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La monumental catedral, la famosa Giralda, el Real alcázar, la plaza de España… el patrimonio artístico, histórico y cultural de Sevilla es motivo más que suficiente para visitar esta bella ciudad, pero no es el único. La capital hispalense, que mira al río Guadalquivir, también ofrece ricas recetas tradicionales que da gusto saborear en sus animadas terrazas, en los típicos bares o en los restaurantes más populares de la ciudad.

Es mucho lo que hay que ver y hacer en Sevilla, pero en los recorridos que no pueden faltar por sus barrios emblemáticos como Triana, El Arenal o la Macarena, también hay que incluir alguna parada para disfrutar de la buena gastronomía sevillana. ¿Sabes qué comer en Sevilla? Aquí tienes algunas sugerencias.

Adobo y pescaíto frito

Pescaíto frito
Pescaíto frito

Tanto como plato principal, como en tapas, el pescado frito es un clásico de la cocina sevillana. Boquerones, acedías, tacos de merluza, de bacalao, chocos… son algunos de los pescados más frecuentes que se preparan simplemente con un ligerísimo rebozado, para luego freírlos en abundante aceite de oliva de excelente calidad. Las típicas freidurías andaluzas, que encontrarás repartidas por toda ciudad, son el lugar perfecto para tomar el pescaíto frito, que se vende en los tradicionales cucuruchos de papel.

Por su parte, el adobo es la salsa en la que se marinan muchos pescados antes de freírlos. Con un potente e inconfundible aroma, el adobo es puro sabor y se prepara con: aceite, vinagre, limón, pimentón y especias como el orégano o el tomillo. Sin tomar una ración (o dos) del sabroso cazón adobado, el viaje a Sevilla no estaría completo.

Rabo de toro

Rabo de toro Depositphotos

La Maestranza de Sevilla es la plaza de toros de la ciudad y a ella acuden tanto los aficionados a los toros, para disfrutar de las corridas, como numerosos visitantes que desean conocer el monumental tendido, el ruedo o el museo que guarda en su interior. La plaza, pura historia de la tauromaquia, es también el lugar de donde procede, en muchas ocasiones, el ingrediente básico de uno de los platos estrella de la cocina sevillana: el rabo de toro.

Este guiso potente y sabroso es una exquisitez cuyo secreto radica en el tiempo de lenta cocción que requiere la carne de toro que va acompañada de ajo, cebolla, laurel, vino… todo a fuego lento, al menos dos horas, para que la carne quede suave, extra blanda y con una salsa, deliciosa.

Gazpacho

gazpacho
Pixabay

El gazpacho se encuentra también entre los platos que hay que comer en Sevilla, sobre todo si se visita la ciudad en los meses más calurosos del año. Esta refrescante sopa, que tiene al tomate como principal protagonista, lleva también ajo, pimiento, pepino, aceite, vinagre y agua (o unos cubitos de hielo).

Hay tantos gazpachos como cocineros porque las proporciones de cada ingrediente dependen de los gustos y también del toque personal de quien prepara esta sopa, ideal para hidratarse lo necesario en los veranos sevillanos de calor intenso.

Soldaditos de Pavía (bacalao)

Soldaditos de Pavía Tamorlan Trabajo propio, CC BY 3.0 Wikipedia

Entre las tapas más populares de Sevilla se encuentran los soldaditos de Pavía que en realidad son también pescaíto frito, pero en este caso, se trata de bacalao desalado. El bacalao, una vez desalado, se corta en tiras que se envuelven en un rebozado muy especial que lleva, entre otros ingredientes, harina, agua, cerveza rubia, ajo y perejil. Además, estos palitos de bacalao se comen acompañados de tiras de pimiento rojo, de ahí el curioso nombre que recibe este clásico sevillano que, se cree, hace referencia al uniforme que llevaron soldados españoles en la batalla de Pavía.

Huevos a la flamenca

Los huevos a la flamenca son todo un referente de la cocina sevillana. Se trata de un plato muy sencillo del que también hay múltiples versiones según los gustos.

El secreto de su éxito radica en que los huevos se hacen en cazuela de barro y se hornean. Van acompañados de distintas verduritas como: guisantes, pimientos, cebolla o incluso alcachofas y como toque final, llevan chorizo y jamón serrano. El resultado son unos huevos deliciosos y un plato de lo más colorido y completo, ideal para tomarlo mojando pan en alguna alegre terraza sevillana.

Espinacas con garbanzos

Espinacas con grabanzos, de Dalayfood Depositphotos

Si descubres Sevilla en Semana Santa encontrarás las espinacas con garbanzos en el menú de cualquier restaurante y también es fácil que te las pongan, en pequeñas cazuelas, en la barra del bar si te has decidido a disfrutar del tapeo sevillano, una excelente manera de conocer la rica y variada gastronomía. La receta de este sencillo plato consiste en combinar unas espinacas salteadas con garbanzos cocidos y con unas rebanadas de pan tostado.

La clave del ‘humilde’ plato es el exquisito aliño que lleva como condimento, que incluye: ajo, pimentón, sal, comino, aceite y vinagre entre otros ingredientes. El resultado es una receta de sabor tradicional, que recuerda a los potajes de vigilia tan propios de la extraordinaria Semana Santa sevillana.

Cocido sevillano (y pringá)

No es exclusivo de Sevilla ya que, en realidad, se trata del tradicional cocido o puchero andaluz del que también existen numerosas versiones en las distintas zonas de la geografía española.

El cocido lleva carnes variadas: pollo, ternera, cerdo además de garbanzos, algunas verduras y también embutidos al gusto en especial una punta de jamón, morcilla y/o chorizo.

El contundente puchero es plato único, pero, además, con lo que suele sobrar se elabora la popular pringá, desmenuzando las carnes y los embutidos y mezclándolos muy bien para que formen casi una especie de paté.

La pringá se suele tomar en un montadito de pan crujiente. Como aperitivo, tapa o tentempié, es un clásico de Sevilla ideal para tomar con vino a cerveza.

Papas aliñás

Depositphotos Yalena Yemchuk

Otro básico del tapeo sevillano son estas sencillas patatas que ‘vuelan’ en cuanto llegan a la mesa.

Son patatas cocidas, que se toman con cebolla y perejil junto con un rico aliño de aceite de oliva virgen, vinagre y sal. El punto de cocción de la patata, el ‘arte’ para darle a la vinagreta el toque justo de sabor y el aromático perejil fresco son las tres claves para que esta tapa o guarnición, común en casi toda Andalucía, guste tanto.