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Las Isla Feroe son un destino único el mundo. Aunque forman parte de Dinamarca, cuentan con una gran autonomía y disponen de Parlamento, moneda, bandera, idioma y hasta equipo de fútbol internacional propio. Con apenas una población de 50.000 habitantes, casi la mitad establecida en su capital Tórshavn (El puerto de Thor) y su archipiélago se compone de 18 islas de origen volcánico, donde se concentran 80.000 ovejas. Ver especial fotográfico.

El paisaje en Islas Feroe está formado por grandes acantilados y praderas, siempre verdes, que nos hacen pensar en el clima tan cambiante y lluvioso que sufre durante gran parte del año.

Islas Feroe
Islas Feroe

Un auténtico paraíso para los amantes del senderismo, de la fotografía y la ornitología, especialmente en la isla de Mykines, el lugar más fácil para poder fotografiar a los simpáticos y curiosos frailecillos.

En la isla de Vágar nos sorprenderá el entorno y el efecto óptico del lago Sorvagsvatn que parece suspendido por encima del mar, además de la fotogénica cascada de Mulafossur en las cercanías de Gásadalur.

En la extensa isla de Streymoy, a parte de disfrutar de la bella capital de Tórshavn, es visita obligada la cascada de Fossá, la de mayor altura, y acercarnos a la pequeña población de Tjornuvik y Saksun, dos pueblos de cuento en entornos inigualables.

La isla de Eysturoy nos invita a descubrir los acantilados del norte donde sobresalen Risin og Kellingin (el Gigante y la Bruja) y el increíble pueblo de Gjógv, que significa barranco en feroés y debe su nombre al “puerto natural” formado en este enclave. Al fondo, la alargada isla de Kalsoy.

Kalsoy, la Isla de los Hombres, es conocida como la flauta dulce, por su forma y por estar horadada por varios túneles. Con menos de 150 habitantes, destaca, al norte, la localidad de Trøllanes, el pueblo de los trolls y lugar de acceso para ascender hasta el faro de Kallur, el faro del fin del mundo y enclave con grandes acantilados que se incluye en el final de la película “Sin tiempo para morir”, la última entrega del agente 007.

Al bajar es imprescindible acercarse a Mikladalur y conocer la escultura y leyenda de Kópakonan (La Mujer Foca), una de las múltiples leyendas que acompañan los bellos e irrepetibles paisajes de estas magníficas islas del Atlántico norte.