Tan solo un puñado de pescadores mantiene viva una de las tradiciones más singulares de Bélgica: la pesca a caballo en las aguas del mar del Norte. Montados sobre sus majestuosos caballos de Brabante, menos de una veintena de hombres (y una mujer) se adentran en las aguas de la playa de Oostduinkerke, echan sus redes y atrapan los camarones, la delicatessen marina que justifica esta curiosa práctica. Nos vamos al sur de la costa de Bélgica para descubrir la pesca a caballo del camarón, tradición que desde 2013 forma parte de la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
La pesca a caballo en el Mar del Norte
El primer documento conservado que se refiere a la pesca a caballo del camarón data de principios del siglo XVI. Esta técnica se desarrollaba en las costas del mar del Norte de Francia, Bélgica y Países Bajos, pero también en el sur de Inglaterra. Con el paso del tiempo, el avance en otras técnicas y el progresivo descenso en la cantidad de camarones en la costa llevó a muchos pescadores a buscar otra profesión más rentable. Pero un pequeño grupo de tozudos pescadores de Oostduinkerke mantuvieron viva la tradición hasta nuestros días.
Pero, ¿por qué un caballo? El conocido como crevette grise en Bélgica es el camarón del mar del Norte, un crustáceo que se encuentra en las orillas de la costa de buena parte del norte de Europa. Pese a que originalmente abundaba en este territorio, su pesca no era rentable: se debían pescar muchos kilos para que mereciera la pena pasar tantas horas en las gélidas aguas del mar del Norte. Pero alguien tuvo una idea: atar una red a un caballo y arrastrarla por la orilla. Decenas de kilos de camarón quedaron atrapados en la red: había nacido la pesca a caballo de la crevette grise belga.
Actualmente, la técnica de la pesca a caballo en Oostduinkerke apenas ha variado. Al contrario, los pescadores que mantienen viva la tradición se enorgullecen de su carácter arcaico: “no es la forma más efectiva de pescar camarón, pero sí la más bonita”, afirman.
Tres son los elementos claves para desarrollar esta técnica con éxito. Por un lado, la red, una urdimbre de 7 x 10 metros cuya elaboración es todo un arte. Varias familias de Oostduinkerke están especializadas en esta técnica cuyos secretos van pasando de padres a hijos. Esta es la red que, conectada a dos tablas de madera, se abre formando un embudo que atrapa a los camarones.
Y el encargado de arrastrar esta red por la orilla del mar es el caballo. Pero no cualquier caballo, por supuesto. Se trata del caballo de tiro de Brabante, una raza belga cuya cría comenzó en el siglo XVII. Con una altura aproximada de 1,70 y un peso que puede rozar los 1.000 kg., posee unas patas cortas pero muy potentes: unos cuartos traseros muy poderosos que lo hacen ideal para arrastrar grandes pesos. Reconocido fácilmente por el pelo de sus patas, se trata de un caballo dócil y paciente: perfecto para mantener la calma sobre el agua… un hábitat insólito para un caballo.
La relación entre el caballo y el propio pescador es la clave del éxito de esta tradición. Y aunque el tipo de ropa que viste el pescador sí que ha ido cambiando con el paso de los años, la técnica no ha variado: esperar a la bajamar para introducir a los caballos en el agua hasta el vientre y recorrer el mar en paralelo a la costa. Y confiar en que el día sea productivo.
La playa de Oostduinkerke y la pesca a caballo
A los que les gusten las playas infinitas, en Oostduinkerke están de suerte: se trata de un arenal de varios kilómetros con aguas poco profundas que animan también al baño… al menos cuando llega el verano. Para los pescadores, la temperatura del agua también es un elemento a tener en cuenta ya que los camarones abundan más entre abril y octubre. Es precisamente a finales de junio cuando unas 10.000 personas acuden al festival que celebra cada año esta tradición por todo lo alto.
Pese a que en los mejores tiempos de la pesca a caballo en el mar del Norte se podían obtener hasta 60 kilos en una buena jornada, hoy los pescadores se conforman con sacar 8 kilos por día. Desde luego, ninguno de los quince pescadores se dedican exclusivamente a esta actividad, pero para ellos supone mantener viva una práctica asociada a la historia de su pueblo que, además, se ha convertido en la principal atracción turística de la zona.
Y más cuando desde 2013 la Unesco decidió incluir esta tradición dentro de su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial. Esto supone grandes beneficios, sobre todo a nivel de difusión, pero también exigencias. La Unesco reclamó la estructuración del funcionamiento del gremio lo que abrió la puerta a la llegada de la primera mujer pescadora.
Aunque desde antiguo las mujeres también se subían a los caballos para pescar camarones, debían ocultarse tras los abrigos porque —dicen— los hombres no las consideraban bienvenidas. Nele Bekaert ya no tiene que ocultarse: ha pasado los dos años de formación que se imparte en el Museo Nacional de la Pesca de Koksijde… y aprobado el examen final. Sí, amigos, para pescar camarón en Oostduinkerke también necesitas pasar un examen.
Y a pesar del notable esfuerzo físico y la destreza en la técnica que se necesita para conseguir llenar la red con una buena cantidad de camarones, el premio es suculento: una delicatessen que luego se vende como rosquillas en el pueblo, exportándose a Bruselas y otros puntos del país. Pero los pescadores también se reservan una pequeña porción de su pesca del día que cocinan en una marmita con un poco de agua en la misma playa, ante la visita de cientos de vecinos y turistas que no quieren perder la oportunidad de probar el camarón más fresco del país.
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