Efervescente, cosmopolita, elegante y con un color especial. Así es Sevilla, una ciudad, entre marismas, naranjos, azahar y campiñas, que lo tiene todo para brillar con luz propia y proporcionar al viajero una escapada de lo más completa. Partida en dos por el Guadalquivir, cuyas riberas ofrecen un ambiente de lo más sugestivo, puede presumir de atesorar más de 3.000 años de historia, un patrimonio arquitectónico mudéjar suntuoso, capaz de sacar los colores a las capitales de medio mundo, y una oferta cultural muy completa.
En ella, la tradición flamenca y taurina y la cultura del tapeo y el terraceo toman el protagonismo, dotándola de más magnetismo, si es que se puede. Sevilla no puede ser más guapa, y nosotros te damos las pistas para asomarte a ella.
Qué ver en dos días
Día 1
La mejor manera de comenzar a conocer y comprender la capital hispalense es adentrándose en el casco antiguo, que, además de ser uno de los más grandes de Europa, constituye su razón de ser presente y pretérita. Está presidido por la catedral de Santa María de la Sede, el icono de su patrimonio arquitectónico, que además ostenta dos honores: ser la de estilo gótico más grande del mundo y la tercera de culto cristiano también más grande.
Está resguardada por otro de los símbolos de la ciudad: la Giralda, una torre campanario que aúna magistralmente el estilo almohade y el cristiano, que le han hecho valedora del reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad. Aunque su atractivo es elemento que la corona: el giraldillo, una escultura que hace las veces de veleta, la cual representa una alegoría del Triunfo de la Fe Victoriosa.
Su interior guarda valiosas obras de la iglesia española, siendo especialmente destacado el retablo de la Capilla Mayor. Junto a ella, embelleciéndola más, se encuentra el Patio de los Naranjos, una maravillosa herencia de la cultura almohade, cuyo centro está ocupado por hileras de naranjos, dispuestos en hileras sumamente precisas, que lo dotan de armonía y perfección.
Continuamos la ruta en el Archivo General de Indias, que data de la época de Felipe II. Constituye uno de los testimonios más prolíficos de las crónicas de viajes y las aventuras de nuestros navegantes y conquistadores en el Nuevo Mundo durante la Edad Moderna, por cuanto recoge más de 40.000 legajos relativos a la época, entre los que se incluyen cartas de Cristóbal Colón y Hernán Cortés. Aunque no se puede acceder al interior, merece bastante la pena acercarse para echar un vistazo el exterior del edificio, que luce un preciso estilo herreriano.
A poca distancia a pie, se encuentra el Real Alcázar, un recinto palaciego en la que la decoración y la cultura mudéjar dominan cada uno de sus rincones, aunque también se dejan ver elementos góticos o islámicos, constituyendo el sancta sanctorum de la patrimonio arquitectónico de la capital hispalense. Tanto es así que está declarado Patrimonio de la Humanidad y Bien de Valor Universal por la Unesco.
Es clave para comprender la transición del islam al cristianismo en la ciudad y una oportunidad para contemplar los magnánimos salones, los preciosos jardines, las bellas fuentes y maravillosos patios que la integran. No solo refleja la huella de los distintos reyes, sino que también han sido escenario de varias escenas de la aclamada serie Juego de Tronos. Con tales características, no extraña que sea, junto con la catedral, uno de los monumentos más visitados de Sevilla. Así que nuestra recomendación es que adquieras las entradas con antelación, si no quieres o no tienes tiempo de esperar largas colas.
Desde aquí, mejor callejeando, se llega en pocos minutos a la orilla del Guadalquivir. Está recorrida por el paseo de Colón, rebosante encanto y con un ambiente de lo más evocador, que invitan a recorrerlo abandonados a la tranquilidad, especialmente el tramo comprendido entre el puente de Isabel II, popularmente conocido como de Triana, y el de San Telmo.
Durante el paseo se pondrán ante tus ojos otras construcciones sin las que Sevilla no sería la misma como la Torre del Oro, una singular torre árabe cuya función era la protección frente las amenazas que pudieran llegar vía fluvial, que goza del reconocimiento de Monumento Histórico Artístico. A día de hoy, su interior alberga el museo Naval, que se perfila una visita interesante para quienes sienten curiosidad por las temas relativos a la navegación.
Aunque merece mucho más la pena subir a lo alto, que regala unas vistas maravillosas a la ciudad y el barrio del Arenal, que, dicho sea de paso, es una dirección de referencia para disfrutar del buen vino y rico pescaíto frito.
