Nos acercamos a descubrir Tallin, la capital de Estonia y la joya medieval de la bonita región báltica. Esta ciudad amurallada puede presumir de un centro histórico medieval que se ha quedado congelado en el tiempo y se presenta, sin complejos, como una de las ciudades más bonitas de Europa. ¿Te vienes a conocerla?

La República de Estonia es un país muy joven -se independiza oficialmente en 1991- aunque en realidad estamos hablando de una región con muchísima historia cuyos primeros pobladores debieron habitarla ya hace 13.000 años y que vivió una época de cierto esplendor económico entre los siglos XIII y XVII. Es precisamente de esta etapa de la que data la mayor parte del impresionante centro histórico de Tallin, su capital y principal ciudad.

El bonito skyline de Tallin

Con cerca de 450.000 habitantes, Tallin es con mucha diferencia la ciudad más grande del país y su auténtico centro económico y turístico. Situada en la costa norte del país, mira hacia el golfo de Finlandia y hacia su vecina Helsinki, de la que le separan 80 kilómetros que se pueden recorrer en los habituales ferris que parten desde su puerto principal. Para apreciarla de verdad es muy recomendable quedarse algunos días y poder disfrutarla por la tarde o por la noche, cuando el centro histórico se vacía y te puedes empapar mucho mejor de su especial encanto.

Qué ver en Tallin:

Centro histórico.

Centro histórico de Tallin

El casco antiguo de Tallin recibe el nombre de Vanalinn o ciudad vieja y se ha conservado de forma casi perfecta desde la Edad Media, lo que le valió ser reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.

Como en otras tantas ciudades antiguas, el centro sufrió un cierto abandono durante buena parte del siglo XX pero desde la independencia del país se han dedicado muchos recursos a su rehabilitación y hoy luce ciertamente espectacular. Para comenzar nuestro recorrido nada mejor que acudir a la Raekoja Platz o Plaza del Ayuntamiento, su centro neurálgico.

Plaza del Ayuntamiento.

Plaza del Ayuntamiento

Ocupando lo que en sus orígenes era un antiguo mercado medieval, la ciudad fue creciendo alrededor de este punto. Esta espectacular plaza está presidida por el Ayuntamiento de Tallin, que sobresale gracias a una torre de 64 metros coronada por la original figura de un viejo guerrero conocida como Vana Toomas. El edificio, construido en el siglo XIV, es de un estilo muy sobrio y contrasta con el resto de la arquitectura báltica que predomina en la plaza.

En muchos de estos edificios encontramos establecimientos históricos como la famosa farmacia Raeapteek. Esta botica lleva abierta más de 600 años y presume de ser la más antigua del mundo, aunque en otros lugares como Dubrovnik también se disputan ese particular record. En cualquier caso, sea o no cierto, su interior es realmente curioso y podemos ver de forma gratuita una exposición con algunos instrumentos y medicinas antiguas. Una visita muy interesante siempre y cuando no encuentres colas interminables de turistas en la puerta.

Calle Pikk.

Calle Pikk

La zona amurallada recoge una serie de bonitas calles y callejones que te irán sorprendiendo a tu paso. Una de las vías principales es la Calle Pikk o la Calle Larga, que atraviesa toda la ciudad desde la Plaza del Ayuntamiento hacia el este. A lo largo de la misma encontraremos algunos monumentos destacados y un interesante conjunto de edificios señoriales donde residían los antiguos comerciantes alemanes y cuyos ejemplos más antiguos datan del siglo XV.

También en esta zona se ubicaban los gremios o asociaciones comerciales y muchos de esos impresionantes edificios se han destinado a museos. Es el caso del Museo de Historia, que llama la atención con su fachada amarilla y nos recordará en cierto modo a una iglesia. Avanzando por la calle, nos encontramos también con la Casa de las Cabezas Negras (Mustpeade Maja), justo frente al Museo Ruso.

Si seguimos avanzando por la Calle Pikk, llegaremos a un museo ubicado en las antiguas celdas de una prisión de la KGB que, aunque no guarda mucho interés, resulta ciertamente impactante para conocer esta etapa de la historia estonia. Más atractivo resulta al final de la calle el Museo de Literatura para Niños, especialmente para las familias que visiten Tallin, aunque no tengamos conocimiento de la literatura estonia.

