Una ruta de senderismo no es solo un camino para disfrutar de la naturaleza, sino también un recorrido por la historia cultural de un pueblo. Un buen ejemplo de esta conexión entre naturaleza e historia es la ruta del zumaque en Estella (PR-NA 202) que recorre algo más de 10 kilómetros en torno a la localidad navarra entre arbustos muy especiales.
Porque el zumaque es una especie de uso tradicional en Oriente que pudo llegar a esta tierra en la Edad Media para ayudar al curtido de pieles, industria que ha tenido gran relevancia en Estella desde hace siglos. Acompáñanos en este recorrido por el entorno de Estella-Lizarra disfrutando de la historia y la naturaleza de Navarra.
Ruta del zumaque, el sendero rojo de Estella
Fue en 2016 cuando el Proyecto Piel – Azala Proiektua inició un proceso de socialización del paisaje industrial curtidor de Estella al que pronto se adscribió el diseño de una ruta por los alrededores de la localidad navarra con el objetivo de dar a conocer un elemento natural vinculado al paisaje industrial curtidor estellés.
Y ese elemento natural no podía ser otro que el zumaque, el arbusto más característico de Estella que, cuando llega el otoño, tiñe de rojo el entorno de la localidad navarra. Pero ¿por qué estas zumaqueras en la zona? ¿Para qué se usaban?
El zumaque o Rhus coriaria es una planta originaria del sur de Europa pero que comenzó a aprovecharse en Oriente con diversos usos, desde el culinario —los romanos ya lo usaban como acidulante sustitutivo del limón o el vinagre— al industrial.
Es más que probable que el zumaque llegase al entorno de Estella-Lizarra en la Edad Media, en la época de apogeo de la ciudad que se convirtió en la capital del románico navarro: los frutos de este arbusto se usarían para curtir el cuero siguiendo la tradición oriental gracias a su alto contenido en tanino que proporciona al cuero un agradable olor a té además de hacerlo resistente a luz y ayudar a fijar los colores de la piel.
Calles como Pelaires o Curtidores o viejas fábricas como la de Curtidos de Ruiz de Alda, además de las numerosas tenerías, imprentas, curtidurías y zapaterías nos informan de una tradición ancestral vinculada al trabajo del cuero que se apoyó en el uso del arbusto rojo que colorea el entorno estellés.
Recorriendo la ruta del zumaque
Cuando nos embarcamos en un sendero, a menudo no pensamos en lo que cuesta trazarlo y, sobre todo, mantenerlo. Se necesitaron varios años de estudio de cartografías y tracks para diseñar esta ruta, además con una perspectiva sostenible: la de aprovechar senderos preexistentes poniéndolos en valor también como productos turísticos.
El resultado es este sendero circular de 13 kilómetros (10 + 3) que puede dividirse en tres sectores con una variante y que arranca y termina en el Puente de la Cárcel, icono estellés que unió desde el siglo XII los burgos de San Martín y San Miguel, núcleos de población medievales que serían el germen de la futura Estella. Demolido durante las guerras carlistas del XIX, fue reconstruido definitivamente hace 50 años.
Primer sector
El primer sector se vincula con la zona de San Lorenzo y San Millán, 5 kilómetros de laderas alcanzando el punto más alto de la ruta. Y es que la ruta del zumaque empieza fuerte, en ascenso, rumbo a la ermita de San Lorenzo.
Pero antes de dirigirnos a esta ermita, un aviso: al poco de comenzar la ruta, el camino se divide en dos. Hacia la izquierda se sube hacia San Lorenzo, mientras que a la derecha se visitan las calaveras del Parque de los Desvelados, un singular conjunto artístico realizado por el escultor Luis García Vidal desde 1971: el artista usó el zumaque como materia prima de sus insólitos cráneos, así que el desvío (de tres kilómetros) es más que pertinente.
Las ruinas de la ermita de San Lorenzo se encuentran a casi 550 metros de altura, pero aún nos queda una última subida a la cima de la ruta del zumaque, la que lleva a la ermita de San Millán y sus 670 metros de altura. Tras tres kilómetros de senda, podemos disfrutar de una bonita panorámica de Estella mientras caminamos entre pinos, olivares y zumaques, además de algunas cabañas de piedra seca utilizadas antiguamente por los agricultores.
Desde San Millán, descendemos de forma abrupta de nuevo hacia Estella para pasar ante la Cruz de Peñaguda y, un kilómetro más tarde, hacia la basílica de Nuestra Señora de Puy: cuenta la leyenda que el origen de esta devoción por la Virgen de Puy se vincula al encuentro de una imagen de la virgen en una cueva en la época de fundación de Estella a finales del XII, aunque el templo actual es de mediados del XX.
Segundo sector
Tras pasar el Puente de Santiago, se inicia el segundo tramo que nos lleva por el camino de las Lecherías en la zona de huertas y regadíos de Valdelobos caminando entre pinares que se asoman a precipicios sobre el río Ega que transcurre al norte de la senda: con sus más de 100 kilómetros, es uno de los principales afluentes del Ebro que discurre por tierras navarras.
El camino vuelve ascender tras girar hacia el este rumbo a la ermita de Santa Bárbara que también ofrece unas bonitas vistas del entorno estellés. A espaldas de la ermita se ubican los restos de un antiguo fuerte militar de época carlista.
Y es que estas guerras tuvieron mucha repercusión en Navarra apoyando a Carlos María Isidro frente a Isabel II, que llega a entrar triunfante en la ciudad en 1835. Podéis informaros de este interesante episodio en el Museo del Carlismo, a un paso del Puente de la Cárcel.
Tercer sector
Tras alcanzar los 550 metros de altura en la ermita de Santa Bárbara es hora de volver a descender hacia el pueblo para cubrir el último sector de la ruta del zumaque de la que aún restan algo más de 2,5 kilómetros cuando coronemos el monte sobre el que se ubica la ermita.
Tras dos kilómetros llegamos a la Puerta de Castilla siguiendo la calle de Fray Diego compartiendo ruta con el Camino de Santiago. Se trata del único portal en pie de las murallas de la antigua ciudad medieval.
Pero antes de regresar al Puente de la Cárcel, una última sorpresa: la visita a la Cruz de los Castillos que recuerda la presencia de un castillo cuya primera fase dataría del siglo XII y que es volado a finales del XVI quedando en ruinas. Las vistas de Estella desde este punto son magníficas.
Nuestra última parada es la zona monumental por excelencia de Estella donde visitamos el barrio de San Pedro, la iglesia y claustro de San Pedro de la Rúa, Santa María Jus del Castillo, la antigua judería y el barrio de los curtidores, el cual nos recuerda esta tradición local vinculada al zumaque, el arbusto que tiñe de rojo el otoño de Estella.
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