Los más taurinos pueden resarcir sus deseos haciendo una visita a la plaza de toros de la Maestranza, que está a pocos metros. Además, integra un museo, que hace un completo recorrido por la historia de la tauromaquia
Los pasos nos llevan al museo de Bellas Artes, que está a unos diez minutos a pie. La visita merece la pena porque está dentro del bonito convento de la Merced, que luce un impecable estilo manierista andaluz y, además, es la segunda pinacoteca más importante del país, tras el museo del Prado. Guarda algunas de las obras más importantes del Siglo de Oro español, siendo especialmente destacadas las de Zurbarán y Murillo, aunque también las hay algunas del genial Velázquez.
Día 2
Quienes quieran comenzar relajados la jornada, pueden ir al parque María Luisa, uno de los grandes pulmones verdes de la ciudad. Formaban parte del palacio de San Telmo, pero la reina María Luisa Fernanda los donó al patrimonio de la ciudad en 1893. Hoy constituyen el lugar predilecto de locales y viajeros para descansar o recrearse en su belleza, pues está decorado con un buen número de coquetas fuentes, palmeras y arriates, entre las que discurren paseos y zonas de recreo.
Aunque la joya de este espacio es, sin duda, la plaza España, que se construyó para acoger la Exposición Iberoamericana de 1929. Está bordeada por un bonito estanque e integra 48 bancos que simbolizan las provincias españolas. Son muchos los que se acercan para hacerse fotos con la representación de su provincia, que ‘posturean’ muy bien en Instagram. Además, tiene el atractivo añadido, especialmente para los amantes del séptimo arte, de que ha sido escenario de míticas películas como, por ejemplo, Star Wars: el ataque de los clones o El dictador.
Una vez aquí, podemos aprovechar para echar un vistazo al museo Arqueológico, que se encuentra justo al sur del parque. Atesora una rica colección de objetos y cerámicas de la Edad del Bronce final e Itálica, así como medievales, islámicas y visigodas. Si andáis sobrados de tiempo y os gusta la etnología, podéis entrar en el museo de Artes y Costumbres, que está al lado.
Para disfrutar de una de las mejores panorámicas de Sevilla y desde un lugar insólito, conviene acercarse hasta la plaza de la Encarnación, donde se encuentra el Metropol Parasol, conocido popularmente como las Setas de Sevilla, pues su silueta emula a los hongos. Tiene un diseño de lo más vanguardista, que integra varias pasarelas y un mirador, desde donde se puede contemplar Sevilla a vista de pájaro.
No puedes despedirte de la capital hispalense sin visitar Triana, uno de los barrios más tradicionales, apasionados y flamencos de cuantos integran su callejero. Para ello, hay que cruzar al otro lado del Guadalquivir, desde donde además podrás ver desde otra perspectiva la Torre del Oro o la plaza de Toros, especialmente desde la calle Betis, que discurre paralela al río.
En sus calles toman el protagonismo las tabernas tradicionales, las coquetas capillas como la del Carmen o la de Santa Ana y el mercado de Triana, donde puedes disfrutar de productos típicos, especialmente jamón ibérico y cervezas artesanas.
A la hora de poner el punto final a tu escapada, podemos hacerlo en la isla de la Cartuja, que está muy cerca del barrio. Construida para la Exposición Universal de 1992, conserva un buen número de pabellones, que hoy son sede de muchas empresas e instituciones, siendo especialmente recomendables el de Marruecos, realizado con esmero por artesanos marroquíes. Aquí también se encuentra el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, que constituye una cita con el arte y cultura con más solera de Sevilla.
Gastronomía: Dónde comer en Sevilla
La gastronomía hispalense es un auténtico festival de sabores, texturas y aromas; una ciudad de buen comer, que atesora un sinfín de platos típicos. En ella, las tapas cobran un gran protagonismo y degustarlas o, lo que es lo mismo, tapear forma parte intrínseca de su cultura y una actividad prácticamente obligatoria para el viajero.
Huevos a la flamenca, el adobo, las papas aliñás, la pringá, el pavía de bacalao, el pescaíto frito o los huevos a la flamenca son algunas de las delicias que habitan en la extensa carta de tapeo, que tornan la elección de lo más complicada.
Claro que no en todos es posible saborear las mejores versiones. El céntrico barrio del Arenal, especialmente en el entorno de las calles Tetuán y Sierpes, guarda algunas de las mejores direcciones de referencia de la capital hispalense para disfrutar de las tapas más tradicionales como, por ejemplo, la Bodeguita Antonio Romero, Casa Moreno o Trifón. Este barrio además tiene un popular mercado, que cuenta con puestos donde sirven delicias típicas.
