La época medieval nos continúa siendo irresistible, ya sea explorando pueblos medievales perdidos, descubriendo las leyendas que esconden los castillos o escuchando relatos de batallas que moldearon la historia de nuestras ciudades y países.
En el Vizcondado de Cabrera, que hoy visitamos, han logrado crear un interesante hilo conductor para explicarnos cómo funcionaba un señorío feudal en la Edad Media, al mismo tiempo que nos invitan a descubrir los secretos de una de las regiones menos conocidas de la provincia de Girona. Únete a nosotros en este viaje en el tiempo.
Qué fue el Vizcondado de Cabrera
El linaje de los vizcondes de Cabrera fue uno de los más importantes y poderosos que existió durante la Edad Media en Cataluña. A partir del antiguo castillo de Cabrera, que se levantaba en la localidad de l’Esquirol, fueron extendiendo su dominio por la actual provincia de Girona desde el siglo XI. Su existencia se alargó hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se abolieron los señoríos, pero su época de mayor esplendor se centró entre los siglos XIII y XIV.
Era época de señores feudales, cuyos territorios se consideraban prácticamente reinos dentro de reinos. Contaban con su propia administración, fiscalidad, ejército y organismos de justicia y solo debían lealtad al rey. El Vizcondado de Cabrera abarcaba un territorio que hoy está formado por cinco comarcas: dos terceras partes de la Selva, el Alto Maresme, el este de los Valles Oriental, Osona y la Garrotxa llegando hasta la costa mediterránea con el puerto en Blanes.
Además, el Vizcondado de Cabrera también tuvo un impacto significativo en el desarrollo cultural y económico de la región. La ciudad de Hostalric fue la capital administrativa hasta la extinción de las señorías, pero a partir del siglo XIV, la corte se trasladó a Blanes, la capital marítima y comercial del Vizcondado. La ubicación de Blanes en la costa y su papel como centro comercial marítimo permitió al Vizcondado establecer relaciones comerciales con otros países y expandir su economía, llegando incluso a tener influencia y un territorio en la isla de Sicilia.
Desde hace unos años, las diferentes localidades que formaban parte del territorio han desarrollado un proyecto turístico con el objetivo de valorar el patrimonio material e inmaterial del Vizcondado de Cabrera y promover su actividad cultural y económica para atraer nuevos turistas. Entre las acciones que están llevando a cabo se encuentran la señalización y diseño de itinerarios, la adecuación de espacios interpretativos, la integración de la oferta existente, la creación de oferta complementaria, así como su promoción.
Un total de trece ayuntamientos se han integrado ya en este proyecto, que ha sido cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional de la Unión Europea en el marco del Programa Operativo FEDER.
Top 10 de visitas en el Vizcondado de Cabrera
- Castillo de Montsoriu
- Palacio de los Vizcondes de Cabrera
- Castillo de Sant Joan de Llanes
- Monasterio de Sant Salvador de Breda
- Casco medieval de Hostalric
- Lagunas de Sil
- Espai Cabrera
- Centro histórico de Anglès
- Castillo de Sant Iscle
- Castillo de Sant Joan de Blanes
Qué ver en el Vizcondado de Cabrera
Para facilitar la interpretación de la historia y crear un hilo conductor, los diferentes monumentos y puntos de interés se han dividido en cuatro rutas que giran en torno a las principales actividades que tenían lugar en la época feudal: militar, religiosa, administrativa y comercial.
La ruta militar
La actividad militar era vital en plena época medieval y los elementos defensivos como castillos, torres de vigilancia o murallas eran la principal muestra del poder de un señor feudal. En este sentido, los vizcondes controlaban su territorio con una amplia red de fortalezas y, aunque buena parte desapareció o cayó en el abandono, hoy todavía podemos visitar alguna de ellas gracias al intenso trabajo de reconstrucción histórica.
