Si hace una década ya se decía que la estacionalidad era el cáncer del turismo español, no puede extrañar que la desestacionalización siga siendo la gran esperanza del turismo sostenible, una fórmula (casi) mágica para diversificar la oferta turística consiguiendo fomentar la demanda en temporada baja.  

Pero, ¿cómo fomentar la demanda de turistas en invierno en un destino de sol y playa?, ¿cómo aprovechar las estaciones de esquí cuando no hay nieve?, ¿cómo impulsar el turismo familiar en época escolar?, ¿cómo decirle a un turista que deje en paz a Ibiza y se venga de vacaciones a Zamora? Tratamos de responder a estas cuestiones a continuación. 

¿Qué es la estacionalidad turística? 

Aeropuerto

Se define como el desequilibrio temporal provocado por la concentración de los flujos turísticos en determinados periodos del año en la que pueden estar implicados tanto factores de demanda como de oferta.  

Y es que, aunque la oferta suele ser consecuencia de la demanda, la retroalimentación entre ambos fenómenos caracteriza la complejidad de la estacionalidad turística de forma que la oferta se adapta a la demanda, pero también al revés. 

Así, si no hay conexiones aéreas en temporada baja, el viajero no puede acudir al destino, por lo que, en este caso, es la demanda la que se adapta a la oferta.

Por su parte, la concentración de las vacaciones laborales y escolares en un determinado periodo del año hace que la demanda se concentre en esos periodos, con lo que la oferta de productos turísticos aumenta en esa época del año. 

Así mismo, la estacionalidad turística se puede medir y expresar en número de visitantes, gastos de los turistas, ocupación de alojamientos, pernoctaciones, tráfico de autopistas o aeropuertos, estancia media, motivos y coste del viaje, etc.  

Modelos de estacionalidad 

Según el informe de Turismo de Aragón en relación a la desestacionalización del turismo, existen tren grandes modelos de estacionalidad: 

  • Modelo de un pico, con la concentración de la demanda en unos pocos meses consecutivos, muy habitual en los destinos de sol y playa. 
  • Modelo de dos picos, como los de las estaciones invernales que también ofrecen actividades durante algunos meses de verano. 
  • Modelo con ondulaciones, pero sin picos acusados, como determinados destinos urbanos, especialmente las grandes ciudades. 

Causas de la estacionalidad del turismo 

Turismo familiar

La mayoría ya las conocemos, pero no viene mal recordar las causas de este fenómeno que define el turismo en buena parte del mundo: 

  • La climatología. Si quieres esquiar y no hay nieve en tu entorno, buscas un lugar en el que la haya. Si quieres ir la playa y bañarte, no te vas a Noruega en invierno, sino que busca algo un poco más al sur, por ejemplo, en Canarias. Esto provoca una concentración del turismo en determinadas fases del año climatológicamente adecuadas para lo que el turista busca. 
  • Las vacaciones. Las vacaciones laborales y escolares son aspectos claves que definen la estacionalidad turística. Si viajas con niños te has de adaptar al calendario escolar. En cuanto al trabajo, solo un ejemplo: todo el personal de Fórmula 1 está obligado a no trabajar en agosto: es obligatorio cerrar las fábricas durante 14 días consecutivos. Todos a la playa (o a la montaña), quieran o no quieran. 
  • La tradición. Al margen de que te obliguen a estar de vacaciones en agosto porque la fábrica y/o el colegio están cerrados, la tradición de determinadas culturas, como la nuestra, por irse a la playa en verano, ayuda a cimentar esta estacionalidad turística. 
  • Las fiestas y los eventos. Tanto las fiestas tradicionales como la Semana Santa como las más actuales, caso de los festivales de música, también contribuye a concentrar los viajes en determinadas épocas del año.  
  • Las modas y el marketing. ¿Por qué tantos viajeros sueñan con conocer la ciudad de Nueva York, pero apenas un puñado de ellos saben situar Connecticut en el mapa pese a estar muy cerca? ¿Por qué todos quieres bañarse en Macarelleta y no en la Cala Pilar? Las modas, el marketing, las redes sociales y ese impulso gregario de hacer lo mismo que los demás influyen en aglutinar el turismo en determinados puntos geográficos en épocas muy concretas, incluso dentro del mismo entorno geográfico. 
  • La concentración de la oferta turística. La oferta de productos turísticas es otro aspecto a tener en cuenta que, en conjunción con los anteriores, define la estacionalidad: estas ofertas se concentran en algunos destinos concretos con alta dependencia de los mercados emisores como el alemán o el inglés tan relevantes en muchas zonas de España.  

