Nos gustan los relatos de frontera porque es en estos territorios mestizos donde mejor se comprende la historia cultural de los pueblos. Porque las “rayas” sobre el mapa nunca son montañas infranqueables y no impiden el contacto entre diferentes culturas, aunque esos contactos, por supuesto, no siempre sean amistosos.
Una de las historias fronterizas más singulares de nuestro país es la protagonizada por Olivenza, una localidad que pertenece a España desde 1801 pero que formó parte de Portugal durante muchos siglos. Nos vamos a Badajoz para visitar Olivenza y conocer más de cerca este sustancioso episodio de la historia de España y Portugal.
Descubriendo Olivenza, espíritu de frontera
Con sus casi 12.000 habitantes, esta es la localidad más importante de los Llanos de Olivenza, una comarca que se ubica en el centro oeste de Badajoz separada del Alentejo portugués por el río Guadiana, a media hora al sur de Badajoz.
El municipio oliventino comprende, además, diferentes núcleos de población —las pedanías— entre las que se incluyen Villarreal, Santo Domingo o San Benito de la Contienda que también merecen una visita. Pero antes de recorrer Olivenza y sus pedanías, una visita al pasado desde el Puente Ajuda.
Olivenza, un puente entre España y Portugal
A 10 minutos al noroeste de la localidad oliventina nos encontramos con el símbolo más relevante de esta historia de frontera: el Puente de Ajuda, un puente en ruinas. Fue mandado construir por Manuel I de Portugal a principios del XVI para facilitar la conexión y ayuda de Olivenza —de ahí el nombre—, pero nunca fue un puente con suerte ya que sufrió tanto con las riadas del Guadiana como con los sucesivos conflictos fronterizos.
Su última destrucción data de 1709, en plena Guerra de Sucesión española cuando el español Marqués de Bay decide que es buena idea hacer saltar por los aires sus arcos centrales: y es que no hay guerra en la que no se echen abajo unos cuantos puentes. Con sus 380 metros de longitud, dicen que tenía el arco central de mayor luz de su época.
Tras diversos intentos de reconstrucción, fue en 1990 cuando los presidentes Aníbal Cavaco Silva y Felipe González acordaron su restauración tras inaugurar el puente nuevo a 200 metros aguas abajo en el año 2000. Pero, tal y como cita el catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Carlos III de Madrid Carlos Fernández Liesa en su separata La cuestión de Olivenza “un juez portugués prohibió la autorización de obras al entender que podía implicar un reconocimiento de que Olivenza es territorio español”.
¿Y cómo surge este secular conflicto entre Portugal y España sobre Olivenza y su territorio circundante? Tras su pasado visigodo y árabe, aún en estudio, Olivenza resurge con la toma de Badajoz por parte Alfonso IX en el primer tercio del XIII, último monarca del Reino de León: su hijo Fernando III el Santo sería el responsable de unir los reinos de Castilla y León surgiendo la Corona de Castilla.
Al igual que muchas localidades pacenses, como Jerez de los Caballeros, los templarios se encargaron de controlar Olivenza durante los primeros años hasta que, tras el Tratado de Alcañices en 1297, Olivenza es cedida por Castilla a Portugal junto a otros territorios.
Desde entonces, y con la única salvedad de la Unión Ibérica entre 1580 y 1640, Olivenza perteneció a Portugal. Fue en el contexto de la alianza militar francoespañola de principios de siglo XIX cuando, aprovechando el breve conflicto de la Guerra de las Naranjas, la titularidad de Olivenza cambia nuevamente de manos: el Tratado de Badajoz firmado el 6 de junio de 1801 confirma la soberanía española sobre Olivenza… nunca aceptada por Portugal, pese a firmar el acuerdo.
En los siguientes dos siglos, las reclamaciones por parte de Portugal han sido habituales, aunque las buenas relaciones generales de ambos países actualmente hacen que esta cuestión no esté en los primeros puestos en las respectivas agendas políticas. No obstante, la denominada Cuestión de Olivenza sigue de actualidad como demostró en su día el hecho de que la CIA llegara a comparar la localidad extremeña con los casos de Gaza o Cachemira… provocando las airadas protestas de los gobernantes oliventinos.
