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Más de medio millón de personas lo visitan cada año, siendo el monumento más popular de la ciudad. Junto al vecino Castillo de Gibralfaro forma un conjunto fascinante, no solo a nivel arquitectónico, sino también desde un punto de vista histórico y cultural. Hablamos, por supuesto, de la Alcazaba de Málaga, una de las fortificaciones medievales más importantes de España. Nos vamos a la Costa del Sol para darnos un baño de historia y leyenda recorriendo la Alcazaba de Málaga.

La Alcazaba de Málaga en la historia

Alcazaba de Málaga
Tras la Fuente de las Tres Gracias, la Alcazaba de Málaga. Fuente: Pixabay

El 9 de octubre de 1680 tuvo lugar el conocido como Terremoto de Málaga, un devastador seísmo al que siguió un maremoto. Según un informe enviado al rey Carlos II, salvo la Catedral, toda la ciudad sufrió desperfectos de distinta magnitud. Para la Alcazaba fue el principio del fin: su barrio árabe, la zona más alta del recinto amurallado, se abandonó. La puntilla llegó una década más tarde: los barcos franceses bombardearon la ciudad en el transcurso de la Guerra de los Nueve Años: era el final para una ciudadela que había dominado Málaga desde el siglo XI.

¿Y quiénes fueron los primeros en habitar las faldas del monte Gibralfaro en la Edad Media? Los historiadores no se ponen de acuerdo en este punto: ¿fue la Alcazaba una construcción de nueva planta o una remodelación de un edificio previo? En este sentido, la cercanía del Teatro Romano sugiere que en esta área ya podría estar urbanizada, pero también existen indicios de que antes de la llegada de los romanos los fenicios pudieron ubicar un edificio en este enclave estratégico para controlar el puerto y el flujo de mercancías.

Sea como fuere, parece que sí hay consenso en afirmar que Badis ben Habús, tercer rey de la Taifa de Granada en el segundo tercio del siglo XI, fue el primer monarca musulmán en ocupar las faldas del Gibralfaro potenciando su recinto fortificado. Para ello, los bereberes usaron materiales del mencionado teatro romano anexo, como capiteles y columnas.

Alcazaba de Málaga
La Alcazaba de Málaga se eleva sobre el Teatro Romano en las faldas del Gibralfaro. Fuente: Wikipedia

Una segunda etapa se inicia con la llegada de los almorávides a finales de ese mismo siglo, mientras que en el XII es la dinastía almohade la que se hace con el control del territorio. Finalmente, en los albores del siglo XIII, Málaga cae bajo el dominio de Muhammad II Ben al-Ahmar pasando a formar parte del Reino nazarí de Granada. Sería esta la última etapa musulmana de la Alcazaba, pero no su final.

En agosto de 1487, los Reyes Católicos entran en el recinto amurallado tras cinco siglos de presencia musulmana. Durante los dos siglos posteriores de dominio cristiano, la fortaleza sufre algunas modificaciones, con el cambio de advocación de los edificios religiosos, pero en esencia mantiene su organización interna y su perfil externo. Y así llegamos a 1680, fecha que marca el final de la alcazaba. No sería hasta el siglo XX cuando las autoridades comienzan una compleja rehabilitación para devolver a Málaga una parte fundamental de su historia.

Recorriendo la Alcazaba de Málaga

Alcazaba de Málaga
Alcazaba de Málaga. Fuente: Wikipedia

15.000 metros cuadrados conservados —se dice que en su época de esplendor pudo ocupar el doble—, un doble recinto amurallado, diversas torres defensivas y un largo pasillo amurallado que conecta con la cima del Gibralfaro donde su ubica el Castillo: en resumen, una fortaleza (casi) inexpugnable que dominó la ciudad de Málaga durante siglos.

Actualmente, la Alcazaba se divide en tres grandes estancias: las fortificaciones de ingreso, el recinto inferior y el recinto superior que integra el palacio taifal y el nazarí. Pese a que tiene otras puertas de entrada (algunas de ellas secretas) la entrada principal de la Alcazaba se encuentra en la Plaza de la Aduana, en el suroeste de la Alcazaba.