Iglesia de San Olaf.

Iglesia de San Olaf

Y en mitad de la misma Calle Pikk se ubica también una de las construcciones más representativas de Tallin y posiblemente el templo más importante para la población local. Construida en el siglo XII y reconstruida durante el siglo XIV, fue la iglesia principal de la comunidad escandinava que ocupaba Tallin antes de la conquista danesa y su nombre se debe, de hecho, al rey Olaf II de Noruega. En su inicio rendía culto a la religión católica, pero desde la reforma luterana se convirtió en iglesia bautista.

Su elemento más distintivo es la increíble torre de 124 metros que convirtió a este edificio en el más alto del mundo durante buena parte del siglo XVI. Curiosamente, existía una leyenda en la época según la cual una maldición caería sobre la última persona que terminase la construcción de la torre. Nadie en Tallin se atrevía, por tanto, a asumir el trabajo y un foráneo desconocido se prestó voluntario a cambio de una elevada cantidad de dinero. Aceptaron, pero como la ciudad no podía pagarle, le propusieron una apuesta por la cual si adivinaban su nombre no le darían la cantidad acordada.

Los talineses indagaron en la vida de este extraño y un día espiándole en su casa lograron escuchar el nombre de Olev en una canción que cantaba su esposa. Esperaron hasta la finalización de la obra y, cuando el hombre estaba colocando la cruz en lo más alto de la torre, gritaron su nombre. Olev se asustó y cayó al suelo, escupiendo de la boca un sapo y una culebra, lo que confirmó la posesión demoniaca de este hombre. Una curiosa leyenda que se encuentra narrada en uno de los murales laterales de la iglesia.

El pasaje de Santa Catalina y los mejores rincones del centro de Tallin.

Pasaje de Santa Catalina

Todo el casco histórico de Tallin está lleno de pequeños rincones con encanto que consiguen que, irremediablemente, te enamores de esta ciudad. Como siempre decimos, el mejor consejo que te podemos dar es que te pierdas entre sus callejuelas y los vayas descubriendo por ti mismo, pero no podemos evitar citar algunos lugares imprescindibles.

El más fotografiado es sin duda el Pasaje de Santa Catalina, un fascinante callejón que ha quedado atrapado entre los muros de una antigua iglesia y conecta las calles Vene y Müürivahe, junto al mercado Knit. Al irresistible encanto de este original pasaje arqueado se le une una sucesión de pequeñas tiendas y puestos de artesanía que harán imposible que salgas de él sin algún souvenir.

Otro rincón imprescindible es una pequeña plazuela que recibe el nombre de Patio del Maestre o Meistrite Hoov y que parece haberse detenido en el tiempo. No se me ocurre ningún lugar mejor en Tallin para tomar un café, aunque como os recomendé al principio será mejor que te acerques por la tarde porque por la mañana este pequeño lugar suele estar muy concurrido. En su interior también encontraremos algunas tiendas de artesanía local.

Puerta Viru

Acompañando a las murallas se construyó la Puerta Viru, la más famosa de la ciudad y uno de los íconos de Tallin con sus características torres medievales. Realmente, el acceso se realizaba antiguamente por la pequeña puerta arqueada que queda en el muro izquierdo, pero cuando la ciudad creció se necesitaba permitir la circulación de carros y del tranvía y se tiro parte de la muralla, aunque se mantuvieron las torres laterales.

También resulta inevitable realizar un paseo acompañando las murallas por el interior, disfrutando de las bonitas torres de vigilancia y de algunos pequeños pasajes realmente cautivadores. Al oeste, bajo la colina de Toompea, encontramos la Plaza de las Torres y un pequeño tramo transitable por encima de las murallas con bonitas vistas al castillo y al centro de Tallin.

Toompea.

