Dicen que por las venas de los sicilianos corre menos sangre italiana que en cualquier otro punto del país y, sin embargo, los sicilianos son más italianos que nadie. Porque a pasión, orgullo y tradición no les ganan ni en Milán ni en Roma. No hay que olvidar que por la isla mediterránea han pasado todos los pueblos que podían pasar —griegos, romanos, árabes, normandos, españoles— dejando un legado cultural asombroso que ha trenzado con hilo de oro la resplandeciente alma siciliana.
Pero no os asustéis: Sicilia no es solo un formidable libro de historia en el que terminar con síndrome de Stendhal, sino también un tratado sobre el buen vivir. Porque lo mejor de Sicilia es la incorregible guasa, innata hospitalidad y contagioso amor por la vida de los habitantes de esta isla maravillosa. Bueno… y su manera de mover las manos cuando hablan. ¡Inimitables!
Guía imprescindible de Sicilia
Sicilia es la isla más grande del Mediterráneo, superando por poco a Cerdeña: estamos hablando de 25.833 km² que suponen casi siete veces más que Mallorca. Por lo tanto, si queremos tener un panorama completo de la isla precisaremos diez días, cómo mínimo.
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10 visitas imprescindibles en Sicilia
- Piazza Pretoria en Palermo
- Las playas de San Vito Lo Capo
- Valle de los Templos
- Scala dei Turchi
- Ortigia en Siracusa
- Excursión al Etna
- Taormina
- Las vistas desde Enna
- Excursión en barco en Favignana
- Spiaggia dei Conegli en Lampedusa
No obstante, se puede optar por centrar la visita en una zona más reducida si no disponemos de tanto tiempo. En este sentido, nosotros dividimos la visita en cinco sectores: noroeste, costa sur, costa este, interior e islas, arrancando nuestro viaje en Palermo, dónde si no.
Noroeste de Sicilia. De Palermo a Marsala
No solo es la capital y la ciudad más populosa con sus casi 700.000 habitantes, sino también el puerto de entrada de la mayoría de viajeros que arriban en Sicilia, gracias a las buenas conexiones de su aeropuerto. Palermo es un rotundo aperitivo para el recién llegado con su algarabía sureña y su orgullosa decadencia.
Pese a su extensión, buena parte de los atractivos de la capital siciliana se concentran en torno a su puerto y a la cala. La exuberante fachada barroca de San Domenico nos da la bienvenida y el mercado de Vucciria nos seduce con sus aromas orientales, casi como si se tratara de un zoco medieval.
Y es que Palermo es considerada la capital europea del street food: este mercado es un buen lugar para empezar a degustar la inclasificable gastronomía siciliana que combina lo mejor de Oriente y Occidente.
Después de reponer fuerzas, recorremos via Vittorio Emanuele para admirar el crisol de estilos arquitectónicos del Duomo, la deslumbrante Fontana Pretoria, el sensacional Palacio de los Normandos, uno de los mejores testimonios de la presencia normanda en la isla a partir del XII, y la innegable influencia islámica de San Giovanni degli Eremiti, que fue construida sobre una mezquita: entre el siglo X y finales del XI, Palermo fue la capital del emirato de Sicilia.
Y no nos olvidemos de las catacumbas de los Capuchinos, una de las visitas más memorables de la capital siciliana: una colección de esqueletos y momias que pone los pelos de punta al viajero de sangre más fría.
A 20 kilómetros al este de Palermo, nos acercamos a Bagheria para visitar Villa Palagonia, una de las muestras más representativas del exuberante barroco siciliano que puede llegar a desmayar al fanático del racionalismo. Si vamos bien de tiempo, debemos seguir por el norte hasta Cefalú para admirar los mosaicos bizantinos de su Duomo además de sus populares playas.
Y a media hora al suroeste de Palermo, tampoco podemos perdernos el Duomo de Monreale, una de las joyas más brillantes de la arquitectura normanda siciliana: los claustros y los mosaicos de esta construcción son obras cimeras del arte medieval.