Recorriendo Olivenza
Es momento de dejar la historia aparcada un rato, y disfrutar del presente de una localidad y un entorno privilegiados que ha logrado brillar con luz propia en Badajoz gracias a su inapelable singularidad. Y qué mejor entrada en Olivenza que por la monumental Puerta del Calvario, la única puerta que se conserva de la muralla abaluartada, el cuarto cinturón de la localidad oliventina.
Y es que Olivenza, como hemos visto, siempre ha estado en medio del conflicto, primero entre cristianos y musulmanes, y después entre castellanos y portugueses, por lo que su defensa fue prioridad. La muralla abaluartada a la que pertenece esta puerta se levantó en el XVII durante la Guerra de Restauración en la que Portugal se oponía a seguir bajo el dominio de los reyes españoles en la denominada Unión Ibérica.
A un paso de la Puerta del Calvario, tenemos uno de los nueve baluartes de la muralla, uno de los mejor conservados y que acoge dos espacios que debemos visitar: por un lado, la propia Oficina de Turismo Municipal, y, por otro, el Museo Papercraft.
Este museo acoge 700 figuras en esta técnica que consiste en la construcción de esculturas tridimensionales en papel a partir de un patrón. Solo hay otro museo de la misma tipología en Europa, así que es una oportunidad que no hay que perder. Además, en este baluarte noroccidental, se conserva el Convento de San Juan De Dios cuya capilla ha sido reconvertida en auditorio.
Adentrándonos ya en el caserío oliventino callejeamos por María de la Cruz, San Juan y Díaz Brito entre viviendas encaladas en dirección a la plaza de la Magdalena donde visitamos la iglesia de Santa María Magdalena, construida en la primera mitad del XVI en estilo manuelino —como la famosa Torre de Belem de Lisboa—, aquella variante del gótico tardío de vibrante naturalismo y decorativismo.
En la vecina plaza de la Constitución se halla el Ayuntamiento oliventino. Si sigues por la calle Moreno Nieto en dirección sur llegarás al Paseo Chico, uno de los lugares más animados de localidad, donde sentarse un rato en una de sus terrazas y ponerse las botas con sus tapas, empezando, por supuesto, con unas migas y terminando con una Técula Mécula.
El Paseo Chico conecta con el Paseo Grande de la Plaza de España con su icónico palmeral. Una de las fachadas más reconocibles de este paseo es la del Palacio de los Marzales en estilo pombalino, aquel estilo arquitectónico práctico y funcional surgido tras el devastador Terremoto de Lisboa de 1755. Fue aquí donde se alojó Carlos IV y María Luisa de Parma durante la Guerra de las Naranjas y el consiguiente Tratado de Badajoz: una forma de reivindicar la soberanía española sobre esta plaza portuguesa.
Y si sigues hacia el sur por la calle Colón entre el Paseo Chico y el Grande llegas a la Plaza de Toros, construida a mediados del XIX bajo el patrocinio de Isabel II que, en 1858 dio a Olivenza la categoría de ciudad.
Tras la Puerta de Alconchel
De regreso al centro de la localidad, aún nos queda por visitar el núcleo histórico de Olivenza donde apreciar su origen medieval. Tras recorrer la calle Caridad, una de las más bonitas y entusiastas de la localidad, donde se ubica la Santa Casa de la Misericordia recubierta de una impresionante colección de azulejos historiados barrocos, giramos hacia el norte por Miguel Jiménez de Santillana para llegar a la Puerta de Alconchel.
Se trata de una de las dos puertas conservadas —junto a la de Los Ángeles, frente a la Santa Casa de la Misericordia— de la vieja muralla medieval, la primera que defendió Olivenza, mandada construir por Dinis I a principios del XIII. De la Puerta de la Gracia solo se mantiene un arco, mientras que la de San Sebastián es una reconstrucción de 2005.
Es en torno a la Plaza de Santa María, tras cruzar la puerta, donde encontramos la mayor concentración de patrimonio cultural de Olivenza. Por un lado, el Alcázar y Torre del Rey que acoge el Centro de Interpretación de Grafitos Medievales. Todo ello ocupa el lugar de la primitiva fortaleza templaria del XIII.
