A media hora al norte de la bahía de Algeciras, sobre el manto verde del parque natural de los Alcornocales y a un paso del embalse del Guadarranque, se ubica el Castillo Castellar de la Frontera, una localidad que lleva su milenaria historia inscrita en el nombre: una fortaleza medieval que vigiló durante siglos las fronteras del Campo de Gibraltar. Acompáñanos en este viaje al sur para conocer Castellar de la Frontera, el secreto mejor guardado de la provincia de Cádiz.
Castellar de la Frontera, vigía del Campo de Gibraltar
El municipio de Castellar de la Frontera agrupa, en realidad, tres núcleos de población: Castellar Viejo sobre el promontorio que domina el embalse del Guadarranque, Castellar Nuevo, el pueblo creado en 1971 para alojar a los vecinos desplazados por las obras del embalse a 10 kilómetros al sur del castillo, y La Almoraima, a unos minutos al sur de Castellar Nuevo.
Nuestro recorrido comienza en la zona antigua, en el promontorio en el que se construyó su primitiva fortaleza a lo largo del siglo XIII, en época nazarí. Recordemos que este reino fue el último musulmán en la península llegando a dominar buena parte de la actual Andalucía desde Cádiz hasta Almería. En la provincia de Cádiz, la frontera la marcaban localidades como Arcos de la Frontera, a unos 90 kilómetros al noroeste de Castellar. Y esta es la razón que justifica el esplendor de la fortaleza de esta localidad: controlar una zona de alta tensión bélica entre la Corona de Castilla y el Reino nazarí.
En la propia entrada de la fortaleza, en la que destacan dos torres almenadas, se puede rastrear el estilo arquitectónico de la Alhambra de Granada ya que esta construcción defensiva fue trazada siguiendo los esquemas del célebre palacio andalusí, aunque a menor escala, por supuesto. En el interior de la muralla se ubica el alcázar o palacio de los condes de Castellar, la residencia de los líderes de la fortaleza, hoy restaurado y transformado en hotel.
Y es que esta localidad estuvo cerca de quedar despoblada cuando se terminó la construcción del vecino embalse de Guadarranque, convertido en una de las principales fuentes de agua potable del Campo de Gibraltar con sus 435 hectáreas. Paralela a la construcción del embalse, se edificó un nuevo asentamiento a 10 kilómetros al sur, al que fueron la gran mayoría de los vecinos de la vieja Castellar. Pero a lo largo de los 80 fue repoblado por viajeros extranjeros que mantuvieron vivo el pueblo viejo, revalorizando sus incontestables atractivos culturales.
Además de la propia fortaleza, lo más atractivo de Castellar son sus calles estrechas y sinuosas, mostrando su origen tardomedieval. Son casas encaladas con tejas árabes a una o dos aguas, generalmente de carácter unifamiliar: un tipo de arquitectura popular rural que ha se mantenido vivo gracias a la revalorización del pueblo viejo a partir de esa década de los 80.
Los otros dos lugares que no debemos perdernos en nuestra ruta por Castellar Viejo son la iglesia del Salvador, levantada sobre la mezquita tras la caída de la fortaleza en manos cristianas en el siglo XV y el célebre Balcón de los Amorosos que ofrece una de las mejores vistas del entorno, aunque en origen fuese el lugar desde el que se arrojaban los desperdicios del castillo a la calle.
Dejamos ya Castellar viejo y continuamos ruta hacia el sur para visitar La Almoraima, al sur de Castellar Nuevo. En este entorno se construyó otra torre vigía en época andalusí que pasó a manos cristianas tras el desmantelamiento del Reino nazarí. A principios del siglo XVII se edifica el Convento de San Miguel de La Almoraima, restaurado y transformado ahora también en hotel. Destaca su pintoresco patio interior dominado por una fuente octogonal.
Pero antes de dejar Castellar rumbo al parque natural de los Alcornocales debemos hacer referencia al verdadero origen del asentamiento humano en su entorno que hay que buscarlo en el Paleolítico tal y como parecen sugerir restos de pinturas rupestres como los de la Cueva de las Estrellas. Se localiza en la propia Finca de la Almoraima —una de las más extensas de Andalucía— siendo descubierta en 2014 por un miembro de la Asociación para la Protección del Arte Sureño.
Dentro del conocido como Tajo de las Abejeras, un peñón rocoso de 135 metros de largo, con ancho medio de 50 metros y 30 metros de altura, se encuentran diversas manos en negativo, representación poco común en la pintura rupestre peninsular. Debido a su dificultad de acceso —se ubica a 8 metros de altura, solo pudiendo accederse con sistema de escalada— este tesoro rupestre permanece aún en estudio, además de estar previsto en fechas recientes la apertura de un centro de interpretación.
El entorno de Castellar de la Frontera
Castellar de la Frontera se sitúa en pleno parque natural de los Alcornocales, uno de los más grandes de España conocido gráficamente como ‘la selva del sur’. Y es que no deja de sorprender a muchos viajeros despistados el frondoso verdor que domina todo el entorno de Castellar de la Frontera: más de 160.000 hectáreas de parque en el que abundan los senderos y las rutas tanto a pie como en bicicleta de montaña.
Una buena manera de empezar a conocer este maravilloso entorno natural es recorrer a pie la ruta que conecta el mirador del embalse del Guadarranque con La Almoraina: una ruta circular de 17 kilómetros que discurre por el conocido como sendero de la Mariposa Monarca junto al puente de Los Frailes y el río Guadarranque, y en la que ya podemos apreciar esos alcornoques que dan nombre al parque natural.
Otra sencilla ruta por el entorno de Castellar nos lleva a la conocida como Calzada Dehesa Boyal a lo largo de 6 kilómetros en poco más de dos horas. Se llama ‘calzada’ porque se cree que es un sendero de origen romano: se inicia en la zona de la Venta de Jarandilla entre Castellar Viejo y Castellar Nuevo con unas deliciosas vistas del Campo de Gibraltar pasando luego por el punto de información del parque natural que se halla en Castellar Viejo hasta la denominada Fuente Vieja.
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