Entre Barbate y Tarifa se ubica Zahara de los Atunes, uno de los pueblos de moda de la costa gaditana, un oasis que cada verano recibe a miles de visitantes ávidos de disfrutar de varias de las mejores playas de la provincia, del legendario atún rojo que se captura en la milenaria almadraba zahareña y de sus entrañables calles tostadas por el sol. Vente con nosotros a Cádiz para disfrutar una vez más de Zahara de los Atunes, un pueblo de sonrisa perpetua.
Zahara de los Atunes: de los fenicios a Guzmán el Bueno
En un llano al sur de la provincia de Cádiz y rodeado por las colinas de la Sierra de la Plata y del Retín aparece ante nosotros el modesto caserío de Zahara de los Atunes: un entorno privilegiado que destaca por ser uno de los menos urbanizados de Andalucía gracias a la protección de buena parte del territorio que circunda la población gaditana. Una buena idea es buscar casas rurales en Cádiz al mejor precio para nuestra estancia en esta zona.
Así las cosas, al panorama que se debieron encontrar los fenicios cuando arribaron aquí no debió ser muy distinto al actual: mar embravecido, viento de Levante, kilómetros de arena blanca y terreno pedregoso hasta donde alcanza la vista, un entorno árido y salvaje que no se prestaba demasiado a establecer un asentamiento, salvo por un detalle: el atún. Los fenicios inauguraron en estas costas una técnica de pesca conocida como almadraba que sigue practicándose en la provincia de Cádiz 3.000 años después.
El asentamiento definitivo de Zahara de los Atunes llega con la concesión a Guzmán el Bueno del privilegio de pescar atunes en el Estrecho a finales del siglo XIII, un negocio muy lucrativo por el que pelearon diversas entidades y personajes de la época que también querían organizar sus propias almadrabas. Pero Guzmán el Bueno defiende su posición y la Casa de Medina Sidonia fundada por el noble de origen leonés mantendrá el privilegio durante siglos: no sería hasta 1828 cuando las almadrabas pasan a los gremios de pescadores.
Estas explotaciones de la pesca del atún —las pesquerías de Los Guzmanes llegaron a ser unas de las más productivas de Europa— llevaron al crecimiento de la población fija en Zahara creándose varios edificios representativos.
El palacio de las Pilas es el más importante de ellos al cumplir tres funciones: castillo, palacio y chanca. Por un lado, tenía un carácter defensivo antes las incursiones de los piratas turcos y bereberes, pero también era la residencia de los Duques de Medina Sidonia mientras duraba la temporada de pesca, siendo además el lugar en el que se realizaba el despiece y salazón del atún para su posterior venta y distribución.
Otros dos edificios reclaman nuestro interés en al caserío zahareño. Por un lado, la iglesia del Carmen, auspiciada por los propios Duques de Medina Sidonia en el XVI como capilla palatina transformando un antiguo saladero.
Y entre la calle Almadraba y la calle Cervantes encontramos el Mercado de Abastos, conocida popularmente como la ‘Capilla Sixtina de los atunes’ por las pinturas del techo: el mejor lugar para pasar un rato al fresco en Zahara y probar su gastronomía típica, liderada, por supuesto, por el atún.
La almadraba de Zahara de los Atunes
La historia de este pueblo, como hemos visto (y como su propio nombre indica) está ligada a la pesca del atún usando la almadraba, una esas técnicas de pesca tradicional que aún hoy perduran. La temporada de pesca arranca en el mes de febrero, cuando los pescadores revisan el material que lleva guardado desde el año anterior, colocando la almadraba a finales de abril para volver a recogerla a principios de junio.
Se trata de una estructura que se compone de un armazón de cables con flotadores en la superficie y fijado al fondo del mar con anclas para que las redes cuelguen verticales. Esta red genera un pasillo laberíntico que recorren los atunes hasta llegar al copo, el último compartimento de la estructura en el que se pescan los atunes con ayuda de embarcaciones y buzos.
La levantá, el momento en el que se suben a la embarcación los atunes capturados para su sacrificio, es el momento decisivo de esta técnica. Una vez que los atunes están en el barco se sacrifican a menudo usando la técnica del ike jime, una fórmula importada de Japón, que consiste en sacrificar los peces en el menor tiempo posible para minimizar al sufrimiento del pez y mantener la carne en óptimas condiciones.
La almadraba es una técnica de pesca pasiva que ha logrado ser sostenible gracias al control tanto del peso de los atunes capturados como de su número, al contrario de lo que sucedió con la entrega de las almadrabas a los gremios de pescadores en el XIX cuando la consiguiente sobreexplotación acabó durante décadas con el atún rojo de la costa gaditana.
Actualmente, Zahara de los Atunes es la segunda almadraba en número de capturas de la zona del Estrecho, por detrás de la vecina Barbate y por delante de Conil y Tarifa. ¿Y a dónde van tantos atunes rojos? Los responsables de la principal comercializadora del atún del Estrecho señala que los atunes gaditanos llegan a buena parte de Europa… y a Japón, uno de sus principales clientes.
Las playas de Zahara de los Atunes
Actores, músicos, presentadores de televisión… En los últimos años, Zahara de los Atunes ya no es solo conocida por su legendaria almadraba, sino por haberse convertido en un destino para miles de turistas, entre los que se encuentran muchos famosos que acuden a este pueblo buscando un refugio un poco menos intenso que el de Ibiza.
A pesar de que durante el pandémico verano de 2020 Zahara de los Atunes se convirtió en uno de los lugares más visitados de la costa andaluza, la localidad gaditana sigue defendiendo con ardor un ritmo de vida sosegado solo alterado por los caprichos del viento, siempre amenazante por estas tierras.
Viento que peina varios de los arenales más deslumbrantes de Andalucía, principal reclamo turístico de Zahara de los Atunes. Son varios kilómetros de arena sin apenas presencia de edificios a pie de playa como vemos en otros lugares de España.
De norte a sur nos encontramos primero con la playa de Zahara de los Atunes con sus 4,5 kilómetros y después con la playa de Atlanterra frente a la urbanización homónima que finaliza en el Cabo de Plata donde se encuentra la playa del Búnker, una estructura construida en las albores de la II Guerra Mundial para proteger las costas del sur español de una temida invasión de potencias aliadas.
Pasando el Cabo de Plata llegamos a la playa de los Alemanes —otros de esos paraísos donde dicen se escondieron muchos nazis tras la II Guerra Mundial— y, por último, pasando el faro del Camarinal, la pequeña playa del Cañuelo. Y al otro lado de la punta de Camarinal, la duna de Bolonia, otra leyenda del litoral español. ¡Cómo no enamorarse de esta tierra risueña, ventosa y atunera!
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