Castillo de Toompea

Prepárate para subir empinadas cuestas porque nos vamos a la parte alta del casco antiguo de Tallin. Esta colina recibe el nombre de Toompea y alberga alguno de los íconos más conocidos de la capital estonia. Históricamente fue un importante centro estratégico desde donde los diferentes imperios dominaban la región y todavía hoy es el centro de poder del país báltico porque aquí se encuentra el Riigikogu, o Parlamento de Estonia, y la Casa Stenbock, que aloja la sede del Gobierno.

El Castillo de Toompea es el auténtico protagonista de la zona alta de Tallin. Su majestuosa silueta se divisa desde toda la ciudad y resulta especialmente imponente cuando llegamos hasta sus pies. Diversos registros datan su primera construcción en el siglo X, aunque fueron los cruzados daneses en el siglo XIII quienes construyeron la parte militar que ha llegado a nuestros días.

En los siglos posteriores, el castillo fue reconvertido para diferentes utilidades como un monasterio de la orden Teutona o un centro administrativo a partir de la conquista sueca. Desde el siglo XVI ha sido utilizado para estas tareas y en el siglo XVIII se convirtió definitivamente en un palacio con una amplia reconstrucción y nuevos edificios adyacentes de estilo barroco y neoclásico. Actualmente, alberga el Parlamento de Estonia.

Catedral de Alejandro Nevski

Dos catedrales acompañan al castillo en la zona de Toompea. La más representativa es la Catedral de Alejandro Nevski, que contrasta con el resto de la ciudad por su característica arquitectura rusa. Su construcción es relativamente reciente porque fue finalizada a finales del siglo XIX, cuando Estonia pertenecía al Imperio Ruso. Esto ha provocado que, históricamente, no sea un templo muy apreciado por la población local e incluso hubo planes para demolerla en 1924 pero por suerte no se llevaron a cabo.

El otro templo destacado de Toompea es su la Catedral Luterana de Santa María o Toomkirik. Se caracteriza por una arquitectura sencilla y muy elegante, que alcanza su máxima expresión en su bonita torre que se divisa desde toda la ciudad. Su interior conserva los restos de algunos importantes personajes de la historia de Estonia y un bonito órgano.

Los mejores miradores de Tallin.

Mirador de Toompea

Prepara la cámara de fotos porque te vamos a recomendar algunos miradores donde disfrutar de las mejores vistas de la ciudad. Posiblemente el más famoso y el que ofrece una mejor perspectiva sea el de Patkuli, al norte de la colina de Toompea, que nos ofrece una magnífica panorámica de la ciudad con sus murallas, la Iglesia de San Olaf y el mar Báltico al fondo. Muy cerca se encuentra el Mirado de Kohtuotsa con vistas al centro de la ciudad, el Puerto y el barrio de Pirita.

Y al otro lado de la colina, se localiza el Mirador de Piiskopi que no tiene una panorámica tan limpia del casco histórico como los dos anteriores, pero suele estar menos concurrido y nos permite ver también la parte moderna de la ciudad.

El Tallin menos conocido:

Kalamaja.

Kalamaja

Cuando uno pasea por el centro histórico de Tallin resulta difícil imaginar la posición predominante que está adquiriendo Estonia como uno de los países más modernos del mundo. Pero si te sales un poco de la ruta turística habitual descubrirás lugares como el barrio hípster de Kalamaja o Telliskivi, que te darán una imagen más cercana al Tallin actual.

Merece la pena cruzar las puertas para salir del casco antiguo de la ciudad y acercarnos a este antiguo barrio de pescadores al norte de la ciudad. Paseando por las calles de Tööstuse y Soo nos iremos encontrando un bonito conjunto de casas de madera que antiguamente eran las residencias de los pescadores de la ciudad y también de los trabajadores que acudían a las fábricas que se abrieron en esta zona con la llegada del ferrocarril a finales del Siglo XIX. Abandonadas en gran medida durante el siglo pasado, muchas de estas casas son ahora ocupadas por la población joven de Tallin, que ha revitalizado el barrio en los últimos años.

Recomendamos llegar hasta el Parque Kalmistupark, que ahora ocupa el espacio del antiguo cementerio de Kalamaja, y que se ubica muy cerca del puerto. Próximo al parque podemos encontrar el sorprendente Proto Avastustehas, un museo interactivo con una decoración de fantasía que encantará a toda la familia. Y desde aquí podemos volver a la ciudad atravesando la calle Kalaranna, conocida como Kilómetro de la Cultura.

