Uno de los edificios más especiales de España se encuentra en el Pirineo aragonés. Se trata de un lugar único, con un interesante pasado detrás y al que acuden cada año numerosos viajeros para asombrarse con la estructura de una antigua estación ferroviaria de principios del siglo XX que no ha perdido un ápice de su belleza.
Si quieres saber más sobre el sitio al que nos referimos, no te pierdas esta historia de la Estación Internacional de Canfranc, una de las estaciones de tren más bonitas de España. Te ofrecemos además los datos que necesitas saber para conocerla en cualquiera de tus escapadas al norte de la comunidad autónoma de Aragón.
Orígenes de la estación de Canfranc
La historia de la Estación Internacional de Canfranc comienza a principios del siglo XX, cuando se decide habilitar una zona de paso entre España y Francia, en los imponentes Pirineos. Por ese motivo, las compañías Midi Francés y Norte de España presentaron su proyecto, dispuestas a llevarlo a cabo. En un principio, se barajó la posibilidad de ubicar la estación en otros puntos del mapa, como puede ser Villanúa. Sin embargo, el ingeniero español Joaquín Bellido defendió hasta el final la opción que sí saldría elegida: el valle de los Arañones, próximo al túnel de Somport, un túnel con 7871 metros de longitud que comunica Canfranc-Estación con la localidad francesa de Les Forges d’Abel, en el valle de Aspe.
Así que, en 1912, se decidió la construcción de todo el conjunto, que aglutina el espectacular edificio de la terminal que hoy todavía podemos admirar, junto con los almacenes y la plataforma de maniobras de las estaciones, denominada playa de vías. Para llevar el proyecto a cabo fue necesaria la construcción de 4 acueductos, la apertura de 4 túneles y alterar parte del curso del río Aragón, además de la deforestación correspondiente en el terreno a ocupar.
Diseño de la Estación Internacional de Canfranc
El diseño del edificio principal de la Estación de Canfranc, en estilo modernista, corrió a cargo del ingeniero alicantino Fernando Ramírez de Dampierre y las obras se pusieron en marcha en el año 1921. Al fallecer Ramírez de Dampierre, lo sustituyó en la tarea Ramón Martínez de Velasco, quien finalizó el proyecto. Como resultado, el 3 de agosto de 1925 se le entregó de manera oficial al estado la Estación Internacional de Canfranc, que se inauguró tiempo después.
La estación, para cuya construcción se utilizaron materiales como hormigón armado, hierro y cristal, resultó ser tan bonita como impresionante. El edificio principal consta de una longitud de 241 metros y 12,5 metros de ancho, cuenta con 75 puertas por cada lado y en sus fachadas se suceden hasta 365 ventanas, una por cada día del año.
El vestíbulo de la estación, bajo una bella cúpula, albergaba las taquillas y las ventanillas de información. Se localizaba en la planta baja, al igual las oficinas de las compañías ferroviarias del Norte y del Midi, los servicios de aduanas, las dependencias auxiliares y el restaurante del Hotel International. Al subir por unas escaleras de madera a la primera planta se accedía a las habitaciones de este alojamiento, así como a las dependencias administrativas y una treintena de viviendas en las que residían los trabajadores de la estación.
Historia de la Estación Internacional de Canfranc
La inauguración de la monumental estación tuvo lugar en 1928 y resultó todo un acontecimiento. Y es que aquel fue el complejo ferroviario más importante de los que se levantó en Europa a principios del siglo XX, solo superado por la emblemática estación de Leipzig, en Alemania. A aquel acto inaugural, un 18 de julio, asistieron el rey Alfonso XIII y el presidente de la República francesa, Gaston Doumergue, entre otras personas de renombre.
Desde aquel momento, la estación entró en funcionamiento, aunque la etapa de mayor actividad se alcanzaría durante la década de los cuarenta del siglo XX, ya que era utilizado como paso prioritario por los combatientes durante de la Segunda Guerra Mundial. Durante aquellos años, por el paso también se trasladaban obras de arte robadas y oro, además de ser uno de los lugares por donde huían los judíos que tenían la posibilidad de escapar.
Estación de Canfranc en la actualidad
El uso de la Estación de Canfranc disminuyó tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, hasta que en abril de 1970 cesó por completo, cuando se produjo la rotura del francés puente de L’Estanguet, después de que descarrilara un tren de mercancías francés. Como resultado, el túnel que atraviesa hasta Francia fue clausurado definitivamente y la hermosa estación dejó de ser internacional.
En la actualidad, el tren todavía llega hasta Canfranc, pero el edificio de la estación fue parcialmente rehabilitado y destinado a otros usos. No obstante, en el mes de octubre del año 2020, se firmó un convenio para la contratación y ejecución de un estudio destinado a reabrir el túnel de Somport y devolver este lugar la finalidad que antaño tuvo, convirtiéndolo de nuevo en la importante vía de comunicación que fue durante el siglo pasado.
Visita a la Estación Internacional de Canfranc
El 6 de marzo de 2002, la Estación Internacional de Canfranc fue catalogada como Bien de Interés Cultural y pasó a ser propiedad del Gobierno de Aragón en el año 2013. Fue entonces cuando comenzaron a ofrecerse las visitas guiadas a esta joya de nuestro patrimonio. Las mismas se encuentran gestionadas por la Oficina de Turismo de Canfranc y se desarrollan durante 45 minutos a través del paso subterráneo y la planta baja del edificio. El aforo es limitado, por lo que recuerda que deberás realizar reserva previa si quieres acudir a conocer su interior de este modo.
Debido a las restricciones sanitarias por la pandemia de la COVID-19, las visitas guiadas se encuentran temporalmente suspendidas, pero sí es posible visitar el subterráneo y el vestíbulo de la estación de forma libre de martes a domingo. El aforo sigue siendo limitado, aunque no es necesaria reserva previa. Solo debes acceder a la estación y comprar tu entrada.
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