Nos vamos al corazón de Murcia para descubrir su oasis verde: Sierra Espuña, un macizo montañoso cuya cima son los casi 1600 metros del Morrón de Totana y que comprende seis términos municipales: Alhama de Murcia, Totana, Mula, Aledo, Librilla y Pliego.
A lo largo de nuestro recorrido por Sierra Espuña descubriremos parajes emblemáticos como las Paredes de Leyva o el Barranco de Gebas, tesoros históricos como los pozos de la nieve, además de rutas de senderismo como la Senda del Dinosaurio o la de los Caracoles.
Tras el corazón verde de Murcia en Sierra Espuña
La Costa Cálida murciana es tan deslumbrante que hace olvidar a muchos viajeros el tesoro natural que se ubica a escasos kilómetros al interior. A poco menos de 45 minutos de Mazarrón comenzamos a disfrutar de las primeras estribaciones de Sierra Espuña, un parque regional de casi 18.000 hectáreas en el que late el corazón verde de la Región de Murcia.
Pero no siempre ha sido así. La historia de Sierra Espuña es un ejemplo paradigmático de cómo la acción humana tiene capacidad para esquilmar un territorio natural… y devolverle la vida.
Al norte del valle del río Guadalentín que recorre buena parte de la región de oeste a este pasando por Lorca, se ubica este macizo mediterráneo que ya desde época musulmana ofreció a los habitantes de la zona pastos para el ganado, árboles para la producción de carbón y barcos, zonas de cultivo, etc.
Pero la explotación de los recursos naturales de la sierra fue descontrolada y el territorio se convirtió en un yermo paraje desarbolado. Sería el ingeniero de montes Ricardo Codorníu —pionero del ecologismo y abuelo del inventor del autogiro Juan de la Cierva— el que lideró la reforestación de 5000 hectáreas de monte a finales del XIX, convirtiéndose en un modelo de restauración hidrológico-forestal a nivel europeo.
Y en el propio Centro de Visitantes y Gestión Ricardo Codorníu, a diez kilómetros al sur de El Berro, arrancamos nuestra visita a Sierra Espuña. Muy cerca del centro de visitantes se ubica el Campamento de Exploradores, una acampada para grupos a un paso del área recreativa de Fuente del Hilo.
También en esta zona se encuentra la Casa Forestal Sierra Espuña, el centro de operaciones que usó el equipo de Codorníu para ensayar la repoblación que se extendió posteriormente por buena parte de la sierra.
Continuamos camino al norte cruzando el río Espuña y alcanzamos uno de los edificios más singulares y misteriosos del parque: el abandonado hospital de tuberculosos. Institución sanitaria para pacientes con tuberculosis abierta en 1932, cerró treinta años más tarde por la dificultad para su mantenimiento.
Desde entonces ha ido acumulando problemas estructurales que hacen temer por un derrumbe además de leyendas sobre su supuesto ‘encantamiento’. Y es que, a pesar de encontrarse vallado, no son pocos los que penetran en este lugar atraídos por los rumores sobre sus misterios.
Dejamos las leyendas de almas errantes, para volver a la naturaleza más encantadora recorriendo la Senda del Dinosaurio. Se trata de un camino sencillo de poco más cuatro kilómetros que conecta el área recreativa de La Perdiz con el Barranco de Leyva atravesando un bosque mediterráneo marcado por la presencia de pinos carrascos y sotobosque de romero, jara, tomillo y lentisco.
Tras pasar la mina de agua en la que aún pervive el túnel del que de antiguo brotaba un manantial de agua, atravesamos un puente colgante que hará sentir a los peques cual Indiana Jones, para terminar admirando las paredes de Leyva.
Se trata de uno de los emblemas naturales de Sierra Espuña, un murallón calizo de más de 3 kilómetros de longitud frente al que se abre el valle de Leyva. Reconocido como una de las mejores zonas del sur de España para la práctica de la escalada, algunos tramos de pared tienen hasta 180 metros de caída vertical: un verdadero espectáculo.
Una de las mejores formas de conocer este paraje icónico de Espuña es recorrer la Senda del Caracol, una ruta de 15 kilómetros de dificultad moderada que rodea el Morrón de Alhama o Morrón Chico con sus más de 1400 metros de altitud: desde la mencionada Área Recreativa de La Perdiz se asciende por un cortafuegos hasta coronar el morrón desde donde tendremos espectaculares panorámicas tanto de las Paredes de Leyva como del resto del parque.
Si seguimos ruta hacia el sur encontramos uno de los diversos pozos de la nieve de Espuña, uno de los testimonios históricos más singulares del patrimonio cultural serrano. Desde el siglo XVII se usaban estas construcciones de gruesos muros coronados por una pequeña cúpula para guardar la nieva que caía en invierno, de ahí su nombre. Permanecieron en activo hasta principios del XX, cuando se instaló la primera fábrica de hielo en Totana.
Un poco más al sur nos encontramos con el Mirador Sierra Espuña y el Arco de Sigismondi, otro de los iconos de la sierra: una escultura natural que forman un arco y una suerte de menhir de grandes proporciones. No es fácil acceder a este lugar por la dificultad del camino, además de ubicarse por la zona el Escuadrón de Vigilancia Aérea (EVA) nº 13 del Ejército del Aire… En Google Maps aparece borroso y todo.
Así que nosotros volvemos hacia el norte para conocer otro tesoro imperdible de Sierra Espuña, no sin antes maravillarnos con las vistas desde el Mirador del Collado Bermejo, uno de los más espectaculares del parque. Pasando El Berro en dirección este llegamos al Barranco de Gebas, ya en el extremo oriental del parque regional.
Se trata de un intricando sistema de barrancos, cañones, mesetas y cárcavas regado por el embalse de la Rambla de Algeciras. Conocido como las badlands de Gebas, sin duda, recuerda a otras tierras baldías de la península como Tabernas o las Bardenas Reales. Un paraje asombroso a menos de tres cuartos de hora al suroeste de la capital provincial: no hay excusa para no acercarse a Sierra Espuña y conocer uno de los secretos naturales mejor guardados del sureste peninsular.
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