La zona de la Alameda de Hércules y Triana también se perfilan magníficas alternativas para adentrarse en el mundo de la minigastronomía hispalense, sobre todo para degustar caracoles. Por su parte, el barrio de Nervión ofrece propuestas más innovadoras.
Dónde Alojarse en Sevilla
Sevilla es una ciudad muy turística, por lo que cuenta con una extensa oferta de alojamientos, de diferentes categorías y con precios muy variables, diseminados por los distintos barrios que componen su mapa.
La opción más cómoda es alojarse en el centro, en los barrios de Santa Cruz, San Bernardo o el Arenal, en tanto que permiten llegar en poco tiempo a los principales atractivos turísticos, la zona comercial y algunas calles de tapeo. Los precios son muy variables, de modo que puedes encontrar desde hoteles lujosos a apartamentos con precios más compatibles con todos los bolsillos.
Si buscas algo más económico, conviene alejarse del centro y ojear en el barrio de Nervión, pues es menos turístico, o la Alameda de Hércules, que es una de las zonas de marcha, siendo una buena alternativa también para quienes vienen con la intención de adentrarse en el ambiente sevillano. Por su parte, Triana se perfila una elección interesante para los que persiguen ahorrar en alojamiento. Eso sí, siempre y cuando no sean sus fiestas, la Semana Santa o la Feria de Abril.
Tarjetas de transporte
En Sevilla, la red de autobuses urbanos y tranvías (Metrocentro) está gestionada por la empresa Tussam. Aunque dispone de varios bonos y tarjetas de transporte para los usuarios, la más interesante desde el punto de vista para el viajero es la tarjeta turística, la cual está disponible con validez para 1 día o para 3, y no incluyen límite de viajes durante su periodo de vigencia. Además, es recargable, cuyo proceso es posible hacerlo por internet, través de este enlace.
Pueden adquirirse en tres puntos: Prado de San Sebastián, plaza Ponce de León y avenida Andalucía, 11. La de un día cuesta 5 €; la de tres, 10 €. Teniendo en cuenta que el billete univiaje cuesta 1.40 €, cada uno que valore qué es lo que más se ajusta a sus necesidades.
A diferencia de otras, hay que devolverla en un punto de atención de Tussam. Por este motivo, te pedirán 1.50 € en concepto de fianza al adquirirla.
Para el metro también hay opciones interesantes, como el bonometro. Es recargable, siendo el mínimo 10 € y permite realizar tantos viajes como saldo tenga la tarjeta, Además, puede ser usado simultáneamente hasta por 30 usuarios diferentes, siempre y cuando todos realicen el viaje y validen juntos el bono tanto a la entrada como a la salida. Una vez activado, tiene una validez de hora y media.
Quienes tienen la intención de hacer más uso de este transporte, quizás les interese más el bono de un día, que permite hacer viajes ilimitados durante una jornada, aunque solo puede ser utilizado por una persona.
Cómo moverse por la ciudad y dónde aparcar en Sevilla
Sevilla es una ciudad muy caminable, en la que te recomendamos no hacer demasiado uso del transporte público, puesto que de esta manera podrás disfrutar rincones (en ella cualquier detalle capta la atención) imperceptibles desde dos ruedas. Pero si necesitas o quieres usar el transporte público, tienes a tu disposición la línea de buses urbanos, que se perfilan la opción de transporte más cómoda, por cuanto llegan a casi todos los puntos de la ciudad y, además, ofrecen servicio nocturno y durante el fin de semana.
A lo que se añade que están conectados por GPS, de modo que todas las paradas disponen de puntos NFC que facilitan información sobre tiempos de llegada o los autobuses que hacen un alto donde te encuentras.
También tiene red de metro, pero ofrece menos ventajas que el bus, pues únicamente tiene una línea. La ventaja es el trayecto cubre desde el este al oeste de la ciudad. Además, es una buena opción si queremos cruzar al otro lado del Guadalquivir.
Otra alternativa disponible para llegar a los puntos turísticos del centro, disfrutando además de buenas vistas, es el Metrocentro, es decir, el tranvía. Pasa cada menos de diez minutos y tiene cinco paradas: San Bernardo, Prado de San Sebastián, Puerta de Jerez, Archivo de Indias y Plaza Nueva.
