Hace casi 600 años, un caballero leonés de nombre Suero de Quiñones organizó un torneo en el puente romano de Hospital de Órbigo que le llevaría a luchar con 70 caballeros poniendo en peligro su vida cada día durante un mes. ¿Y para qué tanto riesgo? Por amor. Suero de Quiñones quería demostrar su amor a una dama de nombre Leonor de Tovar.
No es el argumento de una novela de caballería, es la historia real acaecida en Hospital de Órbigo en el verano de 1434 cuya crónica escribió Pero Rodríguez de Lena, notario del rey Juan II de Castilla. Gracias a este documento conocemos con todo lujo de detalles una de las leyendas más insólitas del Medievo español.
El Passo Honroso de Suero de Quiñones
“…digan que fueron burlas las Justas de Suero Quiñones del Passo, las empresas de Luis de Faces contra don Gonzalo de Guzmán, caballero castellano, con otras muchas hazañas hechas por caballeros cristianos, tan auténticas y verdaderas, que torno a decir que el que las negase carecería de toda razón y buen discurso”.
Lo de Suero de Quiñones en Hospital de Órbigo no es ninguna broma, el que avisa no es otro que Don Quijote a través de la pluma de Cervantes. Dos siglos más tarde de la aventura de Suero, el episodio ya había ganado suficiente fama para aparecer en la obra maestra del manco de Lepanto.
Todo comenzó el 1 de julio de 1434, cuando Suero de Quiñones, acompañado de 9 amigos caballeros, visitó al rey Juan II de Castilla que se hallaba hospedado en el castillo de la Mota en Medina del Campo. Suero pidió al rey permiso para cumplir con un voto de amor organizando un paso honroso de armas en el puente de Hospital de Órbigo, que por aquel entonces ya era un lugar de paso habitual para muchos caballeros al encontrarse en pleno Camino de Santiago.
Juan de Castilla debió decir algo así: “Pero vamos a ver, Suero. ¿Quieres batirte en duelo con todos los caballeros que crucen el puente durante 30 días para demostrar tu amor a esa tal Leonor?” “Sí, mi rey”. “Cuenta con ello, Suero, esto no me lo pierdo. Y tú, Pero, afina la pluma que esta historia hay que contarla”.
Con la autorización real bajo el brazo, Suero y su troupe regresaron a Hospital de Órbigo y se apostaron en el puente. A partir del 10 de julio, todo caballero que quisiera cruzar al otro lado debía batirse en duelo con Suero. De no querer saber nada de desafíos, el caballero debía entregar un guante en señal de cobardía. El rey hizo correr la voz entre todo el reino y algunos caballeros acudieron a Hospital de Órbigo solo para poner a prueba su lanza y su espada.
Cuentan algunos historiadores, que además de la motivación romántica de Suero, una vertiente política subyacía en estas justas. El Condestable de Castilla, don Álvaro de Luna, natural de Cañete en Cuenca, fue el maestro de ceremonia del torneo estableciendo un riguroso reglamento que tenía por objetivo dejar en segundo plano el Passo de Fuerteventura protagonizado por Enrique de Aragón una década atrás. Fue una manera de decir: “Si es cuestión de duelos, en Castilla lo podemos hacer mejor”.
Cada jornada de torneo arrancaba con una misa solemne y terminaba con una fiesta. En un mes, solo descansaron el día 25 por la festividad de Santiago. Según las crónicas, después de 30 días ‘solo’ falleció un caballero de nombre Asbert de Claramunt al recibir una lanzada en pleno ojo. ¿Y Suero? Según se dice solo fue herido el último día de torneo, tal vez extenuado de tanta misa, lanza y fiesta…
Finalizado el torneo, Suero y sus nueve amigos hicieron el petate y, tras pasar por Laguna de Negrillos donde vivían sus padres para curar las heridas del último día, pusieron rumbo a Santiago de Compostela para completar la promesa. El caballero leonés depositó la argolla que llevaba al cuello que simbolizaba la ‘prisión’ de su amor por Leonor en la catedral, además de una cinta azul con el siguiente mensaje: “Si no os place corresponderme, en verdad que no hay dicha para mí”.
¿Y qué decisión tomó Leonor? Después de 30 días de luchas y una peregrinación a Santiago, la dama le dio el ‘sí, quiero’ a su caballero, tal vez temiendo que Suero hiciese otra visita al rey con un nuevo proyecto. Suero y Leonor tuvieron dos hijos.
Pero el epílogo de esta novela de caballería no es tan feliz. Cuentan las crónicas que un día de 1458 en Barcial de la Loma en la provincia de Valladolid, Suero de Quiñones se encontró con los escuderos de Gutierre de Quijada, supuesta influencia de Cervantes para crear al Quijote: al parecer, Gutierre había participado, sin éxito, en el torneo del Paso Honroso.
Finalmente, los escuderos de Quijada dieron muerte a Suero que terminó falleciendo más de una década después de su locura de amor y soberbia en aquel puente sobre el río Órbigo. Una historia como esta necesitaba un final trágico para convertirse en leyenda. A buen seguro que Suero esbozó una sonrisa en su lecho de muerte.
Hospital de Órbigo, un Puente y un Camino
20 ojos y 300 metros de puente sobre el río Órbigo. Sorprendente longitud y tamaño de esta obra de ingeniería cuya estructura ha sido muy modificada durante siglos. Originalmente, fue construido por los romanos como parte de la Vía XXXII del Itinerario Antonino que conducía a Tarraco en Hispania y a Aquitania en las Galias.
Durante la Edad Media se restauró ampliando su longitud. Y ya en nuestra época se colocó un monolito de homenaje a Suero y a sus 9 caballeros habilitando una esplanada en las orillas del río que ofrece un delicioso paseo a los hospitalenses… y a los peregrinos.
Porque el origen del pueblo leonés no es otro que un hospital para peregrinos al otro lado de Puente de Órbigo, la localidad vecina. Desde entonces, Hospital se ha convertido en un pueblo entrañable del Camino de Santiago a mitad de trayecto de la etapa 20 del Camino Francés que conecta San Martín del Camino al este con Astorga al oeste, tras 25 kilómetros.
Con sus casi 1000 habitantes, Hospital de Órbigo es una localidad estrechamente vinculada a estos dos elementos que configuran su historia: el puente y el camino. Y si peregrinos cruzan el puente todo el año, es a principios de junio cuando los hospitalenses celebran sus Justas Medievales en homenaje a Suero de Quiñones, ese caballero loco de amor y gloria que puso en jaque a 70 caballeros en el Passo Honroso allá por 1434.
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