El 11 de mayo de 2011 un terremoto de magnitud 5,1 sacudió la tierra del entorno de Lorca dañando un 80% de sus viviendas además de dejar 9 víctimas mortales y más de 300 heridos. Una década después, Lorca no olvida aquel día aciago, pero vuelve a sonreír ofreciendo al visitante su exultante patrimonio y sus diversos atractivos naturales. Acompáñanos en este viaje al suroeste de Murcia para conocer Lorca, la ciudad del sol.
Una ruta urbana por Lorca
Cuenta la leyenda que un príncipe troyano llamado Elio y un griego llamado Crota fundaron el asentamiento con el nombre de Eliocroca que podría traducirse como ‘ciudad gobernada por el Sol’. No cabe duda de que los primeros pobladores de este entorno se sintieron iluminados y protegidos por el calor y la luz de sol durante buena parte del año.
Para tener una primera panorámica de la historia lorquina debemos subir al Castillo-Fortaleza del Sol, una construcción cuyo origen está en el siglo IX, en la antigua Lurqa musulmana. Pese a que los trabajos arqueológicos sugieren que el cerro en el que se ubica el castillo fue poblado desde el Neolítico existiendo un gran poblado argárico en torno al 2.000 a.C., los primeros documentos nos llevan al periodo bajo dominio musulmán que pasaría a ser principal vigía de la frontera con el Reino nazarí desde la conquista de Alfonso X en 1244.
Ocho siglos después, la Fortaleza del Sol sigue luciendo espectacular, incluyendo entre sus muros las torres Alfonsina y del Espolón, ambas del XIII, la Judería lorquina que en origen se encontraba dentro de la alcazaba y que sigue siendo investigada por los arqueólogos, además del Parador de Turismo abierto desde 2012.
Bajamos ya del cerro del castillo y nos dirigimos a la plaza de España, también conocida como ‘plaza de Afuera’ por ser uno de los primeros edificios públicos ubicados más allá de las primitivas murallas lorquinas que fueron parcialmente derribadas a partir del siglo XVI cuando, desmantelado el Reino Nazarí, ya no era preciso contar con una estructura urbana defensiva.
En el entorno de la plaza se ubican dos de los principales monumentos lorquinos, la colegiata de San Patricio y la Casa Consistorial. El primero es el único edificio bajo la advocación de San Patricio, tan popular en tierras irlandesas, ofreciendo una espectacular fachada barroca. Por su parte, la Casa Consistorial, actual sede del Ayuntamiento, se reforma a finales del XVII tras el terremoto de 1674, presentando dos bellas galerías con arcadas de medio punto.
Dejamos la monumental plaza de España para callejear un rato por el casco antiguo de Lorca, recorriendo la calle del Álamo desde la que se tiene una espectacular panorámica del cerro del castillo, para después girar hacia la peatonal calle Corredera, una de sus principales vías comerciales.
Muy cerca, en la Cuesta de San Francisco visitamos el Museo Azul de la Semana Santa en el que la tradición del bordado lorquino de la Hermandad de Labradores —también conocido como Paso Azul—, es el principal protagonista. Y es que la Semana Santa lorquina es la fiesta por excelencia de Lorca habiendo sido declarada como Fiesta de Interés Turístico Internacional además de buscar el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Tras visitar la plaza del Negrito, uno de los rincones más pintorescos de Lorca, llegamos al Teatro Guerra en la plaza Calderón de la Barca, el más antiguo de la región abriendo sus puertas en 1861. Siguiendo por la calle Príncipe Alfonso llegamos al Centro Regional para la Artesanía, junto a la iglesia de San Mateo, que ofrece al visitante otra muestra más de la tradición de los oficios artesanales lorquinos.
Pero el edificio que más brilla en esta zona es el palacio de Guevara, también conocido como Casa de las Columnas, el edificio barroco civil más relevante de Lorca. Su fachada es todo un símbolo lorquino con sus columnas salomónicas y su espectacular blasón central, no en vano Lorca también es conocida como ‘la ciudad de los 100 escudos’.
Volvemos a la calle Corredera que recorremos en dirección norte para visitar la iglesia de Santiago, una de las diversas construcciones religiosas que pueden recorrerse en la Ruta de las Iglesias. En este caso estamos ante un templo barroco reconstruido tras el terremoto de 1674, que debió ser parcialmente reconstruida de nuevo tras el seísmo de 2011.
Y terminamos esta ruta urbana por Lorca en dos museos. Por un lado, el muBBla, Museo de Bordados del Paso Blanco, la otra cofradía principal de la Semana Santa lorquina. Y, por otro, el Museo Arqueológico Municipal, visita imprescindible para entender la complejidad histórica de la ciudad del sol desde sus primeros pobladores neolíticos.
El entorno de Lorca: senderos, pedanías y playas
El municipio de Lorca es el segundo más extenso de España tras Cáceres. Con una superficie de más de 1.600 km2 ofrece un sinfín de entornos naturales para todos los gustos. Nosotros comenzamos nuestro recorrido por los alrededores de la ciudad del sol transitando por la Vía Augusta, una de las mejores formas de conocer el pasado romano de la ciudad murciana.
Y es que este sendero que conecta la ciudad con el embalse de Puentes formó parte de aquella Vía Augusta que fue una de las calzadas romanas más importantes del área mediterránea: con una longitud de 1500 kilómetros transitaba por todo el Levante hispano enlazando las Galias con Cádiz.
En este tramo que parte del Centro de Visitantes de la Merced a un paso del puente Alberca, recorremos algo más de 14 kilómetros a la vera del río Guadalentín, el conocido como ‘río más salvaje de Europa’ por sus bruscos cambios de caudal.
Si seguimos hacia el norte, podemos visitar alguna de las casi 40 pedanías que forman parte del municipio: huertas, canales, acequias y rústicos caminos que harán las delicias de aquellos viajeros que disfrutan de la serenidad de los entornos rurales fuera de las rutas más turísticas.
Y finalizamos nuestra visita a Lorca en la costa para conocer el Parque Regional de Calnegre y Cabo Cope, al suroeste de la bahía de Mazarrón, que agrupa buena parte del litoral lorquino. Y es que el municipio de Lorca es tan grande que alcanza la costa murciana: 11 kilómetros de franja litoral en la que encontramos más de una decena de calas y playas como El Siscal, Los Hierros, la propia Calnegre o Cala Blanca, una de las playas icónicas de la Costa Cálida.
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