Puertos históricos, villas de película, islas insólitas, lagos refrescantes y el yacimiento arqueológico más famoso de Italia… Es cierto que Roma es infinita, podríamos pasar en ella un año y seguiríamos descubriendo rincones increíbles. Pero si queremos descubrir otros destinos cercanos a la capital o, simplemente, nos apetece respirar más allá del bullicio de la Ciudad Eterna, os ofrecemos las mejores excursiones de un día desde Roma, lugares en los que seguir disfrutando del arte y la historia, pero también de la naturaleza y el mar.
Via Appia y las catacumbas
Ningún viajero se debería ir de Roma sin recorrer un tramo de la Via Appia. Ubicada al sur de la ciudad, se trata de una antigua vía de comunicación entre la capital del Imperio y los puertos del sur, especialmente Brindisi, situado en el extremo del litoral oriental de la península itálica siendo durante siglos el principal puerto de conexión entre Roma y Oriente Medio. Pero nosotros no vamos a recorrer los más de 500 kilómetros de aquella Via Appia imperial: nos conformamos con deleitarnos con al aire puro de los jardines, las arboledas y las villas más allá de las murallas.
En el entorno de la Via Appia también encontramos varias catacumbas, otro imprescindible de Roma: una visita inolvidable para muchos viajeros. Y es que en la Roma Antigua estaba prohibido enterrar a los muertos intramuros, lo que llevó a construir estas inmensas estructuras subterráneas que también fueron usadas por los primeros cristianos para sus reuniones clandestinas. Las de Calixto, con sus 20 kilómetros de longitud y cuatro niveles, es la más visitada. Por su parte, las de Domitila o San Sebastián, también merecen la pena si vamos con tiempo.
Ostia
Ostia Antica fue el principal puerto comercial de la Antigua Roma llegando a sumar unos 50.000 habitantes en el II d. C. Recientemente, un grupo de arqueólogos británicos que trabajan en el yacimiento afirmaron que Ostia Antica podría haber sido tan grande como Pompeya, así que esta excursión puede ser más que interesante si Pompeya no está en nuestra ruta por Italia. Pero al contrario de lo que sucedió con la ciudad del sur, Ostia no pereció por un volcán sino por el olvido tras la caída el Imperio: una ciudad fantasma que terminó siendo cubierta por la arena.
Pero os hemos prometido algo que más que ruina y reminiscencias imperiales: en la costa tirrena encontramos Ostia Nuova, una ciudad de poco más de 80.000 personas que ofrece a los romanos un respiro durante los meses de calor asfixiante. De acuerdo, no es la playa más bella de Italia, pero un chapuzón y un chiringuito playero siempre es un buen plan cuando en la ciudad hay 30 grados a la sombra.
Tívoli
A 45 minutos al este de Roma, encontramos Tívoli una de las mejores excursiones de un día desde Roma porque alberga dos de las villas antiguas más fascinantes de toda Italia. Por un lado, Villa Adriana, erigida por el emperador de origen hispano en la que pasó largas temporadas alejado del bullicio capitalino. Templos, fuentes, estanques, bibliotecas, teatros… Un enorme complejo para el goce del emperador y su familia.
En la zona oriental de Tívoli se ubica Villa del Este, uno de los mejores testimonios de arquitectura residencial renacentista del entorno de la capital italiana. Además de los propios edificios, los jardines y las fuentes son una gozada, sobre todo cuando aprieta el calor.
Lago de Bracciano
A menos de una hora al norte de Roma está uno de los espacios naturales más refrescantes del entorno de la capital italiana, un lago de casi 60 kilómetros cuadrados que es el octavo más grande de todo el país y que, en algunos puntos, tiene una profundidad de más de 150 metros… por si te gusta bucear. El lago se encuentra en el Parque Natural de Bracciano-Martignan, una buena opción para disfrutar de la naturaleza, que nos la merecemos después de tanto síndrome de Stendhal en la Ciudad Eterna.
Orvieto
A algo más de una hora y media al norte de la capital, se encuentra otra de las mejores excursiones de un día desde Roma, un lugar para degustar la mejor arquitectura medieval italiana. Ubicada sobre una enorme roca de piedra volcánica, en origen fue una importante ciudad etrusca.
Lo mejor de Orvieto lo encontramos en la plaza en la que se ubica el Duomo que tiene una de esas fachadas que enamoran, como la de Siena: obra maestra de la arquitectura gótica italiana, aquí no encontraremos la verticalidad vertiginosa del gótico centroeuropeo sino una delicada fachada plagada de mosaicos y esculturas.
La ciudad subterránea es la otra visita imprescindible en Orvieto: 400 cuevas y grutas que sirvieron tanto de almacén como de refugio y que nos pueden recordar a las de otras ciudades como París o Pilsen.
Isla de Ponza
Entre Roma y Nápoles se sitúa el archipiélago de las Islas Pontinas cuya isla principal es Ponza, una de las excursiones de un día desde Roma más originales. Para llegar a Ponza lo más adecuado es ir primero hasta Anzio, a poco más de una hora al sur de la capital, y desde allí tomar un ferry que nos deja en Ponza en unos 60 minutos.
Isla de asombrosos acantilados cuenta con algunas playas espectaculares bajo las paredes de roca: la playa de Luna, al oeste de la isla, es la más famosa acudiendo a ella numerosas embarcaciones que disfrutan de un entorno mucho menos masificado que la vecina Capri. Al norte está la playa de Lucia Rosa, otro arenal salvaje que ofrece vistas increíbles.
Pompeya
Y finalizamos esta selección de las mejores excursiones de un día desde Roma con la visita al yacimiento arqueológico más famoso de Italia (con permiso del Foro) y uno de los más célebres del mundo. Situado a algo más de dos horas y media de Roma, si queremos disfrutar de Pompeya sin hacer noche en el entorno debemos madrugar bien para aprovechar el día. Pero a cambio disfrutaremos de una leyenda del Imperio romano.
El 24 de agosto del año 79 d. C., una feroz erupción del Vesubio arrasó la ciudad quedando sepultada por varias capas de ceniza volcánica que se extendió por miles de kilómetros a la redonda llegando a países como Siria o Egipto. Se calcula que pudieron morir unas 5000 personas de Pompeya y la vecina Herculano.
No sería hasta el XVIII cuando aquella ciudad convertida en mito sería redescubierta por un grupo de investigadores bajo el mecenazgo de Carlos III: el tesoro que encontraron ante sí fue todo un hito en la historia de la arqueología. Hoy en día sigue siendo uno de los grandes atractivos turísticos de todo el país.
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