en torno al Río Grande y Little Colorado y que, como vimos anteriormente, fue poblado por Anasazi a partir del siglo XIII, cuando abandonaron sus centros urbanos en Mesa Verde y el Cañón del Chaco.
Estos dioses, conocidos probablemente a través de comerciantes del sureste, habrían sido una suerte de promesa de mejor vida para los pueblos Anasazi que los habría llevado a fundirse con las tribus del sur perdiendo su preponderancia definitivamente, pero no su legado que hoy se mantiene custodiado en este territorio de las Four Corners del Suroeste de Estados Unidos.
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