Cuando viajo me gusta ir descubriendo costumbres sociales que existen en otros lugares y que nos vendría muy bien importar a España. Por supuesto, en el camino también se me ocurren muchas otras que deberíamos exportar -como esas persianas que siempre echo de menos- pero esas las dejaremos mejor para otro artículo.
Y no me confundáis. No voy a entrar en juicios de valor ni en generalizaciones sobre la manera de ser y de relacionarse que tienen en otros países. A veces pienso que me gustaría tener el concepto de responsabilidad de los finlandeses, una dosis de la despreocupada felicidad de los camboyanos y la resiliencia e iniciativa del pueblo colombiano. Pero no soy ingenuo. Sé que hay finlandeses corruptos, camboyanos con depresión y colombianos conformistas. Nada más lejos de mi intención, por tanto, que intentar definir las características que debería tener el español medio. Mucho menos en estos tiempos que corren.
Este listado trata de cosas simples, pequeños gestos, costumbres sociales, tecnología aplicada al hogar o leyes que simplifican la vida y el día a día.
Grecia y su amor por el agua
La gente que me conoce sabe que tengo la manía de pedir siempre un vaso de agua cuando llego a un bar o a un restaurante. Y lo más habitual es que siempre se olviden de traérmelo. Por eso, cuando hace unos años visité Grecia por primera vez me enamoré del país en el preciso momento que comprobé que te traían un vaso o una jarra con agua en todos los establecimientos, antes incluso de realizar tu pedido. Da igual que vayas a tomar un café frappe, un souvlaki o una rica ensalada con queso feta. El agua va siempre por delante y, por supuesto, de forma gratuita.
Tras preguntar a unos amigos griegos, descubrí que hay una ley que fija el precio máximo que pueden tener las botellas de agua según el tipo de establecimiento. De esta forma, ya estés en el aeropuerto de Atenas o en el centro histórico de Corfú, el agua nunca te costará más del precio fijado en cualquier tienda o supermercado. Una norma que sin duda debería exportarse a todos los países para evitar abusos con esta bebida tan importante.
Las duchas de bidé o convidetas
Había pensado incluir en este listado los maravillosos retretes inteligentes tan habituales en Japón. Posiblemente el culmen de la humanidad tras milenios de estudio y desarrollo. Pero es posible que mucha gente los vea simplemente como un caro invento para culos caprichosos. Así que, pensándolo bien, he decidido que sería mejor importar una versión más extendida en el mundo y mucho más económica: las mangueras junto al retrete.
Manguera para el váter, ducha de bidé o convideta. No parece haber unanimidad para su nombre en castellano pero seguro que sabes a que me refiero. Se pueden ver frecuentemente en Asia, países de mayoría musulmana y algunos países asiáticos, que yo haya podido comprobar. Reconozco que la primera vez da un poco de reparo utilizarlo, pero en cuanto te acostumbres ya no querrás volver a usar papel para limpiar tus zonas nobles. Además de ser mucho más higiénico, ayuda a salvar millones de árboles cada año y en caso de pandemias o apocalipsis zombies no tienes que preocuparte por la escasez de papel higiénico. Sinceramente, no entiendo que no se haya adoptado en el resto del mundo.
Conocer el peso de las raciones en Rumanía
No hay cosa que me dé más rabia que equivocarme al pedir en un restaurante y terminar con hambre o con mucha comida sobrante (esto último no suele pasar, para que os voy a engañar). Y es que en España estás en manos de la buena voluntad del camarero y sus recomendaciones. Los conceptos de tapa y ración son tan ambiguos que puedes terminar con cuatro trozos ridículos o con tres kilos de patatas bravas de forma ciertamente aleatoria. En Rumanía debía suceder lo mismo hasta que un día algún político debió quedarse con hambre y decidió poner final a dicho desmadre.
Desde entonces, siempre que pides un menú en un restaurante puedes ver el peso aproximado de cada ración o plato. Y en ocasiones te separan incluso el peso del producto principal y el acompañamiento. Se acabaron las sorpresas y las malas caras a ese camarero que no te avisó que igual ocho raciones para tres personas era demasiada comida.
Dejar los zapatos en la entrada
Esta es una costumbre tan habitual en el resto del mundo que realmente los raros somos nosotros. En todo el norte de Europa, en Asia y en muchos otros países alrededor del mundo, dejar los zapatos en la entrada de las casas es un gesto obligado de buena educación y respeto.
Tiene todo el sentido del mundo. Dejando los zapatos en la entrada, no arrastras y esparces por toda la casa la suciedad que has ido recogiendo en la calle y no estropeas tanto el suelo. En algunos lugares se dejan en muebles específicos que hay en la entrada y en otros los puedes ver directamente fuera de la casa, lo cual a los españoles nos suele sorprender mucho. En España parece complicado pedir a los invitados que se quiten los zapatos -sin que te tachen de maniático al menos- pero deberíamos ir normalizando esta buena costumbre.
Váter separado en el baño
Viajando por el mundo uno se da cuenta de que los baños españoles no están muy bien pensados. Al menos no los cubrimos de moqueta como en Inglaterra, podríamos consolarnos. Pero por lo demás, está claro que en otros países han reflexionado más sobre el tema. Hemos hablado ya de los váteres inteligentes japoneses o nuestras amigas las convidetas, pero otra mejora interesante sería separar el propio váter del resto del baño.
En muchos países del norte de Europa, como en Holanda, es habitual que dentro del baño exista un habitáculo específico para el váter. La primera vez que lo ves piensas que te has equivocado y te has metido en el baño del bar de debajo. Pero no. Alguien lo ha diseñado así e hizo bien probablemente. Porque, asumiendo que quita espacio y eso es algo que no sobra especialmente en las casas españolas, lo cierto es que ganas mucha intimidad y, sobre todo, permite que dos personas usen el baño al mismo tiempo. Si tienen necesidades fisiológicas diferentes. Obvio.
No abrir los regalos
En China tienen muchas costumbres y tradiciones que nos resultan sorprendentes en Occidente. Una de ellas es la de no abrir los regalos cuando se reciben sino más adelante, cuando ya te encuentras en soledad. De hecho, si se te ocurre descubrirlo delante de la persona que te lo ha regalado se considera de mala educación. Desconozco los motivos precisos de esta costumbre, pero supongo que tiene mucho que ver con el pulcro sentido del respeto que tiene esta milenaria cultura.
Lo parte mala de esta costumbre es que se pierde en gran medida la magia y la gracia de ver la ilusión de abrir el regalo a la otra persona. Pero a cambio no tienes que interpretar ese gesto fingido de alegría que suele esconder una enorme decepción. Y claro, aún mejor, tampoco tienes tú qué fingir esa cara. Yo creo que compensa claramente.
Y tú, ¿qué costumbres de otros países te gustaría importar?
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