En el inicio de la emblemática Gran Vía madrileña, el que parte desde la Calle Alcalá, se han ido aglutinando un conjunto diverso de restaurantes que convierten este tramo en un pequeño y cada vez más interesante núcleo gastronómico.
Suelen ser restaurantes con una oferta en parte dirigida al turista ocasional, por su situación estratégica, pero que no olvidan tampoco al cliente local. Es el caso de la Parrilla de la Reina, hermano del vecino Mercado de la Reina y del clásico Museo Chicote, que apuesta por la cocina tradicional con algunos platos llenos de sabor.
Qué es la Parrilla de la Reina
La Parrilla de la Reina (Gran Vía 10 de Madrid) es la evolución del concepto que durante unos años defendió en este mismo espacio La Taberna, nacida bajo el ala de su hermano mayor El Mercado de la Reina, para ofrecer una cocina más informal y un espacio más amplio que invita a la reunión y el disfrute.
El restaurante gira en torno a una gran parrilla, que nos permite ver cómo los ingredientes básicos se convierten en deliciosas carnes y verduras a la brasa. Todo bajo el control del chef Daniel Larios, quien nos propone nuevos platos con “sabor y memoria”, como él mismo señala.
Daniel es un cocinero catalán con una larga trayectoria. Comenzó su carrera en el restaurante Albatros con Martín Berasategui, luego trabajó en Las Rejas de Manolo de la Osa, La terraza del Casino de Paco Roncero, El pirata de Tapas en Londres, Mamacampo en Madrid o el propio Mercado de la Reina. Su cocina se inspira en las parrillas de su infancia en Lleida y es una clara apuesta por los productos de kilómetro cero y nacionales para no perder la esencia en sus platos.
Cuando entramos a la Parrilla de la Reina nos encontramos un espacio informal y relajado, enfocado en tapear y disfrutar de las brasas, que, contagiado de la siempre alegre vida de la Gran Vía, está abierto desde el desayuno hasta la cena. El interiorista Fernando Alonso ha sido el responsable del diseño de todo el espacio, tratando de recuperar el estilo castizo de los antiguos restaurantes madrileños con paredes alicatadas, azulejos pintados a mano, mármoles en las barras, grandes espejos, techos con falsos artesonados y un color rojo predominante.
El local se divide en varias zonas, incluyendo una gran barra con mesas y sillas altas para tapear, ideal para visitar en la hora del aperitivo o tomar una caña o vermut. Al fondo, la Sala Gran Vía es un espacio amplio y colorido con sillas y mesas ideales para una comida informal y divertida. Conecta con la Sala de la Dehesa, desde donde se puede ver la parrilla y una divertida colección de cerditos en homenaje a las dehesas extremeñas.
Una cocina que gira en torno a la parrilla
El nombre ya nos adelanta que este elemento iba a ser una parte fundamental de su oferta, pero cuando accedemos al local comprendemos que no es solo un concepto vacío. Todo el restaurante gira en torno a una gran parrilla central donde el maestro asador saca a relucir todo su arte para cocinar sobre el carbón una gran variedad de platos.
Las carnes son, por supuesto, las grandes protagonistas de la carta con cortes de influencia argentina como el lomo bajo, la entraña o el chorizo criollo y otros más ibéricos como el secreto ibérico o el pollo parrillero hecho al estilo peruano. Pero las verduras también encuentran su lugar entre las brasas con platos tan deliciosos como los pimientos o las patatas asadas y los espárragos trigueros.
La carta se completa con platos típicos de nuestro país como el salmorejo cordobés, croquetas de rabo de toro, alcachofas confitadas o mollejas a la parrilla. Y otros platos de influencia latinoamericanos como las brochetas de langostinos con pico de gallo, las costillas de cerdo BBQ o los canelones de pollo gratinados con calabaza y ají. Imperdonable irse de aquí sin probar sus patatas bravas hojaldradas, una exquisita reinterpretación de este clásico madrileño que se han convertido en la estrella de la carta.
En definitiva, una carta concisa pero efectiva que no quiere perderse en excesivas complejidades para centrarse en el sabor y ofrecer tanto platos tradicionales españoles así como otras sugerencias internacionales. El chef Daniel Larios nos lleva a rebuscar en la memoria los mejores sabores de nuestra vida gracias a productos frescos y de temporada en un espacio donde apetece quedarse a pasar la sobremesa con los amigos.
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