Tras este curso acelerado de historia y arte sicilianos nos han entrado ganas de mar, así que recorremos la carretera de la costa pasando por la bella Castellammare del Golfo hasta llegar a San Vito Lo Capo donde se encuentran algunas de las playas más bellas de la isla, bañadas por las cálidas y cristalinas aguas del Tirreno.
Tras pasar por Erice y Trapani y disfrutar de sus entrañables calles adoquinadas, nos dirigimos al interior para visitar el icónico templo de Segesta construido sobre una colina en el siglo V a.C.: uno de los mejores testimonios de la presencia griega en Sicilia.
En nuestra última parada en la costa noroeste de la isla, tomamos posiciones en una terraza de Marsala para probar su legendario vino: un tipo de vino perpetuum cuya popularidad a nivel europeo se disparó en el siglo XVIII después de que el comerciante John Woodhouse comenzara a fortificarlo para su transporte a Inglaterra.
Costa Sur de Sicilia. De Selinunte a Noto
La costa sur siciliana —con permiso del interior— es para muchos la zona más auténtica de la isla: los turistas más apurados de tiempo no suelen llegar hasta aquí, al margen de visitas emblemáticas como Scala dei Turchi o el Valle de los Templos, así que es ideal para aquellos viajeros que busquen rincones un poco más solitarios.
A una hora al sureste de Marsala, llegamos a Selinunte, una visita imprescindible para conocer el esplendor griego de la vieja Sicilia. Fundada a mediados del siglo VII a.C., Selinunte fue una de las ciudades más importantes de la conocida como Magna Grecia —la Italia griega— como demuestran sus espléndidos restos arqueológicos, uno de los más importantes de Europa, destacando sus numerosos templos de orden dórico.
No dejamos aún el recuerdo griego porque hemos de visitar el Valle de los Templos, a un paso de Agrigento: uno de los yacimientos de arquitectura griega más relevantes fuera del país heleno. Construido a partir de finales del siglo VI a.C., este valle considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco acumula las ruinas de 9 templos, destacando el de la Concordia: uno de los templos griegos mejor conservados de Europa.
Dejamos ya el esplendor de la Magna Grecia para disfrutar de uno de los iconos naturales de la isla: Scala dei Turchi, un rincón usado por piratas turcos y sarracenos para esconder sus embarcaciones durante siglos: la insólita forma de suaves y redondeados escalones de la blanca piedra caliza del acantilado y sus sensuales playas convierten este lugar en un imperdible.
Tras pasar el golfo di Gela alcanzamos el punto más meridional de la isla para un nuevo baño en la insólita Spiaggia Isola delle Correnti: arenal con forma triangular protegida por una estatua del Cristo Redentor frente a la Isla de las Corrientes, cuyo nombre deriva de la unión de las aguas del Mediterráneo con las del Jónico que se produce en este punto.
Y a algo más de media hora al norte, cerramos nuestra visita a la costa sur siciliana admirando la fachada barroca del Duomo de Noto, una ciudad nueva —en comparación con muchas de sus vecinas— erigida a partir de finales del XVIII para sustituir a Noto Antica, destruida por un terremoto: un éxtasis para los fanáticos del barroco siciliano.
Costa oriental de Sicilia. De Siracusa a Tindari
Nuestra tercera etapa descubriendo Sicilia comienza en Siracusa, a tres cuartos de hora al norte de Noto. Esta ciudad de poco más de 100.000 habitantes ubicada entre el golfo di Augusta y el capo Murro di Porco son palabras mayores en la historia siciliana: la ciudad griega más importante entre los siglos V y III a.C. siendo la segunda colonia griega en Sicilia después de Naxos, cerca de Taormina.
La isla de Ortigia, el parque arqueológico de Neapolis, la famosa oreja de Dionisio y su celebrado Duomo barroco que cobija en su fachada el templo de Atenea del siglo V a.C. son tan solo una pequeña muestra del excelso patrimonio de esta ciudad con nombre de resonancia mitológica.
