Tal vez sea el arquitecto vivo más famoso e influyente del mundo: Frank Gehry llevó la arquitectura a un nuevo nivel desde que comenzó a trabajar en Los Ángeles en los años 50. Su afán por convertir sus edificios en una suerte de organismos vivos, de formas insólitas y materiales innovadores, le llevó a ganar el Premio Pritzker en 1989, el conocido como ‘Nobel de la arquitectura’ que han recibido otras figuras como Kenzo Tange, Oscar Niemeyer o Rafael Moneo.
Ya asentado como uno de los starchitect más solicitados —y mejor pagados— del mundo, Gehry comienza a aceptar encargos en todo el planeta difundiendo un estilo que pronto se convertirá en icónico. Galardonado en 2014 con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Gehry todavía sigue en activo a sus ¡91 años! Recordamos algunos de sus edificios más emblemáticos en esta lista.
Walt Disney Concert Hall (Los Ángeles, Estados Unidos)
¿Os suena? Este edificio tiene mucho en común con el Guggenheim de Bilbao. Y aunque se terminó después que el símbolo de la ciudad vizcaína, el Walt Disney Concert Hall se diseñó antes. Y es que la obra maestra angelina del arquitecto canadiense tuvo una vida azarosa: más de 20 años tardó en rematarse desde que la viuda de Walt Disney organizara un concurso internacional para crear un edificio que devolviera a la ciudad californiana al primer plano de la arquitectura mundial.
Teniendo en cuenta quién era el promotor, se puede decir que todo el mundo se presentó al concurso, pero Gehry se llevó el gato al agua. El revolucionario diseño del edificio desafiando los valores clásicos de la arquitectura y ese aspecto externo de formas expresionistas generado por más de 12.000 piezas de metal fueron claves para que poco después de su diseño, Gehry fuera reconocido con el Premio Pritzker.
Bodegas Marqués de Riscal (Elciego, Álava, España)
Por esta época Gehry ya no necesitaba presentarse a ningún concurso: era el arquitecto más deseado del mundo y quien le quisiera debía arreglárselas para convencerlo. Cuentan que los responsables de la bodega Marqués de Riscal —la más antigua de Álava— invitaron al arquitecto canadiense a pasar un fin de semana en la bodega. Tras abrir una botella de Rioja de 1929 —año de su nacimiento— el arquitecto dijo ‘sí’.
A sus ya clásicos caprichos metálicos, Gehry añade en este caso el color como un elemento expresivo más de la piel del edificio que se convirtió rápidamente en un icono de trascendencia mundial desde su inauguración en 2007. La arquitectura más vanguardista se unía a un concepto revolucionario en el sector vitivinícola: conjugar la producción de vino con el ocio y la cultura, el principio del enoturismo.
Casa Danzante (Praga, República Checa)
Seguimos en Europa, pero nos vamos un poco más al norte para disfrutar de otro de los edificios más emblemáticos de Frank Gehry. El Banco Nationale-Nederlanden de los Países Bajos invirtió una buena suma en atraer talento internacional para la sede del banco en la capital checa. Pero no fue Gehry la primera opción para este proyecto, sino que los promotores y Vlado Milunic, coordinador del encargo, acudieron antes a Jean Nouvel que rechazó el ofrecimiento por la pequeña superficie del lugar.
Este hecho fue fundamental para que Gehry se pusiera manos a la obra demostrando que los espacios ajustados también pueden albergar edificios únicos. La Casa Danzante, con su estructura dinámica que avanza hacia la calle, se basó en una fusión de contrastes, entre lo sólido y lo etéreo, entre lo femenino y lo masculino, entre el yin y el yang, o como diría el propio arquitecto, entre Ginger Rogers y Fred Astaire. A pesar de que fue ridiculizada en sus inicios denominándola La Casa Borracha —lo raro es que un edificio nuevo no cause controversia al principio—, la obra checa de Gehry es ahora uno de los principales reclamos turísticos de Praga.
Biomuseo (Panamá)
Con un coste de 100 millones de dólares, el Museo de la Biodiversidad de Panamá es uno de los edificios más singulares y menos conocidos de Frank Gehry. Desde finales de los 80, la Fundación Amador comenzó a promover un proyecto de estudio del origen del Istmo de Panamá que más tarde debía centrar un museo de nueva creación.
Desde finales de los 90 comenzaron los contactos para dar forma a este museo, pero diversos problemas financieros y técnicos ralentizaron el proyecto hasta que, finalmente, en 2006 el diseño de Gehry empieza a tomar forma. El deconstructivismo típico del arquitecto canadiense se enriquece en el Biomuseo de Panamá con un arrebato cromático de aire funk, como diría el propio artista.
New York by Gehry (Nueva York, Estados Unidos)
¿Qué arquitecto puede nombrar un edificio como si se tratara de un perfume o unas gafas? Con más de 80 años, Frank Gehry ya es algo más que un arquitecto cuando inaugura en el 8 de Spruce Street en Nueva York un rascacielos que pasa a formar parte ineludible de su colección de obras maestras. El New York Times dijo de él que era “el mejor rascacielos de los últimos 50 años“. Y no cabe duda de que este edificio destaca en la ciudad más difícil para destacar.
La piel de la torre esta recorrida por olas de metal que cambian de aspecto dependiendo de la hora del día y del tipo de luz que impacte sobre ella. Más de 10.000 paneles de titanio y hierro que forman estas ondas para la torre residencial más alta de Estados Unidos: otra joya más para la Gran Manzana. Por cierto, si estás buscando alquilar un piso, echa un vistazo a los precios de sus apartamentos disponibles… Es lo que tiene vivir en un Gehry, es lo que tiene vivir en Manhattan.
Torre de la Fundación Luma (Arlés, Francia)
Tras varios años de construcción, hace unas semanas se inauguraba la última aportación del genio canadiense: una torre de 56 metros cubierta por 11.000 placas de aluminio concebida como si se tratara de una escultura. Inspirado en las montañas y las rocas del entorno de la Provenza y por los trazos expresionistas de Van Gogh que vivió su éxtasis creativo en la localidad francesa, el edificio de Gehry vuelve a configurarse como un camaleón cuyo aspecto varía en función de la luz que recibe.
Museo Guggenheim (Bilbao, España)
Poco más se puede decir de uno de los iconos arquitectónicos más importantes de Europa y que tanta repercusión tuvo en la regeneración cultural y económica de Bilbao. Diseñado en 1992 partiendo de los planos del Walt Disney Concert Hall que por aquellos tiempos había sido paralizado, la textura de titanio del edificio inspirada en la fisionomía de un pez logró integrarse de forma idílica en el entorno de la ría de la ciudad vasca convirtiéndose rápidamente en un símbolo de la arquitectura de vanguardia de finales del siglo XX.
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