Más allá del Puente del Amor, la Laguna Azul y las playas de Ayia Napa existe un Chipre alejado del turismo masivo que alberga el tesoro más relevante de su historia medieval: una colección de diez pequeñas y humildes iglesias que en su interior cobijan suntuosas pinturas murales que han merecido la categoría de Patrimonio Mundial de la Unesco.
La ruta que recorre estas diez iglesias no solo permite profundizar en la historia del arte bizantino y su influencia en el Mediterráneo oriental, sino también disfrutar de la Chipre más bucólica de los pueblos apacibles, la gastronomía más auténtica y las carreteras más sinuosas que obligan a tomarse el viaje con mucha calma.
Descubriendo las iglesias pintadas de Chipre
Desde el siglo V d.C., Chipre se mantuvo en la órbita del Imperio bizantino o Imperio romano de Oriente —como muchos historiadores prefieren llamarlo para que se atestigüe su herencia romana— pese a las incursiones de árabes y otros pueblos orientales y europeos.
Una de las manifestaciones artísticas más importantes de esta influencia cultural son las pinturas murales de varias iglesias que se ubican en torno al Troodos, el sistema montañoso más importante de Chipre que se ubica en el centro-oeste de la isla con el monte Olimpo de casi 2.000 metros como cima.
Situadas al norte de Limasol, estas montañas fueron el lugar elegido por los monjes para construir sus monasterios a los que pertenecen varias de estas iglesias pintadas. Ya sabemos que los religiosos cristianos medievales solían preferir lugares aislados para ubicar sus comunidades monásticas.
Para facilitar el recorrido por estas diez iglesias —que requiere más de un día de viaje si se quiere disfrutar con calma, especialmente por las características de las carreteras rurales chipriotas de montaña— las agrupamos en tres conjuntos según la zona en la que se ubican: Pitsilia, Solea, Marathasa.
Las iglesias pintadas de Pitsilia
Comenzamos este itinerario rural en la región de Pitsilia que ocupa el este de las montañas Troodos, incluyendo más de una decenas de pueblos ubicados entre valles y viñedos. Y nuestra primera parada es el pueblo de Pelendri, a tres cuartos de hora al norte de Limasol, un caserío rodeado de montañas escarpadas ubicado a 800 metros de altura.
En él podemos apreciar el tipo de viviendas edificadas con gabro local y madera entre las que destaca Timios Stavros, la iglesia de la Santa Cruz del siglo XIV, que reconstruyó un edificio anterior destruido. En su interior, se conservan varias de las pinturas murales de finales del XII que se combinan con las del XIV.
A 15 minutos al este es obligatoria la parada en Agros, uno de los pueblos más bonitos de la vertiente oriental de Troodos: con forma de anfiteatro a más de 1.100 metros de altura, cuenta con numerosas casas rurales que aprovechan el creciente turismo que se acerca a descubrir la Chipre más alejada de la costa.
A menos de 20 minutos al este de Agros, está la iglesia de la Transfiguración de Palaichori, la iglesia más “moderna” de las diez que forman parte de este conjunto ya que fue erigida en el XVI siendo añadida al grupo de la Unesco en 2001 después de que las otras nueve ingresaran juntas en 1985.
La estructura de tejado a dos aguas de madera recubierta de tejas es típica de las iglesias de la región de Troodos y es uno de los elementos constructivos que sorprenden al viajero, sobre todo a los que llegan de Occidente y están acostumbrados a otra clase de iglesias. En su interior podemos observar uno de los ciclos de pintura mural posbizantina más importantes de todo el país.
Ponemos rumbo al noroeste para pasar por Lagoudera y entrar en Panagia tou Arakou, perteneciente en origen a un monasterio construido en el siglo XII: se trata de una iglesia con una estructura abovedada de una sola nave con un techo inclinado en forma de cruz que se extiende para formar un pórtico de madera enrejada que cuenta en su interior con frescos del pintor Theodoros Apsevdis, uno de los pocos pintores bizantinos del que conocemos el nombre.
Y la última iglesia de Pitsilia la encontramos en Platanistasa a diez kilómetros al noroeste de Lagoudera y que cuenta con los ciclos más completos de pinturas murales de la segunda mitad del XV en toda la isla, perteneciendo también en origen a un monasterio: como seña de identidad, el edificio cuenta con un pórtico en sus cuatro lados, algo único en Chipre.