El más importante de todos ellos, desde un punto de vista defensivo, fue el castillo de Montsoriu, que desde su posición privilegiada en lo más alto del valle era capaz de controlar todo el señorío. El castillo original data de finales del siglo X y su primera gran reforma tuvo lugar en los siglos XII y XIII, convirtiéndolo en uno de los castillos más bellos y nobles del mundo, según relató el cronista medieval Bernat Desclot. La actual apariencia del castillo es, no obstante, resultado de la última transformación liderada por el vizconde Bernat II de Cabrera en el siglo XIV.
Bajo su mandato, se diseñó una estructura basada en círculos concéntricos que se componía de tres secciones: el recinto superior, el patio de armas y el recinto inferior. Lo que más destacaba de este castillo era, sin duda, su carácter inexpugnable gracias a toda clase de ingenios y un diseño perfectamente estudiado para hacer prácticamente imposible su conquista. Para llegar hay que acceder a través de una empinada pista forestal y es recomendable reservar una visita guiada para comprender su importancia y entender los diferentes espacios que se han reconstruido.
Otro castillo que tenía una especial importancia estratégica era el de Hostalric, en pleno camino real entre Barcelona y Girona. A partir del siglo XVII sufrió grandes reformas para adaptarlo a los nuevos tiempos y hoy quedan pocos vestigios del castillo original, aunque merece la pena subir para disfrutar de unas bonitas vistas del pueblo. Del Castillo de Caldes, por su parte, se conservan tres de sus torres circulares y un tramo de su muralla, pero el interior se reformó para dar cabida a diferentes servicios como una fábrica o un centro de salud. Actualmente acogen un centro de investigación e interpretación del patrimonio.
De gran valor arqueológico es el Castillo de Sant Iscle en Vidreres. Se abandonó de manera súbita en torno al año 1500 y gracias a este hecho se ha convertido en un auténtico tesoro para arqueólogos e historiadores. Hoy se pueden visitar sus ruinas y las de la vecina capilla de Sant Iscle, que fue la que probablemente dio nombre al castillo.
La defensa de la costa era primordial para asegurar la protección de los puertos y las vías comerciales marítimas. Tanto en Lloret del Mar como en Blanes se levantaron sendos castillos que hoy nos ofrecen una preciosa panorámica del violento litoral de la Costa Brava. En el caso del castillo de Sant Joan de Llanes, estuvo en actividad hasta el siglo XIX, cuando fue destruido por la armada inglesa. Del castillo de Blanes sobrevive una de sus torres que se mantuvo como punto de vigilancia y comunicaciones. Subir hasta ella es uno de los paseos más bonitos que podemos hacer en esta bonita localidad costera y la recompensa será poder disfrutar de una amplia panorámica del comienzo de la Costa Brava.
La ruta religiosa
Si el castillo de Montsoriu representaba el poder militar del vizcondado, podríamos decir que el Monasterio de Sant Salvador de Breda soportaba el peso de la función religiosa. Fue fundado en el siglo XI y sufrió posteriores reformas que se evidencian en su campanario de estilo románico o su interior de estilo gótico. Del antiguo monasterio hoy solo queda la iglesia y uno de los laterales del claustro en su exterior, aunque algunas de las antiguas instancias se reutilizaron como casas o centros de uso administrativo.
Otro interesante templo es la iglesia de Santa María de Sils, sobre todo por su ubicación junto al peculiar ecosistema de las lagunas. El edificio, de origen posiblemente románico, fue reformado en el siglo XVIII con un estilo barroco neoclasicista al que se añadió su característico campanario, ya en el siglo XX. El estanque de Sils ocupaba una extensión cercana a los siete kilómetros cuadrados y desde el siglo XIII sufrió diversos intentos para secarlo, aunque no se consiguió con éxito hasta mediados del siglo XVIII. En los últimos años se ha realizado una importante labor de renaturalización para recuperar el ecosistema original y hoy es una visita obligada para amantes de la naturaleza y el senderismo.
