Una de las mejores maneras de conocer un territorio es descubriendo sus tradiciones ancestrales, esa clase de actividades, oficios, costumbres y fiestas que están enraizadas en la cultura de un pueblo y que se han transmitido de generación en generación hasta llegar hasta nuestros días.
No se trata de venerar ni de aceptar una tradición por el simple hecho de ser “antigua”, sino de conocer nuestras raíces a través de la historia cotidiana, más allá de fechas, reyes y batallas más o menos mitificadas. Y luego, si acaso, juzgar si la tradición merece ser ensalzada… que no todas los son.
De los bombos a las botargas pasando por las alfombras de serrín, y de la Endiablada a los Danzantes pasando por la Fiesta de la Rosa del Azafrán, es turno de descubrir nueve tradiciones manchegas que nos sirven como excusa para hacer un viaje etnográfico por una de las regiones naturales que han marcado la historia de España.
Castilla-La Mancha y sus tradiciones
Antes de comenzar nuestro viaje por tierras castellanomanchegas, una aclaración inicial en relación a la comarca histórica conocida como La Mancha que, como sabemos, no es lo mismo que Castilla-La Mancha, la división administrativa contemporánea que es una de las 17 comunidades autónomas españolas, la cual, es evidente, no dejó contento a todo el mundo. Solo hace falta pasarse un rato por León y preguntar qué opinan sobre el término “Castilla y León”.
Si Castilla-La Mancha agrupa las provincias de Guadalajara, Cuenca, Albacete, Ciudad Real y Toledo, La Mancha haría referencia al sur de Toledo y Cuenca, además de Albacete y Ciudad Real: unos 30.000 kilómetros cuadrados de una de las regiones naturales más extensas de la península ibérica y popular en todo el mundo gracias a un hidalgo llamado Alonso Quijano. Pero, además de molinos y gigantes, en Castilla-La Mancha tenemos numerosas tradiciones que tal vez no conoces tan bien como la inolvidable historia del Quijote.
Los bombos
Iniciamos nuestro viaje por tierras manchegas en Ciudad Real para visitar Tomelloso y su Museo del Carro y los Aperos de Labranza. Que así de primeras igual no te resulta muy apasionante, pero te podemos asegurar que la vida en el campo manchego hace unas décadas era de lo más intensa, aunque un poco diferente de la intensidad (digital) a la que estamos ahora acostumbrados.
En este museo (de entrada libre) que reúne 400 piezas de trabajo rural y uso doméstico cuenta como principal reclamo con un bombo inaugurado en 1970 y que es uno de los grandes emblemas de la arquitectura popular manchega: construcciones rústicas de carácter agrícola levantadas con piedras del lugar sin usar argamasa por lo que los constructores debían seguir una técnica muy esmerada. Y en estos singulares bombos pasaban largas temporadas de faenas agrícolas, protegiéndose de las inclemencias del tiempo.
Las botargas
Nos subimos a la parte castellana de Castilla-La Mancha para conocer las botargas de Guadalajara que la Junta de la comunidad intenta durante estas últimas fechas convertir en Bien de Interés Cultural para asegurar su protección como testimonio de una tradición ancestral, la de disfrazarse con unas curiosas vestimentas conocidas como botargas en Guadalajara y que también están presentes en otros lugares de nuestra geografía.
En el caso de Guadalajara se dividen entre las botargas del ciclo fustigante de invierno y las botargas y zarragones directores de danzas más propias de la primavera y el verano. Y es que cualquier época del año puede ser buena para meterse en la piel del diablo… unas cuantas horas.
Los gancheros
Entre la propia Guadalajara y Cuenca se reparten una de las tradiciones más entrañables (y peligrosas) de Castilla-La Mancha, la de los gancheros que trabajaban durante semanas en el curso alto del río Tajo, transportando la madera extraída en esta zona hasta llegar a Aranjuez: decenas de kilómetros de peligroso transporte de troncos de madera con el que los gancheros completaban los ingresos procedentes del resto de sus actividades agrícolas los cuales, generalmente, eran bastante ajustados.