Museo Marítimo de Tallin

Esta larga avenida resulta un tanto árida en algunos tramos, pero concentra varios puntos interesantes como el Museo Marítimo, la antigua Prisión Patarei -convertida en museo de la época comunista-, el museo de Arte Contemporáneo de Estonia y, por supuesto, el imponente Tallinna Linnahall. Se trata de un gigantesco edificio de evidente influencia soviética que fue usado en los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980 como sede para algunas competiciones de vela y luego se utilizó como pabellón de conciertos y pista de hielo. Abandonado durante los últimos años, se convirtió en uno de los escenarios en la conocida película Tenet de Christopher Nolan, mientras el Ayuntamiento de Tallin decide cómo rehabilitarlo.

Alrededor del Linnahall se reparten algunos interesantes centros culturales y artísticos. Es el caso de Kultuurikatel, un espacio de eventos y conferencias que ocupa una antigua planta eléctrica y que ha conseguido mantener un diseño industrial con todas las comodidades y tecnologías de un centro puntero. Pero mi favorito, sin duda, es PADA, un centro cultural que gira alrededor de un patio comunitario lleno de murales y esculturas de lo más sorprendentes. Abre exclusivamente en verano y su patio central se convierte en escenario de conciertos, actuaciones, mercadillos y todo tipo de eventos. Un sitio ideal para venir a tomar una cerveza después de ver el atardecer en las cercanas playas del Báltico.

Puerto y playa de Tallin.

Playa de Kalarand

No nos vamos muy lejos de la calle Kalaranna para acercarnos a la costa y disfrutar del aroma y los maravillosos atardeceres del Mar Báltico. El Puerto de Tallin es bastante moderno pero un tanto caótico, al menos para un chico de secano como yo. Cuenta con varias terminales a las que llegan los cruceros y desde las que parten los diferentes ferris a los países nórdicos, especialmente a Finlandia, así como a las cercanas islas del Báltico. No obstante, Tallin es una de las excursiones favoritas de la población de Helsinki, especialmente cuando quieren comprar alcohol más barato, como comprobarás fácilmente en los supermercados alrededor del puerto.

No te voy a engañar, el Báltico no es el Mediterráneo ni mucho menos el Caribe, pero al fin y al cabo Tallin es una ciudad costera y también cuenta con algunas playas que en verano se llenan de población local. Un poco alejada, al norte de la ciudad, encontramos la Playa de Pirita junto al Convento del mismo nombre. De arena fina y blanca, es la más amplia de Tallin y la que cuenta con más instalaciones recreativas para disfrutar de una bonita jornada de playa.

Pero no tenemos que irnos tan lejos si solo queremos remojarnos un poco los pies, sentarnos en la arena y disfrutar del atardecer. Detrás de Linnahall y un tanto escondida encontramos la playa de Kalarand. No es muy grande y cuenta con zonas de piedras, verde y alguna pequeña área con arena. Sin ser la playa más bonita que verás en tu vida, es más que recomendable acercarse a última hora de la tarde en verano cuando la animada población local se acerca a relajarse y disfrutar del atardecer entre músicos improvisados, risas desenfadadas y parejas enamoradas.

Telliskivi.

Telliskivi – Foto de Visit Estonia

Al sur de Kalamaja ha surgido en los últimos años el moderno distrito de Telliskivi Loomelinnak o, como los estonios la conocen, la ciudad de la creatividad. Es sin duda el mejor lugar de Estonia para apreciar el creciente protagonismo que las industrias innovadoras han adquirido en este pequeño país. Alrededor de este punto se ubican muchas de las empresas creativas y tecnológicas de Tallin y sus calles se han llenado de coquetos cafés, tiendas ecológicas y galerías de arte.

Después de visitar los vagones de tren reconvertidos en el restaurante Peatus o algunas de las modernas Breweries de cerveza artesanal instaladas en antiguas fábricas, no sabremos si nos encontramos en Tallin, en San Francisco o en el Baltic Triangle de Liverpool. Ventajas y desventajas de la globalización, supongo. Los amantes de la fotografía tienen una visita obligada al Fotografiska, un interesante museo dedicado a este arte que cuenta, además, con una bonita azotea que nos ofrece otra perspectiva de la ciudad.