La Iglesia de Sant Romà de Lloret del Mar es un bonito ejemplo del estilo gótico catalán mezclado con la decoración y el diseño modernista que se puso de moda a principios del siglo XX dando como resultado un edificio muy original. También en Lloret se encuentra la Emita de Santa Cristina que fue ampliada y reformada al estilo neoclásico en el siglo XVIII.
La ermita de Sant Pere Sestronques y la Iglesia de Sant Miquel en Anglès, la Iglesia de Sant Feliu de Buixalleu o la parroquia de Santa María de Vidreres son otras visitas recomendadas de esta ruta que abarca un total de 15 puntos de interés y demuestra la importancia que tenía la religión en esta época.
La ruta administrativa y comercial
Cuando los castillos empezaron a perder su utilidad defensiva, a partir del siglo XV, las cortes se fueron trasladando a palacios más cómodos y lujosos. En el caso de los vizcondes de Cabrera mudaron su residencia oficial hasta Blanes, donde durante el último siglo habían ido construyendo un enorme palacio. Fue utilizado hasta el siglo XVII cuando las tropas francesas lo dinamitaron en plena Guerra de los Nueve Años. Hoy se conservan algunos tramos de los muros exteriores y la Iglesia de Santa María que destaca por su bonita decoración interior.
Hostalric asumía las funciones administrativas del señorío y eso explica su rico casco histórico medieval, que se ha conservado en gran medida. Podemos empezar la visita en la imponente Torre dels Frares, que defendía uno de los accesos a la ciudad y a la que se puede acceder en las rutas guiadas. Si nos dirigimos hacia el centro, pasaremos la Plaza dels Bous y nos introduciremos en las bonitas callejuelas que llevan hasta la Iglesia de Santa María del Socorro o el castillo.
En uno de los laterales del centro histórico, podemos pasear por un tramo adaptado de la muralla con sus características torres de vigía. Una opción muy recomendable para conocer Hostalric es reservar la llamada “Visita con Llave” en la que, literalmente, se nos darán las llaves del castillo para que podamos descubrirlo a nuestro aire, mientras vamos abriendo las puertas de las diferentes áreas visitables.
Centros de interpretación del Vizcondado de Cabrera
El Espai Cabrera en Arbúcies es uno de los centros de interpretación que investiga y documenta esta época histórica. Junto al museo histórico y etnográfico, que nos muestra la profunda historia de la región, podemos visitar una exposición dedicada al Vizcondado de Cabrera que incluye reconstrucciones virtuales de algunos monumentos como el castillo de Montsoriu o un cortometraje al más puro estilo de Juego de Tronos.
Con el nombre de Gabella se conocía un antiguo impuesto que gravaba los productos de primera necesidad y, por extensión, también se llamaba así a los almacenes que los protegían. Uno de los que se conservan es el de la localidad de Arbúcies, gracias a que durante el siglo XVIII se convirtió en hostal y más tarde en casa privada. A finales del siglo XX pasó a ser propiedad del Ayuntamiento y actualmente alberga el Museo Etnológico del Montseny.
¿Dónde comer en el Vizcondado de Cabrera?
- – Restaurante Mas Solá en Santa Coloma de Farners: Dentro del complejo del hotel del mismo nombre se esconde este pequeño y bonito restaurante que ofrece los platos más típicos de la gastronomía regional.
- – Restaurante Romaní en Breda: Un restaurante sencillo y familiar al que acude la población local y de alrededores por su rico menú del día y su atención personalizada. Calidad a buen precio.
- – Restaurante Parrufu en Hostalric: Un restaurante muy clásico que apuesta por recetas de temporada con productos de proximidad con el bonito casco medieval de Hostalric como telón de fondo.
- – Restaurante El Sorrall en Blanes: Uno de los restaurantes más conocidos en Blanes que defiende a la perfección la tradición de la gastronomía catalana con vistas al mar.
- – Restaurante Sa Malica – Can Ton: Una de las mejores opciones para tomar un rico plato de arroz es este restaurante situado junto a la pequeña isleta de Sa Palomera con unas vistas inmejorables.
Únete a la conversación