Consecuencias de la estacionalidad turística 

Playa abarrotada

Según datos del Barómetro Turístico de Braintrust, los cuatro meses de temporada alta, de junio a septiembre, acumulan casi un 60% del total del gasto extranjero en España. Así mismo, solo seis regiones (Cataluña, Baleares, Canarias, Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid) se llevan el 93% del gasto del turista extranjero en España: solo el 10% de los viajeros extranjeros pisan las otras once comunidades autónomas españolas, una de las diversas consecuencias (negativas) de la estacionalidad, que se suma a las siguientes: 

  • Daño medioambiental. No hace falta extenderse mucho en este sentido. Los efectos perniciosos sobre el entorno de la concentración turística en determinadas épocas del año son obvios: contaminación atmosférica y acústica, acumulación de residuos, sobreexplotación de los recursos naturales, etc. 
  • Descontrol urbanístico. Como señala Nuria Pacheco Rosselló en este trabajo sobre la desestacionalización del turismo en Baleares, el exceso de presión turística conlleva la modificación y urbanización descontrolada de calas y playas, con viviendas, servicios y accesos y la construcción lineal y la nuclearización del litoral. Tenemos suficientes ejemplos en España de este devastador descontrol urbanístico del litoral.  
  • Problemas con las infraestructuras. Esta masificación turística en periodos muy determinados del año ocasiona problemas en el uso de las carreteras o del transporte público: atascos, retrasos, overbooking, etc.   
  • Fluctuaciones de precios. Los precios suelen subir mucho en temporada alta, especialmente de alojamiento y transporte privado, aspecto que debería ayudar a reducir la demanda contribuyendo a desestacionalizar el turismo, pero, por el momento, los precios siguen subiendo porque la demanda en temporada alta, a pesar de todo, sigue al alza. 
  • Baja rentabilidad. Para muchas empresas del sector turístico (especialmente las más pequeñas) la estacionalidad es un constante quebradero de cabeza puesto que deben concentrar sus ingresos en pocos meses para mantener a flote el negocio el resto del año.  
  • Inestabilidad y baja cualificación laboral. Debido a la concentración de los servicios turísticos en determinadas en épocas del año, los trabajadores de este sector no tienen continuidad, fomentándose la inestabilidad y la baja cualificación, como consecuencias de la propia inestabilidad: muchos trabajadores de este sector consideran estos empleos como algo “temporal” dadas las especiales circunstancias de los mismos y prefieren no especializarse para trabajar solamente cuatro meses al año. 
  • Masificación turística y turismofobia. La concentración de viajeros en determinadas épocas del año es una de las principales causas de desafecto de los locales hacia el turismo, como estamos viendo en numerosos lugares de España: desde pequeños pueblos que cuadriplican sus habitantes durante seis semanas al año hasta zonas naturales que se llenan de senderistas que no conviven del todo bien con los trabajadores rurales de la zona.  
  • El “efecto barbecho”. Pero no todos los efectos de la estacionalidad son negativos. Tanto para los alojamientos que realizan tareas de reparación y mantenimiento, como para los propios espacios naturales, los meses de temporada baja generan ese efecto barbecho que permite regenerar un territorio de cara a la siguiente llegada (más o menos masiva) de viajeros unos meses más tarde.  

Diez pasos para lograr la desestacionalización: la llave de la sostenibilidad turística 

Playa vacía

Teniendo en cuenta los aspectos negativos derivados de la estacionalidad del turismo que hemos mencionado y los riesgos para determinados destinos según su modelo, especialmente comprometido en los modelos de sol y playa o de naturaleza, parece evidente la necesidad de establecer una estrategia para lograr la ansiada desestacionalización del turismo que sea la llave de la puerta a la sostenibilidad. 