En esta zona ya podemos apreciar el carácter netamente defensivo de la construcción: ante nosotros, una torre albarrana, un baluarte adelantado con respecto a la línea de murallas, la primera pieza de un intrincado sistema de defensa que protegía los habitantes de la ciudadela. Tras cruzar la puerta y el moderno edificio de recepción llegamos a la Puerta de la Bóveda, la primera de las muchas puertas que atravesaremos en nuestra visita.

Alcazaba de Málaga
El Patio de Armas de la Alcazaba de Málaga ofrece excelentes vistas de la ciudad. Fuente: Wikipedia

Giramos de nuevo hacia el sur y llegamos a la Puerta de la Columnas con sus tres arcos, siendo el de salida el más llamativo: arco de herradura con alfiz imitando la famosa bicromía de la Mezquita de Córdoba generada por la combinación de dovelas de piedra y ladrillo.

Tras atravesar la Puerta de las Columnas llegamos a la explanada donde se inicia la Cuesta del Cristo que conduce a la Puerta del Cristo, cuyo nombre se debe a un retablo que en origen tenía un Cristo en su interior, cobijado por una hornacina aún hoy visible.

La Puerta del Cristo da acceso al recinto inferior de la Alcazaba, un gran espacio que rodea el recinto superior y que en su mayor parte carece de construcciones. Dos son los elementos más interesantes de esta zona inferior de la fortaleza. Por un lado, la Coracha, un pasillo amurallado en zig-zag construido por Yusuf I a mediados del XIV y que conectaba la Alcazaba con el Castillo de Gibralfaro: en caso de peligro, los monarcas y su corte abandonarían el palacio a través de la Coracha para atrincherarse en el Castillo.

Alcazaba de Málaga
El Patio de la Alberca, uno de los lugares más evocadores de la Alcazaba de Málaga. Fuente: Unsplash

El otro espacio destacado del recinto inferior es la Plaza de Armas, uno de los elementos mejor conservados de la Alcazaba y desde el que se domina buena parte de la ciudad de Málaga. La Plaza de Armas destaca por su jardín hispano árabe y su riqueza ornamental a base de decoraciones geométricas de piedra y ladrillo.

Dejando al norte las mazmorras —donde se dice pasaban la noche los cristianos que hacían los trabajos más duros en el día a día de la fortaleza— llegamos a la Puerta de los Arcos que conduce, por fin, al recinto superior de la Alcazaba: la zona palaciega.

Protegida en el extremo noreste por la Torre del Homenaje, el palacio de la Alcazaba combina esencialmente construcciones de dos etapas: la fase taifal y la fase nazarí. Del primero, quedan restos rodeando el Patio de los Surtidores, como el Pabellón de los Arcos Lobulados que también emula del estilo del Califato de Córdoba.

Alcazaba de Málaga
Vistas desde el mirador del Gibralfaro con la Alcazaba de Málaga a la derecha. Fuente: Pixabay

Del palacio nazarí destacan el Patio de los Naranjos, articulado en torno a dos pequeñas albercas con pabellones cubiertos por bóvedas esquifadas, y el Patio de la Alberca organizado en torno a un gran estanque central, uno de los espacios más evocadores de todo el conjunto.

En el extremo noreste de la Alcazaba, entre el Patio de la Alberca y la Torre del Homenaje, en la parte más alta, se encuentra la zona más desconocida de la fortificación ya que, de hecho, no forma parte de las visitas turísticas, al igual que sucede con la Coracha. Es el conocido como barrio árabe y que fue muy afectado por el terremoto de 1680.

Si bien al norte, en el espacio entre murallas del recinto inferior, se encuentra un área hoy vacía, en el recinto superior los arqueólogos han encontrado restos de viviendas, baños, salas que albergarían el cuerpo de guardia, así como callejuelas estrechas que comunicarían toda esta zona: una suerte de barrio de artesanos que aprovisionaría a los monarcas y a su corte que vivían en la zona noble de la Alcazaba.