Érase una vez un pueblo cordobés que sabía a mantecado y turrón, que cada final de año elaboraba un Belén con casi de 1.500 kilos de chocolate, que construía un Nacimiento con figuras de hielo y una réplica del Halcón Milenario en azúcar. Un pueblo que usaba las lonchas de cuatro jamones para hacer el flamenquín más grande del mundo y que ofrecía a sus visitantes anís con cerca de 200 años de historia. Érase una vez un pueblo cordobés llamado Rute, consagrado al placer de la gastronomía.
Rute es una localidad situada al sur de la provincia de Córdoba, un enclave único cercano a la frontera con cuatro provincias andaluzas: Málaga, Sevilla, Jaén y Granada. Rozando los 10.000 habitantes, este pueblo cuenta con una tradición estrechamente vinculada a la gastronomía sumando varias empresas y firmas del sector alimentario que se han aliado para convertir Rute en uno de los pueblos más dulces de toda Andalucía, un regalo para el amante de la repostería, la buena mesa y los caldos ricos. Nos vamos a Rute para disfrutar de la buena vida. Que falta hace.
Rute, donde nace la Navidad
Cada año la Navidad empieza antes y Rute bien contenta que está de que así sea. Porque la localidad cordobesa se viste de gala a medida que se acercan las fiestas ofreciendo al visitante un surtido de delicias que embriagan el olfato y alegran el paladar. La tradición en la producción de dulces y licores viene de antiguo y son numerosas las empresas familiares que han ido fortaleciéndose en las últimas décadas para convertir a Rute en un centro de industria alimentaria de gran importancia en el sur de España.
Pero, además de producir dulces navideños consumidos en todo el país y más allá, tanto desde las instituciones públicas como desde el sector privado ruteño han comprendido que su exquisita tradición podía ser un elemento de gran atractivo turístico: así es como han surgido diferentes iniciativas que han tenido como objetivo dar a conocer Rute entre los viajeros más golosos.
Una de esta iniciativas es, por ejemplo, el Museo del Azúcar de la Flor de Rute, una empresa con más de medio siglo de historia volcada en la fabricación de dulces artesanales: alfajores, mazapanes, hojaldres, mantecados, Cordobesas, turrones… Fue en 1999 cuando los responsables de la firma ruteña consideraron la apertura de un espacio museístico que difundiese la historia de la empresa y contribuyese a reforzar la tradición repostera de la localidad.
Abierto durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, el Museo del Azúcar de la Flor de Rute ofrece una retrospectiva sobre la antigua industria familiar de elaboración de mantecados exponiendo maquinaria y utensilios, además de mostrar algunas recetas y secretos de la producción de estas dulces delicias. Pero lo que tal vez impacta más al visitante, sobre todo a los peques, es la exposición Andalucía en Azúcar, un recorrido por la región a través de sus monumentos… elaborados exclusivamente con azúcar.
Nuestra siguiente parada en esta ruta dulce nos lleva a Galleros Artesanos, una firma con más de un siglo de historia especializada en turrones, bombones, hojaldres y los deliciosos Piononos y que, cada Navidad, se las ingenian para que Rute aparezca en todos los medios de comunicación con su gigantesco Belén de chocolate.
Porque los maestros reposteros de Galleros Artesanos — hasta siete— utilizan 1.500 kilos de chocolate para elaborar el Belén de chocolate más grande de España, con una superficie de más de 50 metros cuadrados incluyendo réplicas de grandes monumentos del mundo como el Taj Mahal, la Torre de Pisa… o Santa María del Naranco en Oviedo.
En Galleros Artesanos también tienen un museo que recorre la historia de otro de los productos más típicos de la Navidad española: el turrón. El Museo del Turrón, el Mantecado y el Mazapán está consagrado a difundir los procesos tradicionales en la elaboración artesana de estos dulces típicos de Navidad. Por supuesto, la visita al museo termina como debe ser: con una cata del producto.
Pero todavía hay más, porque Productos Garrido —firma perteneciente a Galleros Artesanos— también nos puede hacer tiritar de placer en un singular nacimiento usando figuras de hielo a tamaño natural. Esculpiendo casi 1.300 kilos de hielo y durante más de dos meses de duro —y frío— trabajo, el resultando es refrescantemente original.
Rute huele a anís y sabe a jamón
Aunque la Navidad es la época de mayor trajín en Rute, la tradición agroalimentaria de la localidad cordobesa se amplía con numerosos productos procedentes tanto de la huerta como de la ganadería. Entre ellos, tal vez sea el anís el más representativo de la historia gastronómica ruteña.
Desde 1860 se tiene constancia de que en Rute se elaboraba esta bebida espirituosa. Fue poco más tarde cuando, oficialmente, Rafael Reyes Rodríguez deja su trabajo como jornalero para hacerse maestro destilador: nace el Anís Machaquito.
Y al igual que otros famosas destilados al otro lado del charco, el Machaquito de Rute —fama mundial que no se discute— mantiene en la medida de lo posible los procesos artesanales en la elaboración de sus licores apostando por la destilación en alambiques de cobre con combustible de leña de olivo o encina, origen del Anís Machaquito seco, la estrella de su catálogo.
Sus instalaciones en el Paseo del Fresno ruteño ofrecen también a los visitantes una ruta guiada por sus 150 años de historia que incluye una visita a la famosa sala de alambiques, la planta de embotellado, para terminar con una degustación del producto, como no podía ser de otra manera.
A poco más de 50 metros de las instalaciones de Anís Machaquito, en el mismo Paseo del Fresno, encontramos la sede de Destilerías Duende, casa fundada en 1908 que también cuenta con un museo que recorre la historia del anís. Y como singularidad su celebrado Patio con Duende, una de las grandes atracciones turísticas de Rute que ha recibido numerosas menciones como uno de los patios más bellos de la provincia.
Para completar la historia del anís de Rute, imprescindible la visita a los Museos del Aguardiente Anisado de Rute y España, una cuidada y documentada exposición volcada en reivindicar la tradición del anís con nada menos que 8.000 piezas incluyendo etiquetas de 6.000 marcas y una impresionante colección de cartelería y publicidad que comprende un cartel de 1895 que —según los responsables del museo— copiaría Coca-Cola para uno suyo en Atlanta, ciudad originaria de la celebérrima bebida refrescante.
Y terminamos nuestra ruta gastronómica por la Rute salada, la del aceite y el jamón. Porque esta localidad también cultiva la tradición de estos dos productos indispensables en la gastronomía española. El Museo de la Chacina se consagra a la tradición de los embutidos ruteños y, desde 2013, se afana en batir récords: el salchichón más largo del mundo, el árbol de Navidad de Chacinas más bizarro del mundo, el chorizo más grande del mundo, y el flamenquín más largo del mundo, con cuatro metros y medio de longitud, 140 kilos de peso y lonchas de cuatro jamones en su relleno.
Y si eres fanático del jamón, Rute te ofrece también la historia de este manjar en la Casa Museo del Jamón auspiciado por Jamones Rute, una empresa fundada hace más de 60 años por la familia Jiménez Bueno: instrumentos y enseres de lo más curiosos para profundizar un poco más en esta tradición tan española. Y, para terminar, una cata. Y es que en Rute no nos cansamos de catar…
Ahorra en tu viaje a Rute |
---|
Encuentra ofertas de hoteles en Rute |
Busca las mejores opciones de autobús para ir a Rute |
Consigue 25 euros gratis para tu primera reserva en Airbnb |
Descubre excursiones de un día en Granada |
5% de descuento en tu seguro de viaje si lo contratas aquí |
Alquila tu coche al mejor precio aquí |
Únete a la conversación