A casi todo el mundo nos gustan los animales y cuando viajamos muchas veces nos sentimos atraídos por determinadas atracciones que incluyen animales exóticos que no solemos ver a menudo y nos atraen. Y es posible que, en ocasiones, participemos en estas atracciones sin recapacitar mucho en las consecuencias o, incluso, pensando que estamos ayudando a proteger a estos animales.
Y, sin embargo, detrás de estas experiencias casi siempre hay tristes historias de maltrato, tortura o caza ilegal de animales que solían ser salvajes y de pronto se ven convertidos en un producto más para turistas. Así que, por favor, tenlo en cuenta la próxima vez que veas una de estas atracciones con animales.
Montarte en elefantes
En muchos destinos de Asia y algunos de África es habitual que en determinados lugares nos inviten a realizar paseos subidos a lomos de un majestuoso elefante. Pero, para que un turista pueda subirse sin peligro a este animal, antes ha tenido que ser sometido a lo que los expertos llaman un proceso de “ruptura” a base de torturas y abusos para convertir a un animal salvaje en un animal domesticado.
Según la ONG World Animal Protection, en torno al 75% de los elefantes utilizados para atracciones turísticas han sido capturados de sus entornos naturales y se calcula que estos ejemplares viven de media unos 20 años, casi la mitad que los elefantes que permanecen salvajes. Por suerte, ya son muchos los destinos, como Angkor Wat en Camboya, que ha comenzado a prohibir estos paseos y empiezan a destinar inversiones para su protección.
Visitar supuestos santuarios de tigres
Estos lugares se venden como templos sagrados, donde felinos y monjes viven en gran paz y armonía. Y, por supuesto, se ofrece a los turistas participar de esta experiencia por un determinado precio y la posibilidad de hacerse fotos junto a los tigres, que normalmente dormitan en el recinto. Lo que no suelen saber estas personas es que esos animales han sido separados de sus madres a una edad muy temprana, criados ilegalmente, maltratados y probablemente han sido drogados para que sean más dóciles cuando llegan las visitas.
Terminado el espectáculo, los tigres pasan el resto del día encerrado en pequeñas jaulas y en condiciones deplorables. Y hay que tener especial cuidado porque en ocasiones estos lugares se publicitan como lugares de protección de los tigres y te dicen que tu dinero va a una buena causa, pero en muchos casos está muy lejos de ser verdad, según han demostrado diferentes investigaciones en casos tan sonados como el del Tiger Temple en Tailandia.
Nadar o ver espectáculos con delfines
¿Hay alguien a quien no le gusten los delfines? Numerosas películas y dibujos animados nos los han presentado siempre como simpáticos y alegres mamíferos marinos a quienes les encanta el contacto con los humanos, pero eso está bastante lejos de la realidad. Los delfines no dejan de ser también animales salvajes que, por muy inteligentes que sean, tienen que pasar por duros procesos de entrenamiento para aprender a hacer malabares o saltar en el momento preciso mientras sonrientes turistas se agarran a sus aletas.
Aparte de la crueldad que supone encerrar a un animal marino, que naturalmente necesitaría de mucho espacio para nadar y para los cuales es fundamental estar en grupo, algunas organizaciones y antiguas entrenadoras de delfines, como la activista Gail Woon, ha denunciado numerosos actos de tortura, abusos e incluso comercio ilegal de animales en algunos acuarios.
Ver espectáculos con monos
Hasta hace no muchos años, era habitual ver espectáculos con monos en algunas ciudades españolas. Hoy nos llamaría mucho la atención, pero por desgracia es todavía algo muy frecuente cuando viajamos por algunas zonas del mundo y, especialmente, en Asia. Monos montando en bicicleta, disfrazados de cualquier cosa que te imagines, bailando la canción de moda o imitando situaciones cotidianas.
Por supuesto, para conseguir que estos animales, de naturaleza bastante indómita, se comporten así han tenido que ser sometidos a duros abusos que les provocan daños irreversibles a nivel físico y psicológico.
Hacerse selfies con cachorros
En muchos puntos turísticos de Sudamérica y de Asia es habitual encontrar a comerciantes callejeros que nos ofrecen sacarnos fotografías con cachorros de leones o tigres por una pequeña cantidad de dinero. Y resulta difícil resistirse a abrazar uno de estos preciosos felinos y acariciar su brillante pelaje mientras nos hacemos un selfie que subimos corriendo a nuestras redes sociales.
Como hemos visto antes, normalmente estos pequeños cachorros han sido separados de sus familias y se les mantiene en condiciones muy lamentables hasta que dejan de ser cachorros y ya no generan dinero, cuando suelen ser vendidos en el mercado negro. Así que, si de verdad apreciamos a estos animales, lo mejor que podemos hacer es no dar dinero a este tipo de negocios.
Visitar zoológicos y acuarios
Y llegamos a un tipo de atracción turística que quizás despierta opiniones controvertidas, pero que nosotros sí consideramos como lugares que ya no tienen cabida en nuestros planes de viaje. Parece claro que la existencia de zoológicos pudo tener su sentido y utilidad en el pasado, como herramienta educativa y de concienciación sobre el medio ambiente, pero con la globalización actual deja de ser justificable tener en cautividad a animales salvajes y, en la mayoría de las ocasiones, fuera de su hábitat original. ¿Tiene sentido poder ver osos polares y jirafas en mitad de España?
Esto no quita que haya centros que trabajan de manera muy seria y que cuenta con grandes profesionales, tratando de cuidar lo máximo posible a los animales y ayudando en la protección de determinadas especies en peligro de extinción. Pero creemos que esa labor se desarrolla de manera mucho más eficiente y natural en otro tipo de proyectos como los parques nacionales protegidos o en determinados refugios o santuarios de animales integrados en sus propios ecosistemas.
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