Documentado desde el siglo XVI y perviviendo hasta mediados del XX cuando se generalizó el transporte por carretera, este oficio está reconocido como Patrimonio Inmaterial del Unesco desde 2022 junto a otras actividades similares de transporte fluvial de madera dentro de la candidatura Timber Rafting. La Fiesta de los Gancheros del último fin de semana de agosto es el mejor momento para conocer de cerca esta singular actividad.
Las alfombras de serrín
Nos vamos a Elche de la Sierra en Albacete para conocer otra costumbre manchega que nos deja alucinados, aunque su historia sea mucho más reciente. Cuentan que la idea surge la madrugada del 28 de mayo de 1964 cuando diez mozos de la localidad de la comarca de la Sierra de Alcaraz, capitaneados por Francisco Carcelén, comerciante del pueblo, salen a escondidas de sus casas para realizar una alfombra con virutas de colores para el recorrido de la procesión del Corpus, dejando a los vecinos extasiados ante el “milagro”.
Coincidiendo con el 50 aniversario de aquella noche, el Corpus Christi de Elche de la Sierra (y sus alfombras de serrín) han sido reconocidas como Bien de Interés Cultural, una muestra arte efímero que enamora.
La Fiesta de la Rosa del Azafrán
Es el turno de Toledo en esta ruta de tradiciones por Castilla-La Mancha. Porque no pensabais que os íbamos a dejar sin molinos, uno de los emblemas de esta comunidad autónoma. Pero, aunque los venerables molinos de Consuegra son el escenario de esta celebración, la fiesta de la Rosa del Azafrán, como su nombre indica, reivindica la cultura gastronómica de esta tierra encarnada por una de las especias más delicadas de nuestra cocina. El último fin de semana de octubre ya tienes cita en Consuegra.
El atascaburras
Ya que estamos con la cocina manchega, vamos a detenernos un momento y probar uno de los platos más bizarros de su gastronomía, de nombre ya “prometedor”: atascaburras. Con la calor que tenemos ahora mismo por La Mancha tal vez no sea el plato más indicado, pero que os sirva la receta para cuando las temperaturas empiecen a bajar.
Cuenta la leyenda que dos pastores quedaron aislados durante una nevada tirando de ingenio para mezclar unas espinas de bacalao y unas patatas. Como la cosa no terminaba de funcionar, echaron aceite de oliva y lo machacaron todo con intensidad. Y así nació el atascaburras.
Danzantes de Isso
Regresamos a Albacete para bailar un rato en la pedanía de Isso en el municipio de Hellín, no muy lejos de Elche de la Sierra que ya visitamos antes. Y esta tradición sí que podría ser antigua ya que los etnógrafos consideran que esta costumbre podría tener su origen en los primeros tiempos del cristianismo con influencia de las tradiciones funerarias romanas: se dice que los danzantes, a cambio de una limosna, se acercaban a la casa de los parientes de un fallecido para entonar cánticos para ayudar a que el alma del difunto alcanzase el cielo. Actualmente, la tradición se desarrolla en época navideña.
La ruta del mimbre
Es turno de Cuenca donde recorremos la ruta del mimbre conociendo comarcas como la Serranía Alta y la Alcarria, cuyos campos, cuando llega el otoño, se tiñen de rojo ofreciendo uno de los paisajes más espectaculares (y desconocidos) de nuestra geografía.
En un mundo como el nuestro que lucha por la sostenibilidad, tal vez sea hora de recuperar tradiciones como la del cultivo de este arbusto que pertenece a la familia de los sauces y del que se obtiene el material para generar obras maestras artesanas que podemos apreciar en el Taller de José Luis Encijo Cava en Villaconejos de Trabaque, uno de los pueblos conquenses que es recorrido por la ruta del mimbre.
La Endiablada
Y cerramos esta ruta por la Castilla-La Mancha más tradicional en Almonacid del Marquesado, en la comarca de la Mancha Alta, también en Cuenca, donde disfrutamos de otra curiosa festividad que también ha sido reconocida como Bien de Interés Cultural recientemente.
Vinculada a la procesión de la Virgen de la Candelaria y de San Blas, la tradición marca que, hasta cien diablos, ataviados con trajes de llamativos colores y grandes cencerros colgados a la espalda, recorren las calles del pueblo, acompañados de danzantas. Una cita más (en este caso, a principios de febrero) para conocer la faceta más tradicional de Castilla-La Mancha.
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