La Torre del Rey destaca sobre el conjunto con sus 37 metros siendo el torreón más alto en la frontera hispanoportuguesa. Junto a ella, la iglesia de Santa María del Castillo ubicada en el lugar donde se construyó el primer templo oliventino: una iglesia de planta salón con las tres naves a la misma altura de sabor renacentista que también cuenta con una notable colección de azulejos historiados y retablos.
Y nuestra última visita es el Museo Etnográfico Extremeño González Santana que ocupa 27 salas de dos plantas del Castillo además de otras dos del Cuartel del Asiento o la denominada Panadería del Rey: la mejor forma de conocer la historia de las tradiciones extremeñas.
El entorno de Olivenza: Pedanías, la Sierra de Alor y el lago de Alqueva
Olivenza es mucho más que su núcleo principal, no olvidemos de que se trata de un municipio que engloba diferentes poblaciones. Y una buena manera de conocerlas es seguir la ruta de las iglesias de las pedanías, entidades locales menores bajo el amparo de un municipio, pero que cuentan con su propio alcalde, el alcalde pedáneo.
La ruta de las pedanías de Olivenza
Se trata de una ruta circular que rodea la capital municipal y que comienza en San Francisco de Olivenza a 11 kilómetros al norte, una pedanía fundada a mediados de los 50 como uno de los pueblos de regadío pertenecientes al Plan Badajoz. Además de la modesta iglesia parroquial en su entorno se han descubierto los restos de una iglesia visigoda.
A 7 kilómetros al sureste está San Rafael de Olivenza también fundada en 1956, mientras que San Jorge de Alor, a 10 minutos al sur de Olivenza, tiene un origen mucho más antiguo: surge en el siglo XV llegando a ser municipio propio durante un breve periodo a mediados del XIX.
Nos detenemos un momento en esta población porque al oeste de la misma se halla la Sierra de Alor, Zona de Especial Conservación que nos ofrece un delicioso itinerario de 12 kilómetros que parte de la propia San Jorge de Alor y que nos lleva a recorrer fuentes, miradores, torres, hornos y hasta el refugio de un bandolero. Se trata de Diego Corrientes, conocido como el “Bandido Generoso” y que tiene hasta un museo en El Borge en la provincia de Málaga.
Al otro lado de la Sierra de Alor está Santo Domingo de Guzmán mientras que la vecina San Benito de la Contienda debe su nombre, como habrás imaginado, al ancestral conflicto fronterizo entre España y Portugal por estos territorios.
Y no nos debemos perder la visita a Villarreal, a 12 kilómetros al oeste de Olivenza, la antesala de nuestra última parada en este territorio fronterizo. Y es que aquí se encuentra el embarcadero del embalse de Alqueva que conecta España y Portugal
Disfrutando del Guadiana en el lago de Alqueva
Alqueva es el ejemplo de que, a pesar de la conflictividad fronteriza, España y Portugal mantienen una cordial relación: este lugar forma parte de Interreg España – Portugal, el programa de cooperación transfronteriza entre ambos países. Y es que el Guadiana no conoce de fronteras y sus aguas han sido aprovechadas para generar el lago artificial más grande de Europa.
Fue inaugurado en 2002 y se extiende por 250 km2 bañando las aguas de cuatro municipios extremeños, además de Olivenza, y 8 municipios del Alentejo portugués: ¡son nada menos que 1160 kilómetros de costa!
Entre sus numerosos atractivos, los deportes acuáticos, el senderismo, la observación de aves o las playas fluviales, incluyendo una con bandera azul, la de Cheles, a 25 minutos al suroeste de San Benito de la Contienda.
Mención aparte merece el astroturismo que se ha puesto de moda en toda la zona al contar con uno de los cielos estrellados con menor contaminación lumínica de Europa. En la orilla portuguesa del Guadiana se ubica el Observatorio Oficial Dar Sky Alqueva que fue premiado en los Travel Awards 2019. Mientras que a este lado está el conocido como Mirador Celeste de Villarreal que ofrece información con un mapa para disfrutar de las estrellas… allá donde tampoco saben nada de fronteras.
Únete a la conversación