Usar el coche privado es otra opción de desplazamiento, pero no la más recomendable para moverse o aparcar por el centro. La razón es que el ayuntamiento prioriza la circulación del transporte público y los residentes, pero también el aparcamiento con el establecimiento de muchas zonas azules o verdes, siendo de lo más complejo encontrar un sitio gratis. No obstante, hay aparcamientos públicos en el centro, cuya disponibilidad y tarifas se pueden consultar en la aplicación del Ayuntamiento, que puedes descargarte en este enlace.
Si quieres dejar el coche cerca del centro gratis y sin buscar demasiado, puedes dirigirte a la zona de la estación de Santa Justa, a las proximidades del parque de María Luisa, detrás de la plaza España o el barrio de San Julián.
Traslados desde el aeropuerto de San Pablo
El aeropuerto Sevilla, cuyo nombre oficial es aeropuerto de Sevilla-San Pablo, constituye la puerta de entrada para quienes se han decantado por el avión para llegar la ciudad, especialmente con compañías de bajo coste como Rynair o Vueling.
Se encuentra a uno 10 km del centro, del que además está bastante bien comunicado a través del bus. La línea EA enlaza con la neurálgica plaza de Armas. Además, tiene paradas intermedias como la estación del AVE Santa Justa. El trayecto dura aproximadamente 35 minutos, para el que puedes comprar un billete sencillo de ida, que vale 4 €, o de ida y vuelta, cuyo costo son 6 €.
Quienes quieran prescindir del transporte público, ya sea porque tienen prisa, no quieren cargar con el equipaje o simplemente desean comodidad, pueden decantarse por el taxi. La parada se encuentra en el exterior de la terminal, y el trayecto tiene una tarifa fija establecida para los que se dirigen al centro de la ciudad, que oscila entre los 22,20 € y los 24,75 €, en función del horario escogido. Además, no cobran suplementos por bultos o maletas.
Excursiones de un día desde Sevilla
Aunque Sevilla tiene atractivos más que suficientes para entretenerte unos días, sus alrededores también guardan algunas sorpresas de lo más interesantes. He aquí algunas ideas
Santiponce
La localidad está a unos 7 km del centro de la capital hispalense, al que se puede llega en transporte público o privado, y guarda dos auténticas genialidades: Itálica y el monasterio de San Isidoro del Campo. La primera, que data de la época de Adriano, es la primera ciudad que los romanos fundaron en la Península Ibérica y está considerada una de las más grandes del mundo.
Conserva diversos restos, siendo el más destacado el anfiteatro, que constituye una maravilla arquitectónica por su gigantescas dimensiones, pues tiene aforo para 25.000 espectadores, quienes no se perdían detalle de los espectáculos de gladiadores, cacerías y enfrentamientos de fieras que acogía.
Por su parte, el monasterio de San Isidoro del Campo tiene una larga historia a sus espaldas, pues se levantó en 1301. Luce un estilo que aúna mudéjar y gótico, cuyo interior guarda una valiosa colección de frescos, retablos, pinturas y bóvedas de yesería que se tienen ganada una visita por derecho propio.
Parque Nacional y Natural de Doñana
En menos de una hora se puede llegar a este paraíso natural, que está declarado Patrimonio de la Humanidad y considerado uno de los más valiosos de Europa. Atesora una mezcolanza de ecosistemas con una enorme biodiversidad, siendo especialmente destacada la marisma, que constituye un punto de paso e invernada para miles y miles de aves europeas y africanas; y el sistema de dunas, que ocupa la población de Matalascañas y la desembocadura del Guadalquivir, cuyo paisaje está prácticamente inalterado. Por si fuera poco, es el hogar de especies en peligro de extinción como el lince ibérico.
Parque Minero de Río tinto
Queda un poco más lejos, concretamente la provincia de Huelva, al sur de la sierra de Aracena, pero el viaje no desmerece. Aunque tiene diversos atractivos, que puedes descubrir en el tren minero turístico, lo que más atrae a los viajeros es el insólito paisaje que lo rodea, que parece sacado de Marte.
Y es que está desnudo de vegetación, dominado por colores ocres, grises y parduzcos y horadado por gigantescos cráteres. Además, el río que lo atraviesa luce una particular coloración, en la que los tonos rojizos y ocres toman el protagonismo, constituyendo un espectáculo visual de los más insólito.
Estas son algunas ideas, pero hay muchas más posibilidades cercanas a Sevilla como, por ejemplo, la Reserva Natural Concertada de la Cañada de los Pájaros, que está a media hora, las costas de Huelva y sus playas, que distan poco más de una hora, o Cádiz.
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