Plasencia es uno de esas pequeñas ciudades que podríamos englobar dentro de los secretos mejor guardados que España tiene tanto para sus ciudadanos, como para los extranjeros que, por distintos motivos, lleguen hasta este rincón de Extremadura. Sin importar esas razones, vamos a analizar a continuación algunos de los atractivos que necesariamente debes disfrutar en esta localidad durante tu estancia, al cual gracias a su buen clima puedes celebrar en cualquier época del año.
De shopping en medio de la historia
Aún poco explotada dentro de los circuitos turísticos más masivos, lo primero que nos llamará la atención de Plasencia es que, a diferencia de otros sitios similares, cuenta con un gran comercio que se desarrolla entre sus desordenadas y estrechas calles, albergando unas 1.000 tiendas de distintos segmentos, gran exponente del pequeño comercio que ahora tanto se defiende.
Por supuesto, el punto de mayor concurrencia es la Plaza Mayor, alrededor de la cual se realiza todavía el clásico mercadillo, con siglos de historia. Todos los martes, los comerciantes locales se acercan al lugar para vender comestibles que ellos mismos realizan, como así también bellísimas artesanías que podemos llevarnos de recuerdo, o como souvenir para algún familiar.
El abuelo colgado
Sí, sabemos que suena terrible, pero lo cierto es que el Abuelo Mayorga es uno de los íconos de Plasencia, y ha contribuido a darle fama tanto en la región como en todo el territorio español.
Ubicado en lo alto del Ayuntamiento, se trata de una figura de aproximadamente dos metros que parece colgar de la torre del reloj y que permanece allí desde hace décadas y décadas, siendo la representación actual una realizada en chapa hace aproximadamente 50 años.
Como bien cuentan los vecinos, es una especie de deidad del tiempo, que nadie deja de fotografiar.
Las catedrales de Plasencia
Como pocas ciudades, Plasencia aún puede presumir tanto de su antigua catedral como de la “nueva”. Realizadas en los siglos XIII y XV respectivamente las dos edificaciones permanecen en pie, con sus propias características.
De hecho, la más reciente es considerada “la joya de la corona”, porque si bien ha quedado inconclusa, en ella pueden apreciarse muchos de los elementos más llamativos de la arquitectura de aquella España en auge, con los toques barrocos, y unas increíbles sillerías y bóvedas.
Te recomendamos, por último, que intentes apreciar el atardecer desde la calle Blanca. Un recuerdo que te acompañará muchos años.
Los palacios, en plena recuperación
A medida que la afluencia de turistas crece en Plasencia, cada vez es mayor la inversión que las autoridades realizan a fin de mejorar el aspecto de algunos de los palacios del municipio que, como no podía ser de otro modo, también datan de aquellas primeras expresiones del Renacimiento.
Entre todos ellos, uno de los más bonitos es el Hotel Palacio Carvajal Girón, que se encuentra sobre la plaza de Ansano, y además es uno de los mejores sitios para alojarse y sentir su historia viva.
El Palacio de los Falcó
Mención aparte merece el Palacio de los Falcó, también conocido como Palacio de Mirabel, debido a que perteneció a los duques de Plasencia, Álvaro de Zúñiga e Isabel Pimentel.
Hablamos de un espacio tan exclusivo que hay que tener cita previa para poder verlo, y tampoco está abierto durante todo el año. Pero si estás programando un recorrido por Cáceres y quieres conocer más sobre cómo pasaba sus días la realeza, definitivamente tienes que pasar por aquí.
El Convento de San Vicente Ferrer
El indispensable conjunto arquitectónico de Plasencia tiene otros integrantes de lujo, como el Convento de San Vicente Ferrer, que ha sido reconvertido en el Parador de Turismo de la ciudad, y es una de las obras antiguas que mejor estado de conservación demuestra.
En su trayectoria, destaca por haber sido la sede de la primera escuela universitaria de la ciudad, aunque todos los flashes se los lleva su exquisita escalera volada, que data del siglo XVI.
La doble muralla placentina
Si eres uno de esos fanáticos de Instagram, que en cada nuevo destino está buscando el mejor ángulo para su próxima foto, déjanos decirte que hay pocos entornos mejores que la doble muralla placentina, la que fuera construida para proteger a la ciudad de los ataques externos.
Lo sobresaliente del caso es que buena parte de la doble muralla sigue en pie, más allá de que en ciertos tramos se le han adosado viviendas, aprovechando el refugio de las viejas construcciones.
Si quieres pasar por la zona restaurada que más luce, tienes que acercarte hasta la Torre de Lucía, muy cerca del acueducto medieval. No olvides subir a lo alto de la torre para ser testigo privilegiado, desde la altura, de lo poco que queda del antiguo castillo: su plaza de armas.
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Lo viejo… y lo nuevo
A pesar de sus innumerables encantos de Antaño, Plasencia es una ciudad que ha sabido subirse al carro de lo moderno, permitiéndole a sus visitantes que contemplen todo tipo de expresiones más propias de esta era, como por ejemplo las exposiciones artísticas que se producen en alrededores de la Plaza de la Catedral, además de otras fijas, y que son mucho más actuales.
Y si hablamos del talento de los placentinos, ¿qué decir de su mano para la cocina? La gastronomía local es una de las mejores excusas para pasarse al menos un fin de semana, y hasta tal punto se la reconoce por su calidad, que cuenta con una fuerte participación en varias de las denominaciones de origen de la zona. Por lo que más quieras, no te vayas de Plasencia sin probar sus platos típicos.
El paseo fluvial
Por no ahondar en los preciosos paisajes que rodean a Plasencia, como el Valle del Jerte o el Parque Nacional de Monfragüe, no podíamos despedirnos sin sugerirte también que pases un rato por el paseo fluvial, ideal para una tarde de caminata o bicicleta, en pareja o en familia.
Lo mejor de Plasencia es eso, que puede ser el sitio que tú quieras que sea.
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