A menos de 20 kilómetros al oeste de Cáceres, en el entorno del término municipal de Malpartida de Cáceres, el paisaje adopta un perfil subyugante: entre suaves ondulaciones de la severa llanura extremeña se alza un soberbio conjunto de bolos graníticos que conquista una loma rodeada de los reflejos azules de varias charcas.
Son Los Barruecos, un emblema natural de Extremadura que ha seducido a héroes fantásticos de la ficción televisiva, así como a artistas visionarios llegados del norte. Y, por supuesto, a cientos de senderistas que acuden en peregrinaje para conocer este exultante Monumento Natural de Cáceres.
Descubriendo el paisaje asombroso de Los Barruecos
Tras las carga de las tropas Dothrakis, el pánico se adueña de los ejércitos Lannister y Tarly cuando Drogon aparece en el horizonte. Daenerys Targaryen sobrevuela un paisaje asombroso en el que pueden divisarse extraordinarios bloques pétreos sobre una llanura en pleno fragor bélico. Y aunque parte del paisaje está diseñado a través de imágenes superpuestas y fantásticas, el escenario real de la batalla no es otro que Los Barruecos.
En verano de 2017, el Monumento Natural de Cáceres se convertía en una de las localizaciones más recordadas de la séptima temporada de Juego de Tronos, contribuyendo de forma decisiva a la popularidad mundial de este paraje. Pero, por supuesto, la historia de los Barruecos no arranca con el vuelo del dragón.
Hace millones de años que estos bloques de piedra surgieron a través de una extrusión granítica, un lento enfriamiento de grandes cantidades de magma que generaron rocas ígneas. Con el paso del tiempo, la erosión ha ido moldeando la piedra hasta configurar esta suerte de fortaleza natural que se eleva sobre la llanura extremeña combinando formas mayores de bolos, tors y domos junto a formas menores de tafoni, depresiones circulas y vertientes cóncavas agrupados todos ellos en dos grupos: el Barrueco de Arriba en el sector oriental y el Barrueco de Abajo en la zona occidental.
La espectacularidad de este relieve y la protección que generan algunas oquedades de los bloques pétreos atrajeron desde antiguo la atención de los primeros pobladores de la zona que han dejado testimonios de su presencia a través de pinturas y grabados rupestres y diversos restos arqueológicos, incluyendo los vestigios de una villa romana ubicada al suroeste de las Peñas del Tesoro, en la misma zona en la que también se ubica una necrópolis.
Ya en tiempos menos remotos, la acción humana se concretó con el aprovechamiento del cauce del río Salor del que derivan diversos arroyos que nutren las charcas de Los Barruecos. Aunque la función original de estos pequeños embalses era favorecer la actividad agraria de una zona con pocas precipitaciones —como se atestigua en el antiguo Lavadero de Lanas— a la postre, el agua ha terminado por envolver con sus mágicos reflejos un paisaje de película.
Senderismo en Los Barruecos
Existen varias rutas en el entorno de Los Barruecos que se complementan unas a otras ofreciendo un panorama completo tanto del Monumento Natural como de la historia de la presencia humana en la zona, la flora y fauna características del paraje, sin olvidar, claro, la reciente fama adquirida gracias a Juego de Tronos.
Para calentar motores, podemos empezar con la Ruta de las Peñas del Tesoro que recorre la parte sur de la charca del Barrueco de Abajo. Partiendo del museo Vostell Malpartida que visitaremos después, pronto subimos a uno de los puntos emblemáticos del paraje desde el que se tiene una magnífica perspectiva del conjunto. Esta ruta de poco más de 1 kilómetro nos sirve, además, para conocer la colonia de cigüeñas blancas que anidan en la zona y que ha hecho de Los Barruecos su hogar.
La Ruta de los Sentidos, por su parte, es un itinerario de casi cinco kilómetros que recorre ambos Barruecos partiendo del Centro de Interpretación, al sur del museo. Muy bien señalizada, nos permite tener un panorama completo del paraje incluyendo una visita a los restos del poblado amurallado, las pinturas y los grabados rupestres, la mencionada villa romana, así como el medio centenar de tumbas antropomorfas que aprovecharon las formas caprichosas de las rocas como enterramientos.
Y no puede faltar una Ruta Juego de Tronos en Los Barruecos que combina tramos de las anteriores, transitando por el sur del Barrueco de Abajo y rodeando el Barrueco de Arriba. Diversos carteles informativos relacionan la trama de aquel capítulo de la séptima temporada de la serie con los escenarios naturales en los que se rodó.
El Museo Vostell Malpartida en Los Barruecos
En 1974, Wolf Vostell queda hechizado ante el espectáculo natural de Los Barruecos. Acompañado de su esposa extremeña Mercedes Guardado, que había conocido 15 años antes en un viaje a Guadalupe para estudiar a Zurbarán, el artista comienza a rumiar una serie de proyectos que tendrán como protagonista el paraje cacereño.
Ya erigido en uno de los artistas europeos más vanguardistas gracias a su pionero trabajo en instalaciones y videoarte, el desembarco del indómito autor germano populariza Los Barruecos reivindicando no solo sus valores naturales, sino humanos por las actividades tradicionales vinculadas.
Vostell aprovecha el antiguo Lavadero de Lanas ubicado al pie de la charca del Barrueco de Abajo para desarrollar un museo que no solo acoge muchas de sus obras, sino también abundantes vestigios de la actividad humana en la zona desde la prehistoria, recordando también el trabajo de la lana que durante su época de máximo apogeo llegó a dar trabajo a un centenar de personas en torno a las instalaciones del lavadero.
Hoy, estos testimonios arqueológicos y etnográficos conviven con obras de chocante vanguardismo procedentes tanto de la Donación Fluxus Gino di Maggio como de la propia colección de Wolf y Mercedes Vostell. Entre estas últimas destaca la icónica ¿Por qué el proceso entre Jesús y Pilatos duró sólo dos minutos?, una suerte de escultura vertical que combina restos de coches y de aviones que sirven ahora de hogar a las cigüeñas blancas y sus venerables nidos.
Pero Wolf Vostell no se contentó con tener un museo cerrado al paisaje extremeño, sino que quiso dialogar con el mismo a través de diferentes obras como VOAEX (Viaje de (h)Ormigón por la Alta Extremadura) también conocida más gráficamente como Coche Empotrado: el último extravagante ingenio de un monumento mágico.
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