Dejamos un rato la costa y visitamos la Reserva Natural de Pantalica, a algo más de media hora de Siracusa: un entorno fresco y verde bañado por los ríos Ánapo y Calcinara que contrasta con la aridez de otros enclaves vecinos. Esta reserva, ideal para pasear y cargar pilas antes del bullicio de Catania, cobija también una necrópolis prehistórica: hasta 5000 tumbas excavadas en la roca, un siniestro, pero memorable espectáculo.
Ya en Catania alucinamos con la segunda ciudad más poblada de Sicilia, no solo con su magnífico patrimonio cultural encabezado por la catedral de Santa Águeda, sino también por la filosofía con la que los cataneses se toman pasar la noche del sábado insertados en su coche en un interminable atasco. Pero así es Catania, el ejemplar más emblemático de la entrañable decadencia siciliana.
A algo más de 30 kilómetros al norte de Catania alcanzamos la cima del Etna, la excursión por excelencia en Sicilia: el volcán activo más alto de Europa con sus 3370 metros. Existen diversos senderos para disfrutar de este parque natural, incluso en funicular, aunque siempre será más divertido a pie.
Tras recorrer Taormina, la joya de Sicilia, alcanzamos Mesina, la tercera ciudad más poblada de la isla ubicada al pie del estrecho homónimo. Fue prácticamente desmantelada por el terrible terremoto de 1908 —murieron 75.000 personas— que obligó casi a refundar la ciudad. Como suele escabullirse de la mayoría de las rutas turísticas, Mesina ofrece al viajero algunos de los rincones más auténticos de la isla, siendo un lugar ideal para degustar la gastronomía siciliana.
Tras observar la vecina Villa San Giovanni al otro lado del estrecho desde el Capo Peloro, donde el Tirreno se une al Jónico, llegamos a Milazzo, otra de esas localidades sicilianas volcadas al mar que ofrecen atardeceres memorables. Y a media hora al oeste de Milazzo nos seguimos meciendo en el golfo di Patti en Tindari, casi la última ciudad griega fundada en Sicilia y nuestra última parada en esta tercera etapa.
El interior de Sicilia
Con el tiempo justo será difícil que dejéis un hueco para adentraros en el interior de la isla, pero recordad que sin visitar algunos de los pueblos del corazón de Sicilia, nunca tendréis un panorama completo de la idiosincrasia siciliana, que pasa también por el recuerdo y la presencia más o menos visible de la mafia.
En este sentido, Corleone no puede faltar en tu ruta, ya que este pueblo inspiró a Coppola para su legendaria trilogía. Ubicada a una hora al sur de Palermo, en Corleone podemos visitar el Museo Antimafia que recuerda la cara menos idealizada de la Cosa Nostra, mientras que en Forza d’Agrò, a media hora al norte de Taormina, rememoramos algunas de las localizaciones de aquella fantástica trilogía.
Entre Cefalú y Tindari, nos adentramos en el interior para conocer San Marco d’Alunzio, uno de los pueblos más bonitos, no solo de Sicilia, sino de toda Italia. Encaramado a una colina, en este pueblo se confunden los aromas marinos del Tirreno con los de la vecina huerta siciliana: un pueblo para perderse una temporada.
A algo más de una hora al este de Agrigento, se ubica Piazza Armerina, quizás el enclave más popular del interior siciliano: muchos viajeros acuden a esta localidad de 20.000 habitantes atraídos por los mosaicos de la villa romana del Casale, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: los restos de una magnífica villa que probablemente perteneció al tetrarca Maximiano a finales del siglo III d.C.
Y a media hora al norte de Piazza Armerina alcanzamos Enna, l’ombelico de Sicilia, casi en su centro geográfico: uno de los lugares que ofrece las mejores vistas de la isla gracias a la altura de sus numerosas colinas, una postal que justifica sobradamente el viaje.
