Considerado durante siglos la octava maravilla del mundo, el Escorial es un gigantesco complejo construido por Felipe II en el momento de mayor expansión del Imperio español. Su interior cobija un palacio, un panteón, una basílica, una biblioteca, jardines y el propio monasterio: más de 30.000 metros cuadrados sobre la ladera sur de Abantos, a 50 kilómetros al noroeste de Madrid.
Construido durante más de 20 años, el Escorial no es solo el edificio más importante del Renacimiento español, sino también uno de los más misteriosos de la historia de la arquitectura de nuestro país: reuniones clandestinas de alquimistas, la colección de reliquias más siniestra del mundo, las puertas del infierno, el tesoro de la montaña, y un pudridero para descomponer reyes… Todo es posible en El Escorial.
Un palacio en las puertas del infierno
Cuenta la leyenda que los responsables de la búsqueda de una ubicación para el palacio de Felipe II, comandados por Juan Bautista de Toledo, arquitecto real, fueron testigos de una estruendosa tormenta eléctrica cuyos rayos caían sobre la ladera sur del monte Abantos. Tras comunicar este hecho a Felipe II, el monarca dijo: “no busquéis más, ese es el sitio”. En relación a esta leyenda, también se dice que la razón por la que el nuevo palacio real se construyó en esta ubicación era porque los rayos marcaban las puertas del infierno y el edificio las bloquearía una vez fuese terminado.
Sea o no cierta esta leyenda, oficialmente Felipe II fundó El Escorial para agradecer la intervención divina en la batalla de San Quintín frente a Francia en 1557 además de crear un espacio que funcionase como panteón real tal y como quedó expuesto en la Carta de Fundación firmada por Felipe II en 1567: un lugar “para que se hagan y digan oraciones, sacrificios, conmemoraciones y memorias de las ánimas (de la familia real)”.
El templo de Salomón y la parrilla de San Lorenzo
Los orígenes de la planta del edificio es un asunto muy debatido entre los especialistas. Se dice que los arquitectos pudieron basarse en las descripciones del Templo de Salomón en la Biblia, pero no hay ninguna referencia directa en los textos de la época ni en la mencionada Carta Fundacional. El elemento que apoya esta teoría es la aparición de la estatua de Salomón en el centro de la portada de la iglesia, así como de otros reyes de la tribu de Israel, además de los frescos de Salomón en las bóvedas de la Biblioteca y de la Celda del Prior.
Un simbolismo también largamente discutido es el de la planta del edificio en forma de parrilla que se relacionaría con la parrilla en la que fue martirizado San Lorenzo, advocación del monasterio debido a que la victoria de San Quintín tuvo lugar en el día de dicho santo. Sea como fuere, tanto las trazas de la planta como la majestuosa austeridad de los muros marcan la transición del plateresco al estilo herreriano que tanta influencia tuvo en la arquitectura posterior, incluso en edificios del siglo XX como la Universidad Laboral de Gijón, verdadera reinterpretación del Escorial.
Reuniones de alquimistas en la biblioteca
Felipe II fue un ferviente coleccionista de todo tipo de libros, entre ellos numerosos volúmenes prohibidos de magia y ocultismo. Se argumenta que el rey buscaba remedios alternativos para solucionar sus problemas de salud, particularmente “algunas debilidades de estómago”, aunque también hay quien dice que el rey buscaba la piedra filosofal. En este sentido, se sugiere que Felipe II solía convocar a los mejores alquimistas del Imperio para hacer reuniones en las que poner en común los hallazgos en esta materia.
El Pudridero, un espacio para ‘pudrir’ reyes muertos
Es una de las salas mejor custodiadas de El Escorial y, sin duda, una de las más siniestras. Solo los frailes agustinos pueden entrar actualmente en este espacio en el que los restos mortales desde los Austrias a la actualidad pasan 25 años para descomponerse.
El pudriero consta de dos salas (una para reyes y otra para infantes) en el subsuelo de la basílica, cuyo fin es reducir los cuerpos reales para que se adapten a los pequeños cofres de plomo de 1 metro de largo por 40 cm. de ancho que, una vez sellados, pasan al Panteón Real. Contaba el actor Paul Naschy que, mientras rodaba un documental en El Escorial en los años 70, pudo adentrarse en esta sala… y que casi se desmaya por el olor.
El mayor relicario de la cristiandad
7000 piezas incluyendo diez cuerpos completos, 144 cabezas, 306 brazos y piernas y miles de huesos, incluyendo pelos de Jesucristo y de la Virgen, además de pedazos de la cruz y de la corona de espinas: la colección de reliquias de Felipe II llegó a ser las más impresionante del mundo.
Siguiendo los preceptos contrarreformistas del Concilio de Trento que defendían la veneración de los santos cristianos, Felipe II invirtió cifras astronómicas en adquirir huesos y restos humanos presuntamente pertenecientes a personajes claves de la historia del cristianismo. ¿Cuánto pudo pagar Felipe II por un mechón de pelo de Jesús?
La mirada de San Lorenzo que esconde un tesoro
Una de las leyendas más rocambolescas asociadas al Escorial está protagonizada por la estatua de San Lorenzo en la fachada principal del edificio. Su curiosa postura, su boca apretada y su mirada de soslayo siempre ocasionaron muchos comentarios.
¿A dónde mira el santo que da nombre a la octava maravilla del mundo? …A un tesoro oculto en la montaña. Los fanáticos del misterio señalan que su mirada marca el punto exacto de la montaña en el que un trabajador del Escorial quedó accidentalmente enterrado tras huir con un tesoro de varios doblones de oro reales.
La sala de los secretos
Tal vez Felipe II reveló algún día la ubicación de aquel misterioso tesoro en la Sala de los Secretos, una sala austera sin ninguna decoración que parece casi una catacumba. Al parecer, el secreto de este espacio está en que si dos personas susurran en los dos rincones opuestas de la sala se pueden escuchar gracias a la mágica acústica del lugar. Se dice que hasta aquí venía Juan de Herrera a susurrar al rey que los obreros no podían seguir trabajando sin cobrar...
Caído en desgracia desde el siglo XIX al asociarse a la superchería católica, todavía hay muchos visitantes que acuden aquí a “buscar la sombra de Felipe II, movidos por prejuicios religiosos y políticos” tal y como ya afirmaba Unamuno. Pero más allá de sus misterios, leyendas y connotaciones, El Escorial es una joya monumental de la arquitectura española que sigue conmocionando hasta al visitante más resabiado.
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