  • Colaboración público-privada para definir planes y estrategias a largo plazo. A nivel muy general, si se pretende implementar estrategias de largo recorrido y profundo calado para acabar con el exceso de estacionalidad del turismo, es imprescindible una colaboración entre empresas turísticas de todo tipo (hoteleras, transporte, etc.) con las instituciones públicas. Todos deben ganar con las estrategias que se implementan, si no, la colaboración se quedará en buenas intenciones, una rueda de prensa y unas fotos. Por eso a menudo estos planes fracasan, porque uno de los agentes implicados no percibe un beneficio en la estrategia planteada. O, dicho de otra forma: prefieren que las cosas sigan como están, aunque en público se manifiesten de otra manera. 
  • Adaptación de las infraestructuras y el transporte a un escenario desestacionalizado. Si un viajero no puede usar el transporte público en temporada baja porque no hay, no viajará a ese destino. No es un aspecto sencillo de abordar por los costes económicos que conlleva, pero también es clave para fomentar los desplazamientos en “épocas valle”. 
  • Sinergia empresarial. Más sencillo y con más posibilidades de éxito es la sinergia entre empresas privadas que pueden aliarse para ofrecer planes de desestacionalización turística: por ejemplo, empresas de transporte y alojamiento promoviendo un evento y el desplazamiento al mismo en temporada baja, o alojamientos rurales y restaurantes promoviendo eventos conjuntos. 
  • Un diagnóstico de la estacionalidad. En el caso de empresas o agentes privados de pequeña entidad, se recomienda comenzar también con un diagnóstico certero de la estacionalidad antes de implementar estrategias. Es decir, primero entender por qué hay estacionalidad y luego diseñar tácticas para solventarla tal y como se indica en este cuaderno de trabajo de Andalucía Lab.  
  • Atender la oferta y la demanda. Para superar la estacionalidad no deseada se recomienda siempre atender por igual aspectos relacionados con la demanda (cambios en las costumbres, disponibilidad económica, etc.) y con la oferta (accesibilidad, disponibilidad, precios, etc.). 
  • Transformación del ciclo de vida del producto turístico a través de, por ejemplo, “la creación de programas de fidelización del turista para viajar fuera de temporada, precios especiales para viajes fuera de la época estival, alianzas público-privadas para comunicar la oferta española más allá del sol y playa, o favorecer una mayor afluencia del turismo nacional durante la temporada de invierno”, como señalaba en su día un informe de PWC sobre el turismo. Los viajes del Imserso es un buen ejemplo de ello.
  • Replanteamiento de la programación cultural y de los servicios turísticos asociados. Proponer actividades y eventos culturales y de ocio en temporada baja, en esas épocas valle de menos afluencia turística. Es algo que ya vemos en las estaciones de invierno que ofrecen cada vez más planes en épocas sin nieve. 
  • Diversificación de clientes. A través de este replanteamiento de la programación cultural, apelar a nuevos targets a los que dirigir esas ofertas de productos turísticos innovadores: por ejemplo, ofreciendo un festival de música en invierno en un destino de sol y playa que atraiga a clientes interesados por la cultura.  
  • Estudio de las motivaciones de los diferentes perfiles de turistas. Como señala el informe de la estacionalidad del turismo en Aragón antes citado, para afrontar la complejidad de este fenómeno, es necesario tener un profundo conocimiento sobre las motivaciones en origen y los atractivos de un destino concreto: porque cada región o país se caracteriza por unos patrones únicos de estacionalidad tanto en su condición de receptor como de emisor de turistas. 
  • Un viajero más flexible (e independiente). El turista también tiene su papel para contener la estacionalidad. Es cierto que los niños están de vacaciones cuando están y que muchos no pueden cogerse unos días para viajar cuando les apetece, pero también es cierto que ya no es “obligatorio” viajar en agosto, como hace años. Si no hacemos caso de las modas, somos un poco más creativos en el diseño nuestros viajes y asumimos nuestra responsabilidad como turistas, es mucho más sencillo de lo que parece seguir disfrutando de esta pasión que compartimos millones de personas... sin concentrarnos millones de personas en el mismo sitio en la misma época del año para hacernos la misma foto.