Las prisas para salir de casa, el autobús, el metro, el check-in, el control de seguridad, la espera en la terminal, la fila eterna para entrar y, tras colocar la maleta de mano en el compartimento, te derrumbas en el asiento para ocho horas de vuelo, a lo que hay que sumar dos o tres horas más hasta el hotel. Y decides quitarte los zapatos para descansar los pies y estar un poco más cómodo. Pero la auxiliar de vuelo te mira con gesto inquisitivo…
¿Qué pasa? ¿No puedo quitarme los zapatos después de todo el “esfuerzo” que he hecho para llegar hasta aquí y poder sentarme en un asiento que me ha costado varios cientos de euros? Y desde luego que voy a reclinar el asiento todo lo que pueda. Si ponen asientos reclinables, será que se pueden reclinar, ¿no?. A continuación, hablamos un rato sobre qué es lo que se debe hacer o no en el avión, del respeto por la tripulación y los demás pasajeros, de la higiene y el derecho al descanso y, en particular, si es de mala educación (o no) quitarse los zapatos en un avión.
Por qué no debes quitarte los zapatos en el avión
No somos expertos en protocolo, así que os trasladamos lo que exponen los verdaderos expertos en estas situaciones, especialmente los auxiliares de vuelo que son los que padecen día tras día las costumbres más o menos censurables de sus pasajeros. Porque no todo entra en el “sueldo”, que se lo pregunten a los auxiliares que no fueron capaces de “doblegar” a Melendi en aquel vuelo…
No es higiénico
No lo es ni para ti, ni para el resto. Según informan los miembros de la tripulación, que saben bien hasta qué punto se limpian los aviones antes de cada vuelo, estos medios de transporte no son precisamente como hospitales: hay un tiempo muy limitado entre vuelos para limpiar el avión lo que provoca que no siempre estén como los “chorros del oro”, especialmente el suelo, especialmente el suelo del baño…
Bien es cierto que en la época más dura del Covid-19, se nos dijo que los aviones eran los lugares más seguros del universo y que era imposible pillar nada por los filtros del aire y un montón de cosas más, pero o bien la política de limpieza se ha relajado un poco desde entonces o bien los aviones no eran tan safe como se nos prometía… Si es que hoy en día alguien se cree cualquier promesa de cualquier tipo en cualquier contexto.
Así pues, si andas descalzo por el avión podrías pillar una infección por hongos, que generalmente se encuentran en lugares húmedos y cálidos. Y los aviones pueden ser lugares muy cálidos y húmedos, ¿no? Sobre todo los baños, lugar al que, al parecer, van también los pasajeros descalzos.
Dirás que cualquier persona con dos dedos de frente no iría descalzo a un baño público donde, especialmente los hombres, acostumbramos a no ser tan “consistentes” cuando se trata de miccionar, pero, según señalan los auxiliares, algunos pasajeros creen que están paseando por su casa tras varias horas de vuelo, y también van descalzos al baño. Será la altitud que merma la actividad neuronal…
Es irrespetuoso
Si no es higiénico para ti, tampoco lo es para los demás. Sabemos que lo más importante para ti es tu propia comodidad en vuelo y que la de los demás es secundaria (o prescindible), pero si compartes vuelo con The Rock y se acerca a decirte, lo más amablemente que puede, que, por favor, te enfundes los zapatos, tal vez te lo pienses dos veces.
E incluso aunque no sea de The Rock, hay pasajeros aparentemente enclenques que tienen muy mal genio y te podrían decir unas cuántas cosas. Aunque si eres de los que reclina el asiento a todo lo que da sin ni siquiera pedir permiso al de atrás, suponemos que lo de ir descalzo en el avión será para ti casi como un derecho constitucional.
Hablemos de aromas
La mayoría de los seres humanos no somos igual de sensibles a los propios olores corporales que a los de los demás. Y no vamos a ser más concretos. Sucede igual que con las molestias y el respeto, ya sabéis, no nos gusta que nos molesten, pero cuando molestamos nosotros, como el que oye llover: “Ay, ¿pero te estoy molestando? Pero qué piel más fina tenemos…”. De cualquier forma, seguro que eres consciente de si perteneces, o no, a ese grupo de personas cuyo aroma “pedestre” es un poco menos soportable de lo normal.
Y si has llegado a tu vuelo después de hacer un maratón por el aeropuerto en pleno julio, las cosas se pueden complicar mucho. De verdad, ¿vas a someter al resto del pasaje a la tortura de aguantar aromas pútridos durante varias horas? Un poco de consideración, ¿no? Ya te quitarás los zapatos cuando llegues a tu destino. Con ocho horas de vuelo no son tantas como parece.
Me da igual lo que me digáis, voy a ir descalzo
Hasta donde sabemos, no hay ninguna normativa que prohíba quitarse los zapatos en el avión, como no la hay con respecto a reclinar el asiento y jorobarle el viaje al pasajero que va detrás jugándote una fuerte discusión, si el de atrás tiene un mal día y tiene un poco de aprecio a sus rodillas.
No obstante, si tu aroma pedestre es inocuo, no has estado en el gimnasio antes de subir el avión y no vas a ponerle los pies en el apoyabrazos al de delante, quitarse los zapatos puede no ser un drama para nadie. De hecho, la realidad es que, en los vuelos más largos, siempre hay varios pasajeros descalzos y no suele haber conflicto armado por ello.
Así que, depende de ti, y de ese a menudo difícil equilibrio entre tu propia comodidad y la de los demás. Como habrás notado, en mi caso particular, me importa mucho más lo de reclinar el asiento que lo de los pies descalzos, pero eso lo dejamos para la siguiente lección de protocolo en vuelo.
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