Las islas de Sicilia
Tras nuestras incursiones al interior de Sicilia, las excursiones a los pequeños archipiélagos vecinos son una delicia para el viajero. Si buscas rincones indómitos y paradisiacos, reserva unos días para alguna de las islas, incluso tachando otras etapas de la isla principal.
Islas Eolias
Nuestra primera parada por las islas sicilianas nos lleva al mito de las islas Eolias frente a la costa de Milazzo: cuenta la leyenda que fue Eolo, el gran dios griego de los vientos, el primer amo de este archipiélago que ha recibido a dioses, monstruos y héroes como Ulises o Vulcano el cual, según el mito, tenía su fragua en la isla homónima… aunque otras leyendas dijeran que estaba en el interior del Etna.
Si Lípari es la isla principal y más turística, Estrómboli es la más alejada y famosa por su volcán, mientras que Vulcano, Panarea y Salina son famosas por su belleza rústica y agreste que ha sido retratada por grandes del cine como Nanni Moretti: una buena manera de descubrir el lado más salvaje de Sicilia.
Islas Egadas
Al oeste de Sicilia, entre Marsala y Trapani, se ubican las islas Egadas formadas por Favignana, Marettimo y Levanzo, además de otros islotes menores, todas ellas con un sensual aire árabe. La más turística y que destaca por sus icónicas playas es Favignana, la ‘isla mariposa’ por su peculiar fisionomía: Cala Rossa y Cala Azzurra —ambas al este de la isla— ya justifican por sí mismas la excursión, no en vano se la conoce como la Formentera siciliana… así que ya os hacéis una idea.
Pero si prefieres algo menos turístico, acércate a Marettimo, la más alejada de la costa de la isla principal. 300 habitantes dedicados a la pesca y a la artesanía tradicional y un puerto plagado de barcas de colores. No dejéis de subir al yacimiento de las Casas Romanas al que se llega a través de un delicioso sendero y que ofrece unas vistas increíbles de la confluencia del Tirreno con el Mediterráneo.
Pantelaria
A medio camino entre Sicilia y la costa tunecina se ubica esta solitaria y misteriosa isla de un tamaño casi idéntico a la de la propia Formentera. Cuentan que aquí tiene su rincón veraniego Giorgio Armani: el lugar menos italiano de su amada Italia.
Y es que Pantelaria está tan lejos de todo que es la isla ideal para escapar: una naturaleza de belleza insólita marcada por su origen volcánico y la pátina negra de su rocosa costa que le otorga un apodo elocuente: la perla negra del Mediterráneo salpicada de dammusi —esos edificios cúbicos con pequeña cúpula que son el refugio ideal para resguardarse cuando el calor aprieta— configurando una estampa única.
Islas Pelagias
No extraña que las Pelagias sean el archipiélago menos turístico de Sicilia: están más cerca de Túnez o Malta que de la propia isla madre. Formado por tres islas mayores, Lampione, Linosa y Lampedusa, el nombre de esta última nos obliga a recorrer los más de 200 kilómetros que la separan de Agrigento para rendir homenaje al escritor del Gatopardo, aquel palermitano que dejó para el recuerdo la definición más famosa de sus paisanos: “Los sicilianos no querrán nunca mejorar por la sencilla razón de que creen que son perfectos. Su vanidad es más fuerte que su miseria”.
Y aquí en Lampedusa nos maravillamos con la belleza pluscuamperfecta de Spiaggia dei Conigli, una de las playas más bonitas del mundo, donde el agua acaricia el baile cadencioso de decenas de peces de colores: la guinda que cierra este viaje por Sicilia, la pasión irreductible del Mediterráneo.
Descubriendo la gastronomía de Sicilia
En cualquier rincón del mundo es posible comer bien… y mal, cuestión de gustos, pero lo cierto es que los fanáticos de la cocina de fusión están de suerte en Sicilia porque el legado de las numerosas civilizaciones que han pasado por aquí también ayudaron a configurar una cultura gastronómica única fruto de este diálogo entre Oriente y Occidente, entre Europa y África: el primer libro de cocina occidental lo escribió un griego de Siracusa en el V a.C.
