Conexión íntima con la naturaleza, la consideración del cuerpo y el alma como una entidad única, la medicina natural como modo de vida ancestral y el viaje como forma de conocimiento e integración entre pueblos: la forma de entender el mundo de los kallawayas bolivianos se ha mantenido apenas inalterada durante siglos constituyendo para la antropología, la medicina o la filosofía una rica fuente de conocimientos y experiencias. Nos vamos al norte de La Paz en Bolivia para descubrir la sorprendente cosmovisión de los kallawayas.
Los kallawayas, viajar para curar
Un curandero kallawaya recorre decenas de kilómetros para alcanzar una aldea en las faldas de una de las montañas de la cordillera Apolobamba para curar el mal del susto de un niño. En la tradición popular de los pueblos indígenas americanos esta enfermedad, también conocida como espanto o xiwel, ataca especialmente a niños y se manifiesta a través de diarrea, vómitos, escalofríos o insomnio. Se considera que el paciente ha perdido el alma debido a un gran impacto emocional o a un miedo profundo. El kallawaya usará sus conocimientos en farmacopea y psicología para que ‘el alma’ del chico vuelva al cuerpo.
Este es tan solo un ejemplo de la labor milenaria que cumple este grupo étnico en diversas zonas de Bolivia. Originario del entorno del lago Titicaca, actualmente buena parte de sus miembros viven en torno a Charazani en la provincia de Bautista Saavedra al norte de la capital boliviana. Pero el trabajo de los kallawayas los ha llevado a cruzar fronteras e incluso océanos difundiendo su cosmovisión al otro lado del Atlántico.
Los investigadores de la cultura kallawaya sitúan su origen en una época anterior a la consolidación del imperio inca y que sería durante el mismo cuando sintetizarían sus conocimientos médico-religiosos alcanzando además un estatus especial dentro de la organización social inca. Con la llegada de los españoles, los kallawayas incorporaron conocimientos de la medicina europea, así como elementos de la religión cristiana, pero manteniendo la esencia de su cosmovisión que ha logrado sobrevivir hasta nuestros días.
Una de las tradiciones decisivas de la cultura kallawaya, cimentada durante siglos, es la medicina natural. De hecho, el propio término ‘kallawaya’ podría derivar del aimara ‘Qolla-waya’ que se traduciría como ‘medicamento’ y ‘llevar al hombro’. Su tradición medicinal se basa esencialmente en las propiedades curativas de las plantas: una farmacopea que alcanza el conocimiento y uso de casi 1000 especies.
Estas plantas son clasificadas según sus propiedades curativas y sus usos medicinales: hierbas calientes, tibias, frescas, cordiales, venenosas y fetichistas. Estas últimas se usan en rituales mágicos mientras que las frescas se dedican a bajar la fiebre.
Para lograr un dominio de esta inmensa colección de plantas medicinales el viaje constituye la otra faceta clave en la tradición kallawaya. Durante siglos, los miembros de este grupo étnico han combinado la estancia en sus aldeas, especialmente durante las temporadas de lluvias, y largos viajes para ofrecer sus servicios curativos a otras comunidades.
Es durante estos viajes cuando los chamanes kallawaya experimentan con nuevas plantas que van añadiendo a su inventario. Por eso los viajes se han transformado también en un modo de vida para los kallawayas estrechando lazos entre pueblos y actuando como difusores de conocimientos: una tradición nómada con un importante componente integrador.
¿Y cómo logran transmitir esos conocimientos de generación en generación? A través de la formación de aprendices que acompañan a los maestros durante sus largos viajes sirviendo también de asistentes. Se dice que el aprendiz debe acompañar durante casi diez años a su maestro para lograr autonomía en su labor de curandero: el ‘examen final’ consiste en una presentación de sus conocimientos adquiridos ante un consejo comunitario.
Los kallawayas, Patrimonio Cultural de la Humanidad
En el año 2008, la cosmovisión andina de los kallawayas fue incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad lo que suponía no solo el reconocimiento mundial para una tradición milenaria, sino también una garantía para evitar su desaparición. La propia Unesco señaló en su día que los kallawayas se encontraban amenazados por un proceso de aculturación que podía tener como consecuencia la desaparición de sus ritos, tradiciones y conocimientos. Diversos programas formativos sirven para intentar mantener vivo este legado.
Y es que no hay que olvidar que en diversas comunidades rurales andinas la práctica de la medicina tradicional todavía es la prioritaria. Se dice, en este sentido, que el 70% de los bolivianos de las áreas rurales acuden en primer lugar al curandero para tratar sus dolencias y, solo después, acuden a la medicina occidental que, a menudo, es más cara.
Considerados como brujos por una parte de la comunidad médica occidental, los kallawayas niegan tal condición asegurando que no prometen remedios milagrosos para enfermedades hereditarias o terminales. Ellos se dedican a tratar enfermedades comunes como el reumatismo, las diarreas, problemas anímicos, alcoholismo, o algunas enfermedades asociadas a conceptos amerindios como el mencionado mal del susto o las enfermedades del viento o los relámpagos.
En este sentido, se cita su importante labor durante la construcción del Canal de Panamá, cuando decenas de kalawayas se trasladaron al norte para tratar el paludismo de muchos trabajadores de aquella gigantesca obra de ingeniería. Entre los remedios usados estaba la quina cuyas aplicaciones han sido incorporadas a la medicina occidental, entre otras muchas hierbas de territorios andinos.
Y es que, poco a poco, la medicina occidental, también en proceso de cambio, empieza a ver con otros ojos tradiciones como la de los kallawayas tomando en consideración que las hierbas medicinales pueden ocupar un lugar más importante en el tratamiento de diversas enfermedades comunes minimizando así el consumo de medicamentos en una sociedad súper medicalizada.
En este sentido, para los kallawayas muchas de las enfermedades del cuerpo tienen su origen en el alma y en la salida del ajayu o fuerza de la vida del cuerpo del paciente. La labor de estos curanderos sería convencer al ajayu de volver al cuerpo y restablecer el equilibrio: un concepto que vertebra la cosmovisión de los kallawayas y que es esencial en el modo de vida de las comunidades rurales bolivianas.
Únete a la conversación