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Al suroeste de Francia y limitando con Guipúzcoa y Navarra, el País Vasco Francés plasma toda la belleza de sus paisajes y toda su riqueza cultural en una serie de pueblos de mar y de montaña que es una delicia descubrir.

La idiosincrasia vasca, la particular arquitectura característica de Euskadi, las costumbres y tradiciones y, por supuesto, la excepcional gastronomía, cruzan fronteras y se extienden por el departamento francés de los Pirineos Atlánticos, ofreciendo la posibilidad de hacer una ruta que reboza encanto. Localidades costeras de esencia marinera, antiguas bastidas medievales y rincones de interior donde el sosiego es norma te esperan cuando descubras los pueblos más bonitos del País Vasco Francés.

Biarritz

Biarritz, Ana Jimenez Pixabay

Al pie de los Pirineos y abierta al Cantábrico, Biarritz es una de las localidades más bonitas y conocidas del País Vasco Francés especialmente por sus playas, perfectas para la práctica del surf.

‘Chic’ como pocas, esta ciudad, elegida por la nobleza europea como lugar de descanso donde darse aquellos primeros baños de mar en el siglo XIX, conserva todo el glamour que le otorgan los palacetes y casas señoriales de sus elegantes calles y ofrece numerosos puntos de interés.

El elegante casino, la Grand Plage, la inconfundible playa con sus casetas de típicos toldos a rayas, el coqueto puerto viejo o los bellos paisajes de acantilados rocosos donde destacan el faro o la Rocher de la vierge (roca de la virgen) son solo una pequeña muestra de los atractivos de esta siempre animada ciudad vascofrancesa.

San Juan de Luz

San Juan de la Luz
Fuente: Pixabay/DEZALB

Próximo a la frontera con España, en la costa de Iparralde (País Vasco Francés) se encuentra San Juan de Luz, una encantadora localidad cargada de historia, ya que aquí se casó el rey Luis XIV con la infanta española María Teresa de Austria en 1660.

Se trata de uno de los pueblos más bonitos de la zona, donde es un placer pasear por el pintoresco puerto, recorrer el Promenade, el bonito paseo marítimo que acompaña al arenal de la grande plage, favorita de veraneantes, o perderse por las encantadoras callejuelas del casco antiguo. El particular mercado de Les Halles, la plaza Luis XIV, la rue León Gambetta, peatonal y llena de típicas y lujosas tiendas y la iglesia de Saint Jean Baptiste, son puntos esenciales en cualquier paseo.

Ainhoa

Ayuntamiento y calle principal de Ainhoa Harrieta 171 Wiikimedia

Ainhoa es un pueblo ‘de postal’ en el que destacan sus bonitas casas tradicionales típicas de la arquitectura labortana, caracterizada por las fachadas con piedra expuesta en esquina y puertas y contraventanas en madera de vivos colores, desde el rojo al azul o el verde.

La pequeña localidad ubicada en el interior de la provincia vasco francesa de Labort ( a unos 3 kilómetros de España) está formada por una gran calle central adornada a ambos lados por las bellas construcciones.

Además, no hay que perderse la iglesia de Nuestra Señora del la Asunción, del siglo XIII, en cuyo interior llaman la atención las tradicionales galerías en madera en las paredes laterales y trasera. El frontón y la plaza del ayuntamiento son también parada en el recorrido por este tranquilo lugar paso del Camino de Santiago francés.

Saint Jean Pied de Port

Saint Jean Pied de Port, W. Bulach, trabajo propio, Wiipedia

Para muchos es el pueblo más bonito del País Vasco Francés y son numerosos los atractivos que le hacen excelente candidato a este título. Saint Jean Pied de Port, capital de la región de Behe Nafarroa (Baja Navarra) es también una localidad clave en el inicio de la ruta Xacobea, ofreciendo a visitantes y peregrinos su particular belleza serena.

Hay que disfrutar de su casco antiguo, que conserva parte de las antiguas murallas y también del trazado de calles medievales por las que es un placer perderse. Atravesado por el río Nive y rodeado de paisajes pirenaicos de gran belleza, este lugar es un pequeño tesoro por descubrir.

La rue de la Citadella es una de sus calles principales más bonitas en laque se encuentran casas de arquitectura tradicional, muchas convertidas en coquetas tiendas de todo tipo. La calle lleva hasta la zona más alta del pueblo, la antigua ciudadela fortificada construida sobre la colina de Mendiguren.

La hermosa estampa del Puente Viejo, junto a la plaza Floquet, la iglesia gótica de Notre Dame du Bout du Pont, y la coqueta calle d’Espagne son esenciales en la visita.

La Bastide – Clairence

Plaza del ayuntamiento, La Bastide Clairence, Asp, Wikipedia

Está considerado uno de los pueblos más bonitos de toda Francia y es un ejemplo de lo que fueron las antiguas bastidas, las villas fortificadas medievales con su inconfundible plazoleta central porticada.

Las casas tradicionales, de fachadas blancas y entramado y contraventanas en madera verde o roja, fieles al estilo labortano, dan a La Bastide todo su encanto pero, además, no hay que perderse la iglesia de Notre Dame de la Bastida Clairence con su interior, donde están las tribunas de madera, y su exterior, donde se encuentra el antiguo cementerio.

Imprescindible es también disfrutar de todo el encanto de la plaza mayor y de las callejuelas que parten de ella, contemplando los múltiples talleres de artesanos que se encuentran en sus soportales igual que ocurría siglos atrás.

Espelette

Fachada casa tradicional de Espelette, imagen Fabien, Pixabay

Inmerso en un hermoso paisaje montañoso, también en la provincia de Labourd, Espelette (Ezpeleta en Euskera) es un encantador pueblecito muy conocido porque en sus típicas casas labortanas cuelgan sus famosos pimientos rojos secándose al sol. Con este particular ‘adorno’ en las fachadas, el centro histórico reboza colorido propio e invita a recorrer sus coquetas callejuelas. Visitas interesantes son también plaza del Mercado, la iglesia de San Esteban (Saint – Etienne) con un espléndido interior barroco y el castillo de los Barones de Espelette.

Sare (Sara)

Catalogado como uno de los pueblos más bellos de Francia, Sare es una tranquila localidad que muestra su discreta belleza a los pies del emblemático monte Larrún, a cuya cima se puede llegar cogiendo el histórico tren de cremallera que, partiendo de pueblo, salva los 900 metros de desnivel para ofrecer vistas inolvidables desde la cumbre vascofrancesa que permite contemplar incluso la no muy lejana costa.

Además, un paseo por su encantadora calle principal, el imprescindible frontón, la plaza del ayuntamiento, la bonita iglesia de San Martín, con su enorme campanario, o el curioso museo del Pastel Vasco, donde descubrir el origen de este tradicional postre, son elementos de una visita que permite descubrir la esencia de esta hermosa tierra.