Las iglesias pintadas de Solea
Nos adentramos ahora en la región de Solea en cuyo extremo norte se ubica el pueblo de Nikitari, a tres kilómetros del cual encontramos Panagia Asinou, iglesia perteneciente a un monasterio erigido a finales del XI. Su ciclo pictórico es uno de los más variados de las iglesias pintadas de Chipre ya que cuenta con vestigios que van del XII al XVII.
Ponemos rumbo al sur de Solea acercándonos al núcleo de los montañas Troodos donde encontraremos la mayor concentración de pueblos pintorescos de la región, incluyendo Galata, ubicado a poco más de 600 metros de altura en el entorno del río Klarios que define su perfil junto a las casas con balcones y puertas de madera, paredes de piedra y techos de tejas. Aunque perteneció en origen a un monasterio, la iglesia actual Panagia Podithou fue erigida a principios del XVI albergando un ciclo de pinturas de estilo italo-bizantino.
Y a un paso de Galata, Kakopetria, donde encontramos una de las grandes joyas arquitectónicas y pictóricas del país, la iglesia de San Nicolás del Tejado, la única iglesia católica bizantina media que sobrevivió en Chipre durante el siglo XI. En su interior, frescos que abarcan más de 600 años: un imperdible de la historia cultural chipriota.
Las iglesias pintadas de Marathasa
A 20 minutos al oeste de Kakopetria, visitamos la última región de este recorrido, Marathasa, al noroeste del Monte Olimpo, donde encontramos en primer lugar Pedoulas, un pueblo ubicado a más de 1.100 metros de altura rodeado de pinos y cerezos, siendo un centro cultural y comercial clave de toda la región.
Al noreste del pueblo se encuentra San Miguel Arcángel, otra de esas iglesias cuya arquitectura exterior más bien se asemeja a una humilde casa rural que a una suntuosa construcción religiosa: en su interior, más de diez ciclos pictóricos estructurados en dos niveles que habrían sido ejecutados por un pintor local conocido como Minas en estilo posbizantino. El interior es tan pequeño que su nártex exterior era usado para albergar a las mujeres: antaño, solo los hombres podían entrar.
A menos de diez minutos al norte, nos pasamos por la iglesia de la Virgen de Moutoullas, pueblo conocido por la pureza de sus aguas y por albergar el (otro) Puente de los Enamorados a los que muchas parejas chipriotas peregrinan para prometerse amor eterno. Al sur del pueblo está la iglesia de finales del XIII que alberga el único ciclo de pinturas murales de este siglo de toda la isla.
Y nuestra penúltima parada en esta ruta es el pueblo de Kalopanayiotis donde se encuentra el Monasterio de San Juan Lampadistis cuya iglesia principal es la última de las diez pintadas pertenecientes al grupo protegido por al Unesco.
El monasterio permaneció activo hasta el siglo XIX cobijando hasta tres iglesias, todas ellas bajo un único y enorme techo de madera. La de Agios Irakleidios fue construida en el siglo XI, mientras que sus frescos datan de los siglos XIII y XVI. Esta magnífica visita se puede combinar con el Museo Bizantino del pueblo que nos sirve para completar este panorama de la cultura del Imperio romano de Oriente.
Monasterio de Kykkos
Ya que estamos en esta zona, no podemos perder la oportunidad de poner la guinda a este itinerario por la historia medieval chipriota visitando el monasterio del Real Santo y Stavropégico de la Panagía de Kykkos, más sencillamente conocido como el monasterio de Kykkos o del Arcángel Miguel, el mayor conjunto de estas características de toda la isla.
Es llamado “Real” porque habría sido fundado por el emperador bizantino Alejo I Comneno a principios del siglo XI, siendo reconstruido en el XVII y el XVIII. El monasterio es famoso a nivel mundial por albergar uno de los tres iconos atribuidos al evangelista San Lucas conocido como Panagia Eleousa: muestra a María sosteniendo a su hijo y se cobija en una caja sellada revestida de plata.
La iglesia principal del monasterio que se construyó para albergar el Santo Icono fue quemada en diferentes ocasiones y reconstruida otras tantas. También destacan los ciclos pictóricos que decoran buena parte del monasterio, así como sus patios y el impresionante Trono de las Virgen María además de la tumba del arzobispo Makarios III, primer presidente de la República de Chipre.
Durante el dominio otomano, el monasterio se erigió en un refugio cristiano habiendo ganado prestigio como centro intelectual. En la actualidad es uno de los grandes símbolos de la cultura chipriota tradicional que completa este itinerario histórico por la Chipre más auténtica en torno a las montañas y los valles de Troodos.
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