Aunque solo fuera por el nombre ya merece una oportunidad, pero es que Rascafría es, además, uno de los municipios más visitados al norte de Madrid porque conjuga un interesante patrimonio cultural con una más que atractiva oferta de actividades al aire libre: el Monasterio de Santa María del Paular, el Puente del Perdón, el Bosque de Rascafría, las piscinas naturales de las Presillas, el Macizo y las lagunas de Peñalara, las Cascadas del Purgatorio… Suena bien, ¿verdad?
Qué ver en Rascafría
‘Rocas frías’ en alusión a las montañas nevadas de la cercana Sierra de Guadarrama sería la explicación de este nombre tan climatológico. Efectivamente, en Rascafría hace ‘rasca’, hace frío, sobre todo en esta época del año… pero tampoco es Siberia, así que, con una buena ropa invernal, todo solucionado. Por otro lado, cuando el calor aprieta en la capital con la llegada del buen tiempo, Rascafría es un oasis verde y agua que refresca a los viajeros. Conclusión: Rascafría es apta para todos los públicos, durante todo el año.
Nuestra visita a la localidad de Rascafría que se sitúa al norte del municipio homónimo —que incluye también Oteruelo del Valle— comienza en el Ayuntamiento, un edificio de principios del XX de estilo neomudéjar. Justo en frente del Ayuntamiento, encontramos la Antigua Casa de Postas, construida en la primera mitad del XVIII, y que nos recuerda la tradición agropecuaria vinculada desde antiguo a esta zona de la Sierra de Guadarrama.
Hay que recordar, en este sentido, que los primeros repobladores cristianos del valle del Lozoya, al que pertenece Rascafría, que adquirían tierras en la zona eran obligados a edificar una casa… y a comprar un caballo. Por lo tanto, una casa de postas era algo más que necesario en el pueblo.
Como ineludible era en esta época de repoblación los templos que funcionaban como espacios de cohesión social y espiritual. La iglesia parroquial de San Andrés Apóstol tiene su origen en el siglo XV, aunque ha sufrido diversas restauraciones, sobre todo tras los daños sufridos en la Guerra Civil. De su época más antigua conserva algunas bóvedas góticas y el artesonado de su nave central.
Cerca de la iglesia también debemos acercarnos a conocer La Casona, uno de los edificios más antiguos conservados en Rascafría ya que data del XIV época en la que a las afueras del poblado empezaba a construirse el Monasterio Cartujo de Santa María del Paular. Y es este complejo religioso el más importante desde un punto de vista cultural de todo el municipio.
Se trata del monasterio más antiguo construida en el Reino de Castilla por los cartujos (y el sexto de España), orden fundada por San Bruno a finales del siglo XI en Alemania y que tiene otros importantes testimonios en otras comunidades como Cataluña, Andalucía o Aragón. Las obras comenzaron a finales del XIV bajo el reinado de Enrique II prolongándose durante muchas décadas.
La importancia de este complejo —que desde 1954 pertenece a la comunidad benedictina— lo demuestran algunos de los maestros que trabajaron en él: Rodrigo Alfonso, que trabajó en la Catedral del Toledo, Abderramán que ejecutó el refectorio mudéjar, Juan Guas, que también colaboró en la Catedral de Toledo, o Juan y Rodrigo Gil de Hontañón, figuras claves del Renacimiento en España.
La iglesia y su retablo, los claustros, las capillas o la serie de obras de Vicente Carducho sobre la Orden Cartuja son suficiente reclamo para visitar esta joya artística. De cualquier manera, lo más impactante es la ubicación del conjunto en su mágico entorno natural.
Como mágico, y hasta un poco inquietante, sobre todo en días neblinosos, parece el Puente del Perdón, que cruza el río Lozoya y que fue erigido a mediados del XVIII sustituyendo el primitivo puente de madera que se había construido en la misma etapa que el monasterio. Era usado por los monjes para conectar las dependencias monásticas con el vecino molino de papel de Los Batanes, hoy en ruinas. Cuenta la leyenda, por cierto, que de esta fábrica salió el papel con el que se imprimió el primer Quijote publicado en 1605…
Qué hacer en Rascafría
Pese a que El Paular es una visita más que interesante, no cabe duda de que lo mejor de Rascafría está en su paisaje y en la gran cantidad de actividades vinculadas a la naturaleza que ofrece la zona. Empezando por el cercano Bosque de Finlandia, otro nombre que promete. Dicen que este bosque se denomina así por una caseta de madera de sus inmediaciones que se utilizó como sauna, una de las costumbres más queridos por los finlandeses. Su embarcadero de madera al borde del lago es uno de los lugares más fotografiados de la zona: y con nieve es el no va más.
Pero si queremos algo un poco más ambicioso, estáis de suerte porque el entorno de Rascafría es un paraíso para el senderista. Uno de los senderos que parte del Paular nos acerca al Mirador de los Robledos. Se trata de un sendero circular de unos 15 kilómetros que nos lleva a una pradera coronada por un monumento de homenaje a los guardas forestales y que es un lugar privilegiado para observar la belleza de la Sierra Norte de Madrid.
Otro sendero dentro del municipio de Rascafría es el que lleva del Puerto de Cotos a la Laguna grande de Peñalara, uno de los lugares más hermosos de la zona. Como hermosas son las Cascadas del Purgatorio a las que se llega en un sendero de poco más de 7 kilómetros que parte de El Paular.
Y no nos olvidemos del que dicen es el ser vivo más viejo de toda la Comunidad de Madrid: el Tejo de Barondillo. Se dice que podría tener casi 2.000 años incluyéndose, como no, dentro del catálogo de protección Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid.
Finalizamos nuestro recorrido por los alrededores de la preciosa Rascafría recomendando Las Presillas, una de las piscinas naturales más famosas de toda la Comunidad de Madrid. Y aunque no es tiempo de baño, bien merece una visita para ir calentando motores de cara al buen tiempo que este próximo 2023 esperamos con más ganas que nunca.
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