“En los largos atardeceres del verano, / el sol poniente encendía / lagunas con toque de oro y carmín, / los bordes de unas frágiles nubes blancas / que descendían sobre el horizonte”. Así describía el poeta Luis Cernuda una de las puestas de sol más veneradas de España, la de Isla Cristina, una localidad a un paso de la frontera con Portugal que sabe a sal y huele a verano eterno. Acompáñanos en este viaje a la Costa de Luz para disfrutar de un lírico paraíso costero de Huelva.
Isla Cristina, un verso en las marismas
Cernuda no fue el único poeta ilustre que escribió sobre esta localidad onubense, Gerardo Diego, Alberti o Juan Ramón Jiménez también acudieron a Isla Cristina para vestir sus poemas de luz meridional. Porque, debido a la orientación de la ciudad isleña, sus puestas de sol son memorables: Isla Cristina está flanqueada por la desembocadura del río Carreras, el brazo de agua que estructura las marismas, y la propia costa, de forma que la ciudad mira a poniente, allá donde el sol duerme.
Nuestra visita a Isla Cristina comienza en la lonja, en la zona norte de la localidad, al borde de la Ría Carreras, el mejor lugar para entender su peculiar idiosincrasia. Un 1 de noviembre de 1755 buena parte de la zona suroeste de la península ibérica era sacudida por un terremoto que causó más de 50.000 muertos. Según las crónicas, en la vecina Ayamonte, a menos de 10 kilómetros de la actual Isla Cristina, llegaron a perecer hasta 1000 personas.
Paradójicamente, este hecho luctuoso cimentó el nacimiento de un asentamiento estable en la zona de las marismas, allí donde desde antiguo los pescadores acudían para explotar los caladeros de sardina y atún y a sazonar el pescado con la sal extraída de la zona. Los estragos que provocó el terremoto sobre las débiles construcciones del asentamiento comercial y pesquero llevaron a varias familias a establecerse de forma definitiva en la zona entre las marismas y la costa: nace Isla Cristina.
Más de 250 años después, la lonja sigue mostrando al viajero la cara más fresca y pesquera de la joven localidad onubense. Su puerto sigue siendo uno de los más importante de Andalucía y su lonja es una de las que más pescado fresco subasta de toda España: hasta 10.000 toneladas salen cada año de Isla Cristina.
Tras dejar atrás la lonja, nos adentramos en el caserío isleño por la calle San Francisco donde a los pocos metros nos tropezamos con el Museo del Carnaval, un pequeñito pero jugoso tesoro isleño, y la mejor forma de recordar uno de los grandes eventos anuales de la ciudad: el Carnaval de Isla Cristina es uno de los más importantes de Andalucía junto al de Cádiz, tres semanas de fiesta entre febrero y marzo que pinta de colores toda localidad.
Este museo, junto a la Oficina de Turismo, se ubica en la Casa Patio San Francisco, un edificio típico del siglo XIX con patio de vecinos a modo de corrala. Esta casa nos conduce a la plaza de San Francisco, una de las más coquetas de la ciudad, desde donde llegamos a la plaza de las Flores. Es aquí donde muchos isleños se reúnen al caer la tarde para disfrutar de la frescura y el aroma de las flores del paseo.
Tras cruzar el Paseo de los Reyes y el del Chocolate, llegamos al Paseo de las Palmeras, la vía peatonal más popular de la localidad donde se ubica también el Monumento a la Cultura y el Saber, una reproducción de los antiguos bancos biblioteca que se localizaban antiguamente en este paseo.
Tras la foto de rigor junto al distinguido lector pétreo sobre el delicioso banco azulejado, giramos hacia el sur para tomar la Calle Gran Vía y dirigirnos hacia el mar no sin antes detenernos ante la plaza del Ayuntamiento y el Monumento al Marinero, un tributo al origen de Isla Cristina.
Isla Cristina: naturaleza, playas y puestas de sol
Existen dos forman de conocer el paraje natural de las marismas de Isla Cristina. Por un lado, podemos hacerlo a pie o en bicicleta recorriendo la Vía Verde que conecta con la vecina Ayamonte y que proviene de la reconversión del antiguo ferrocarril Huelva-Ayamonte.
Partiendo de la zona norte de Isla Cristina, donde se ubica el muelle de la desembocadura del río Carreras, cruzamos el puente y nos dirigimos hacia el norte. A lo largo de este camino nos encontraremos tanto con las célebres salinas de Isla Cristina como con las marismas que rodean buena parte de la vía: un paseo también espectacular para los amantes de la ornitología.
Otra opción para conocer el paraje de las Marismas es a bordo de un barco, una buena manera no solo de disfrutar del paisaje isleño y de sus ilustres habitantes desde el agua, sino también de conocer de cerca el arte de la pesca.
Nosotros nos vamos ahora a conocer otro ‘arte ancestral’, el de darse un buen chapuzón en el mar. Y es que Isla Cristina cuenta con doce kilómetros de fina arena dorada. Y aunque en realidad se trate de una playa continua, los isleños han bautizado cada tramo con un nombre: hasta 10 playas —además de la playa de la Punta del Caimán en la ría— para disfrutar de legendarias jornadas acuáticas.
Nuestra ruta playera parte de Islantilla, célebre arenal turístico que se encuentra entre los municipios de Lepe y la propia Isla Cristina y del que parte también la popular Ruta del Camaleón que conecta con la playa de la Punta del Caimán. Después nos encontramos con Urbasur tras la que se ubica la barriada homónima que creció al calor de la explosión del turismo en la década de los 60.
Tras pasar Pesmar llegamos a la playa de la Casita Azul. En este pintoresco edificio podemos visitar un Centro de Interpretación de los Pinares de Isla Cristina, los cuales cobijan buena parte del arenal isleño protegiéndolo del urbanismo salvaje de otras latitudes.
Y tras pasar la playa del Hoyo y la playa del Camping, tras la cual se encuentra el camping Giralda, llegamos ya a Playa Central, la playa urbana de Isla Cristina. Y más allá se ubican la playa de Santana, Parque Litoral y, finalmente, la playa de la Gaviota, lugar en el que desemboca el río Carreras. Acompañados del siempre inspirador alarido de las gaviotas nos despedimos de Isla Cristina, ese verso luminoso trenzado con puestas de sol brillando sobre olas de mar.
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