Y cómo no chuparse los dedos con la Pasta alla Norma en una abarrotada tasca de barrio en Catania: un plato que, según la leyenda, estaría a altura de la perfección de la ópera Norma del compositor catanés Vincenzo Bellini: tomate natural, requesón, albahaca y el toque esencial de la berenjena frita acompañando unos penne.
Un poco más al norte, nos enfundamos en unas gafas de sol tamaño XL y ponemos nuestro gesto más sofisticado para saborear un pez espada a la siciliana en Taormina, otro de los platos estrella de la isla, combinando el sabor agridulce de los tomates, las aceitunas y los piñones.
¿Dónde comer en Sicilia?
- La Fornace Ristorante (Via Cappuccini, 151, San Marco d’Alunzio): la auténtica comida siciliana en un pueblo de ensueño. Cerca ya de cumplir sus bodas de oro, La Fornace homenajea la tradicional gastronomía siciliana con sus cenas medievales: platos caseros y abundantes y trato familiar.
- Osteria da Rita dal 1991 (Via Calapitrulli, 3, Taormina): El pez espada de Osteria da Rita es uno de los mejores de Taormina y su caponata siciliana no le anda a la zaga. Su deliciosa terraza en una pequeña plaza es ideal para una cena romántica.
- Bar Vitelli (Piazza Fossia, 7, Savoca): Lugar de peregrinaje para fanáticos de la trilogía del Padrino, el mítico Vitelli no está en Corleone, sino en Savoca, al norte de Taormina. Pide un granita, reza para que la mesa de la terraza esté libre y repite aquello de “my name is Michael Corleone“.
- Il Gambero Pazzo (Via Vela 1, Catania): El mejor marisco de Catania se encuentra a un paso del Castello Ursino. Que no te engañe su apariencia rústica, aquí lo que importa es la comida empezando por su ensalada de pulpo, siguiendo con unos espaguetis con almejas y terminando con un helado tradicional.
De la costa este siciliana nos vamos a la oeste —donde se extrae la legendaria sal de Trapani desde hace 3000 años— para saborear una tabla de embutidos sicilianos entre los que destaca la salsiccia secca y el prosciutto. ¿Y qué tal unas arancini? Son las croquetas sicilianas con forma de volcán en honor, por supuesto, al Etna, el icono siciliano.
Mención aparte merece la repostería siciliana de amplias resonancias árabes y magrebíes, destacando el cassatta, un pastel de ricotta y frutas azucaradas, y los legendarios cannoli típicos de carnaval. Y para beber, el mencionado Marsala, ideal para combinar con postres, o el granita, una bebida de origen árabe parecida al granizado elaborada con frutas y flores con sabores que van del jazmín, a la almendra, o al chocolate, el granita más delicioso de Catania.
Cómo moverse por Sicilia
Para conocer Sicilia como se merece deberemos organizar bien nuestras rutas en base al transporte disponible, ya sea público o coche particular alquilado.
Preguntas frecuentes
¿Qué ver en Sicilia?
10 días es el tiempo que necesitamos para ver los lugares más emblemáticos de esta isla italiana. Estas son las 10 visitas que consideramos obligatorias: disfrutar de la Piazza Pretoria en Palermo, ir a las playas de San Vito Lo Capo, ver el Valle de los Templos, Scala dei Turchi, Ortigia en Siracusa, realizar excursión al Etna, Taormina, Las vistas desde Enna, excursión enbarco en Favignana y acercarse a Spiaggia dei Conegli en Lampedusa.
¿Cómo llegar a las islas de Sicilia?
Descubrir alguno de los archipiélagos sicilianos puede ser una experiencia inolvidable. Los traghetti (admiten coches) y los aliscafi (solo personas) son los ferries que nos llevarán a las islas menores. Echa un vistazo a operadores como Liberty Lines que conecta con las Egadas, Eolias o Pelagias, y Caronte & Tourist Isole Minori que conecta con Pantalaria, para organizar tus excursiones a las islas.
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