“Los pueblos sin leyendas se mueren de frío” reza una de las máximas escritas en un panel de la sede del Centro Interpretativo de la Reserva de la Biosfera, en San Martín del Castañar, uno de los pueblos con encanto, leyenda e historia de la salmantina Sierra de Francia que, por varias razones, merece la pena conocer para ver su patrimonio, caminar por las nuevas rutas senderistas, visitar sus bodegas… y descubrir muchas más curiosidades que te brinda el lugar.
Como siempre, lo primero es empezar el camino informado: ¿Por qué se llama Sierra de Francia, si está en la provincia de Salamanca? La razón de este nombre estriba en que a finales del siglo XI, con el beneplácito de Alfonso VI, rey de España en aquel tiempo, y tras la expulsión de los musulmanes de la península española, se repobló la zona con un buen número de franceses provenientes de zona de Francia conocida como La Borgoña. Pasaron los siglos y la evidencia francesa sigue patente en la arquitectura de sus casas con las vigas entramadas de color sangre; en el nombre de algunos términos geográficos como La Peña de Francia; en apellidos que siguen perpetuando estirpe, como Gascón o Bernal; y en el cultivo de una uva que, aunque su origen proviene de los viñedos borgoñones, durante el transcurso del tiempo ha venido considerándose como variedad autóctona de esta zona salmantina:la rufete.
Pueblos con encanto
Los municipios calificados como ‘conjuntos históricos’ tienen ya un porcentaje alto de visitantes desde hace lustros, pero sigue siendo muy agradable pasear por ellos y descubrir algún rincón varado en el siglo pasado ¡o el antepasado! Aunque, en algunos pueblos como en La Alberca, en el que la fama le viene desde 1940 cuando fue el primer pueblo español declarado Conjunto Histórico Nacional, será mejor evitar las fiestas patronales de agosto porque quizá no puedas hacer las fotos que pensabas y no encuentres ni un bar para comer.
En muchos de estos pueblos de la Sierra de Francia, además de admirar los entramados de sus viejas casas y subir y bajar por las empedradas callejuelas, se ha incorporado un nuevo atractivo turístico, que consiste en visitar las bodegas y familiarizarse con el sabor de sus vinos, donde la uva rufete es la protagonista. En Sotoserrano se encuentra la bodega Cuarta Generación, donde Antonio Aparicio, viticultor -y experimentado saxofonista- nos guiará por su pueblo hasta sus viñedos prefiloxéricos, que tiene más de 200 años de antigüedad.
Después, recomendamos prestar atención a sus explicaciones en el Museo del Vino, así iremos ya aleccionados para seguir descubriendo alicientes por La Ruta del Vino de la Sierra de Francia; que puede continuar en San Esteban de la Sierra visitando la bodega del Abuelo Flores o subiendo a la Sierra de las Quilamas, uno de los lugares más alejados de la presencia humana, donde una importante población de buitres se refugian en imponentes escarpes de antiguas cuarcitas. Allí, en ese salvaje monte, el viticultor José Carlos Martín mima pacientemente sus viñedos de rufete para elaborar el Calixto, un vino frutal… carnoso y sedoso.
En San Martín del Castañar, sede del Centro Interpretativo de la Reserva de la Biosfera, será donde encontremos las respuestas a los ‘porqués’ de nuestra existencia: “los pilares de esta tierra, los paisajes esenciales, al dios de la diversidad…” (todo muy filosófico). Tiene una plaza de toros donde lo de menos son las corridas, porque el evento del verano es el Mejillón Rock, el festival rockero más importante de la Sierra de Francia, que se celebrará el fin de semana de San Juan (24-25 de junio), más el lunes 26 de propina.
Miranda del Castañar es otro pueblo imprescindible. Pasear al atardecer por un pueblo de piedra y madera y sin coches, no tiene parangón. Destacan, en pleno centro, los muros de un castillo en el dicen los lugareños que no hay ni fantasmas. Es propiedad privada y, por lo tanto, está cerrado al público.
Hay más pueblos con encanto (Mogarraz, Sequeros, Villanueva del Conde…); pero en Cepeda, que ostenta la categoría oficial de ‘pueblo mágico’ no puedes dejar de ver el interior de la iglesia de San Bartolomé. No está abierta al público, pero pregunta a algún cepeano quién tiene la llave. Si contratas a un guía con antelación… él llevará la llave del tesoro. El templo se encuentra en un estado de perfecto e inquietante abandono que te transportará a otro siglo… quizá al esplendor del barroco del siglo XVII, quizá al país del ‘nunca jamás’.
Rutas senderistas en la Sierra de Francia
En el municipio de Los Santos, ubicado en la comarca de Entresierras, entre La Sierra de Béjar y la Sierra de Francia, se encuentra el Parque del Granito, un gigantesco paraje que nos muestra una manera distinta de acercarnos a la geología. En la puerta de entrada al campo se exhiben unos paneles explicativos sobre la historia de la cantería, la construcción de las calzadas romanas y la moderna industria de extracción del granito. Allí se ubica un conjunto de gigantescas composiciones escultóricas, realizadas con bloques de granito por el artista salmantino Amable Diego.
La palabra Stonehenge -que viene del inglés stone (piedra) y henge (soporte)- nos remite al conjunto de piedras dispuestas en forma circular que están en Escocia, cuyo significado sigue intrigando a historiadores de todos los tiempos. Pues bien, al conjunto de imponentes piedras distribuidas en círculo en este museo al aire libre que se conoce como el ‘Stonehenge Charro’ no le vamos a obligar a que nos persuada de que ha sido erigido bajo alguna misteriosa influencia cósmica, porque se trata de una intervención, con fines lúdicos y estéticos, que hoy encuadramos en la tendencia artística conocida como land art. Aunque cualquier mortal que quiera conferirle poderes mágicos a las rocas plutónicas ancladas a la tierra, es muy libre de elegir posición, compañía y el momento ideal para ver el Sol, la Luna o las estrellas… Es cuestión de fe. De hecho, esta obra ha propiciado que en este lugar se celebren desde fiestas populares en honor al solsticio de verano hasta bodas.
Otro de los usos de la piedra granítica lo encontramos en la Ruta de los Lagares Rupestres, en este caso utilizada como componente de uso práctico. Partiendo de San Esteban de la Sierra varios senderos, semiocultos entre agrestes campos, nos conducen hasta unas estructuras formadas por dos cavidades excavadas en grandes piedras graníticas que se utilizaban para la elaboración del vino. En la pieza mayor se situaba la uva y en otra más pequeña se recogía el vino tras pisar el fruto en la primera. Algunos de estos lagares están datados en la época romana. El itinerario completo es circular, así que, si quieres, puedes dar la vuelta completa, aunque son 10 kilómetros. Si te decides a caminar campo a través, lleva buen calzado y ni se te ocurra llevar pantalón corto. Atravesar campo salvaje, pincha.
Otra ruta senderista de interés y con dificultad baja, es decir: apto para todos los públicos, es el llamado Camino de los Prodigios, en el espacio natural de las Sierras de Francia y Béjar y que discurre entre los pueblos de Miranda del Castañar y Villanueva del Conde. Sus 10 kilómetros permiten disfrutar de un entorno repleto de robles, olivos, alcornoques, madroños… Mientras practicas el sano deporte de gastar suela de bota, irás descubriendo los ‘prodigios’ instalados, que consisten en intervenciones minimalistas (más o menos conceptuales) realizadas in situ por varios artistas locales. Como vemos, la salmantina Sierra de Francia tiene de todo… incluidas las patatas meneás… ¡qué están para comérselas!
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