Palacio Kadriorg.

Palacio Kadriorg

Volvemos a coger nuestro particular DeLorean y viajamos al pasado para conocer el Palacio Kadriorg. En concreto al siglo XVIII, cuando se inició la construcción de este majestuoso palacete, encargado por Pedro el Grande para su esposa, la emperatriz Catalina I de Rusia. No tuvo, sin embargo, una vida demasiado exitosa porque ni la propia Catalina I ni las sucesivas familias de la realeza rusa mostraron demasiado interés en la propiedad.

Reconvertido en museo durante algunas etapas del siglo XX, fue también usado en ocasiones como residencia oficial del presidente del país y sufrió algunas polémicas restauraciones. No tuvo demasiado mantenimiento y sufrió bastantes problemas de deterioro. Hasta tal punto que, cuando Estonia consiguió la independencia en 1991, el edificio estaba prácticamente en ruinas. Desde el año 2000 es el Museo de Arte de Kadriorg y alberga la mayor colección de arte antiguo de Rusia y Europa Occidental del país.

La visita es especialmente interesante por los espectaculares jardines y el parque que rodean al palacio. Allí encontramos también otros museos como el Kumu, con arte estonio y algunas exposiciones de arte internacional, el museo Mikkeli, el Museo de los Niños o la restaurada Casa de Pedro el Grande.

Qué comer en Tallin:

Cocinando comida tradicional de Tallin

La cocina en el Báltico se caracteriza por el uso de las materias primas que se encuentran en la región como la carne de cerdo o los pescados ahumados. Las elaboraciones suelen ser sencillas, aunque esto ha ido cambiando en los últimos años con la inevitable fusión con otras cocinas del mundo.

Posiblemente el plato más típico es la piruka, una empanada que suele ir rellena de carne, zanahoria y col. También es habitual la sopa de alce y algunos platos con pescados marinados como las tostadas de arenques o las Marineeritud angerjas, un plato a base de anguilas marinadas. Con algo más de elaboración encontramos el Mulgikapsad, un guiso de carne de cerdo con patatas y col fermentada.

En la Plaza del Ayuntamiento encontramos dos de los restaurantes más típicos y famosos de Tallin: Olde Hansa y Draakon. Y pese a sus precios, algo más altos que la media de Tallin, bien merecen una visita para experimentar cómo sería comer en la Edad Media. Ambos están perfectamente ambientados con mesas de madera, platos de barro cocido, iluminación con velas y camareros vestidos de época. Draakon es algo más de batalla y es recomendable ir simplemente a tomar una cerveza con algunas empanadas, mientras que la cocina de Olde Hansa es algo más elaborada y un poco más cara.

Dónde alojarse en Tallin:

Schlössle Hotel

Tallin cuenta con una enorme oferta hotelera y toda clase de establecimientos a un precio, por lo general, no demasiado alto. Dentro del centro amurallado las tarifas suben un poco, pero a cambio encontramos algunas opciones en preciosos edificios históricos como el encantador Schlössle Hotel, en dos edificios de los siglos XIII y XIV, o Villa Hortensia.

Si buscamos algo más práctico, dos buenas alternativas son los apartamentos de Allika o de Myapartments, muy cerca del centro histórico y con todas las comodidades para pasar varios días en la ciudad por un precio bastante económico. Los mochileros encontrarán buenas opciones de albergues en 16eur Fat Margaret’s o el Lai 22 Hostel y a los nómadas digitales, muchos de los cuales se han instalado en el país estonio, seguro que disfrutan de buenas conversaciones en la Draper Startup House for Entrepreneurs.

Tallin también cuenta con buenas opciones de hoteles con piscina o spa para relajarnos después de un duro día de visitas turísticas. El hotel Telegraaf es una buena elección a un precio no demasiado elevado para ser un cinco estrellas y el Hilton Tallinn Park siempre es una apuesta sobre seguro.