La triple arcada del mirador de Santa María del Naranco es uno de los símbolos más genuinamente asturianos hasta el punto de que fue incluida en el logo de la famosa campaña Asturias, Paraíso Natural que tanto éxito tuvo en las últimas décadas. No había mejor manera de sintetizar la esencia de esta región que apelando a su historia y a su geografía en una misma imagen.
Y es que el Prerrománico Asturiano que representa Santa María del Naranco es el mejor legado del Reino de Asturias, el primer reino cristiano fundado sobre la herencia visigoda mientras la mayor parte de la Península era dominada por los musulmanes. Nos vamos al Principado para evocar una cultura fuertemente vinculada con la idiosincrasia asturiana.
El esplendor del Reino de Asturias
Formando algunas de sus obras parte del listado de Patrimonio Mundial de la Unesco y con un considerable prestigio entre historiadores internacionales, el prerrománico asturiano se considera el conjunto más completo y homogéneo de arquitectura altomedieval en la Europa Occidental: una joya cultural que supone una bisagra entre la herencia paleocristiana y visigoda y la cultura del periodo románico.
¿Y por qué ‘prerrománico’? Se trata de un término bastante vago que, no obstante, ha sido aceptado a nivel popular. Estrictamente se refiere a la cultura anterior a la llegada del románico a la península ibérica, estilo importado de Francia que se extendería por buena parte de la Europa cristiana del Medievo hasta la implantación del gótico. Por el hecho de poner el foco en el estilo que viene después y no en el propio, los expertos prefieren denominarlo arte de la monarquía asturiana encuadrándolo entre la segunda mitad del siglo VIII y principios del X, época en la que la capital del reino se traslada a León.
La homogeneidad de este estilo es uno de sus valores más destacados. Tras el establecimiento de una pequeña entidad territorial en las montañas asturianas a partir de la mitificada Batalla de Covadonga, va configurándose una cultura que germina definitivamente con el reinado de Alfonso II (791-842). El hecho de situarse en un espacio limitado y con una férrea jerarquía política es lo que favorece esta homogeneización cultural.
Otra de las notas más importantes de este estilo artístico está en la propia motivación ideológica. La corte asturiana se consideraba heredera del reino visigodo de Toledo, ensalzando su legado cristiano frente al invasor musulmán por lo que las manifestaciones artísticas tratarán de plasmar esa herencia.
Prerrománico Asturiano: De Cangas de Onís a Villaviciosa
Nuestra ruta por el prerrománico asturiano se debe iniciar en Cangas de Onís, la primera capital del Reino de Asturias. Allí se encuentra el Puente Romano con una réplica de la Cruz de la Victoria, uno de los símbolos más populares de la región que aparece en la propia bandera de Asturias.
En esta localidad se encuentra también la iglesia de la Santa Cruz, denominada así precisamente por haber albergado la cruz que supuestamente portó Pelayo en la Batalla de Covadonga. Se dice que es el primer templo cristiano construido en Asturias tras la llegada de los musulmanes, pero el edificio actual es una restauración ejecutada tras la destrucción del templo primitivo en 1936. También hay que reseñar la presencia de una copia de la lápida fundacional que señalaba el lugar de enterramiento del rey Favila, hijo de Pelayo, y su esposa.
De la puerta de los Picos de Europa nos vamos a Pravia ya en la parte occidental de Asturias, pasando a Avilés, para conocer uno de los edificios más importante del prerrománico asturiano, erigido por el rey Silo a finales del siglo VIII. Esta localidad fue durante un breve periodo la capital del reino construyéndose la iglesia de San Juan Apóstol y Evangelista. Aunque tan solo quedan en pie del primer periodo algunos restos en la nave central y los muros laterales, así como dos pequeñas ventanas, una con arco de herradura y otra geminada, la iglesia se enclava en un delicioso entorno rural con unas vistas magníficas del valle. A unos pasos está también el Museo del Prerrománico de Santianes.
Y tras pasar por las dos primeras capitales del Reino de Asturias nuestra ruta sigue hacia Oviedo, donde la monarquía consolida definitivamente su poder de la mano de Alfonso II el Casto. Fue este rey el que manda construir la Cámara Santa, otra visita imprescindible en nuestra ruta del prerrománico asturiano. Se trata del único resto del antiguo palacio regio en el entorno de la actual Catedral de Oviedo.
Es una capilla palatina de dos plantas que alberga diversos tesoros entre los que está el Arca Santa con el Santo Sudario así como las cruces de la Victoria y de los Ángeles. Y aunque no pertenecen a este periodo, el visitante no debe perderse el apostolado románico de la capilla de San Miguel, el piso superior de la Cámara Santa, una de las cumbres de la escultura románica.
De la espiritual Cámara Santa nos desplazamos hacia San Julián de los Prados, el templo más antiguo y mejor conservado del periodo. En él podemos observar los rasgos básicos del prerrománico asturiano: uso de planta de cruz latina de tipo basilical con tres naves separadas por arquerías sobre pilares cruzadas por un gran transepto, cabecera tripartita cuyas capillas están cubiertas por bóvedas de cañón y pórtico a los pies, uso del arco de medio punto, arquerías ciegas en el interior y contrafuertes en el exterior. Además, en San Julián de los Prados también podemos observar la presencia de una cámara del tesoro sin comunicación interna que parece ser una herencia visigoda cuya función no se ha podido precisar aún.
De Santullano nos vamos al monte Naranco, donde se hallan dos de las piezas más populares de la arquitectura de la monarquía asturiana. Por un lado, San Miguel de Lillo, edificio del que se conserva uno de los tramos de la nave original además del primitivo pórtico y Santa María del Naranco, la joya de la corona. Fue mandada construir por Ramiro I y su función aún hoy sigue despertando debate entre los expertos. Fuese palacio, iglesia o aula regia, Santa María del Naranco ofrece uno de los testimonios más ricos del arte del periodo con sus magníficos miradores con una triple arquería sobre columnas con fustes labrados y capiteles corintios.
Llegamos a Pola de Lena para contemplar otro de esos edificios que no se olvidan: la ermita de Santa Cristina de Lena ubicada en una colina sobre el valle del río homónimo. Se trata de uno de los edificios más peculiares del prerrománico asturiano ya que solo cuenta con una única nave de cinco tramos con cuatro pequeños salientes. El último tramo de la nave, que está más elevado que el resto y al que se accede por escaleras, se separa por un gran iconostasis, el elemento más famoso de la preciosa Santa Cristina de Lena.
Y nos despedimos del prerrománico asturiano en San Salvador de Valdediós en el concejo de Villaviciosa, construida por Alfonso III el Magno (866-910), poco antes de que la capitalidad del reino se trasladase a León cerrando este periodo histórico. La asistencia de varios obispos a su consagración, tal y como quedó expuesto en una inscripción lapidaria, prueba la importancia que se dio en origen a este edificio que consta de una planta basilical del tres naves con cabecera tripartita siguiendo el esquema habitual de las iglesias prerrománicas. El entorno de la iglesia es otra maravilla, pero qué os vamos a decir a estas alturas del paisaje asturiano que no sepáis ya…
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