“Mujeres opulentas, de porte orgulloso, cabeza bien levantada, mirada altiva (…) voces fuertes y claras, deleitándose de hablar en zapoteco, un aspecto de fuerza y seguridad en sí mismas y una falta asombrosa de inhibición en los comportamientos”. Así describe la antropóloga Marinella Miano Borruso el fuerte carácter y presencia de las mujeres zapotecas, aquellas que inspiraron a Frida Kahlo con sus “vestimentas llamativas con profusión de colores y flores”.
Pertenecientes a una cultura con más de 5000 años de historia, las mujeres zapotecas se han convertido en una referencia de la tradición indígena mexicana del Istmo de Tehuantepec, al sur de México, entre los estados de Oaxaca, Veracruz, Tabasco y Chiapas. En el siguiente artículo descubrimos la tradición de las mujeres zapotecas que Frida Kahlo reivindicó como exponente de la cultura popular mexicana.
Frida Kahlo como mujer zapoteca
En 1943, Frida Kahlo pinta una de sus obras más recordadas: Autorretrato como tehuana. La artista mexicana aparece ataviada con un traje de gala de una zapoteca. Siempre en busca de una identidad enraizada en las tradicionales ancestrales mexicanas, el hecho de que Kahlo escoja justamente este traje no es baladí: se trata de “las más ornamentadas y altivas de los grupos raciales que coexisten en territorio mexicano“, tal y como señala Rosa Moreno en su estudio de la obra.
Para numerosos biógrafos de la artista de Coyoacán, esta obra es uno de los puntos culminantes de su trayectoria artística, de la elaboración de un personaje legendario que encontró en la tradición de las mujeres zapotecas un impulso de identidad, una estética para resaltar su mexicanidad, el “orgullo de sus orígenes raciales”.
“Mi vestido soy yo”, solía decir Kahlo en relación a sus exuberantes atuendos que se terminaron convirtiendo en “las tramas secundarias del drama que fue su existencia”. Su marido Diego Rivera llegó a conservar hasta 300 de estos vestidos de Frida.
Porque para la artista mexicana el atuendo era sinónimo de identidad como lo es para las mujeres zapotecas de Tehuantepec, aquellas que, desde hace décadas, se han erigido no solo en referencia cultural de la historia de México sino en paradigma de la mujer indómita que lidera a su pueblo, de la mujer tenaz que ejerce un papel principal en la sociedad.
Las mujeres zapotecas del Istmo de Tehuantepec
Las primeras referencias a las mujeres zapotecas del Istmo, como indican Águeda Gómez Suárez y la propia Marinella Miano Borruso en su Estudio sobre Dimensiones discursivas de los sistemas de sexo y género entre los indígenas zapotecas del Istmo de Tehuantepec (México), proceden del siglo XVI, poco después de la llegada de los europeos a América. Se las señala como “amazonas matriarcales primitivas”, primera referencia al matriarcado que centra el debate histórico y sociológico en el entorno de Juchitán, epicentro de la cultura zapoteca en el Istmo.
Los historiadores señalan que ya desde esa época colonial existen referencias que aseguran que las mujeres zapotecas ejercían un rol social preponderante viajando por todo el suroeste mexicano hasta Guatemala dedicadas al comercio en una zona como la del Istmo que fue durante siglos un espacio de gran relevancia en las rutas comerciales que conectaban la costa este con el Pacífico.
Con el paso de las décadas, este papel influyente en la sociedad zapoteca se fortaleció desarrollando “relaciones de complementariedad a nivel económico y de reelaboración de la identidad étnica”, al contrario de lo que sucedía en otras culturas ancestrales vecinas en las que la mujer solía ocupar un rol secundario más enfocado hacia las tareas domésticas.
Así, a finales del siglo XIX, hasta un 35% de la población económicamente activa era femenina, un fenómeno similar al que se registraba en el Distrito Federal, un entorno urbano en el que la mujer estaba más incorporada a la vida laboral y social que en los territorios rurales.
En esta preponderancia de la mujer zapoteca en la sociedad juchiteca influyeron dos factores más: la abundancia de familias lideradas por mujeres debido a la ausencia del hombre ya fuese por la guerra o por el comercio a larga distancia y la construcción del ferrocarril que empleó a miles de mujeres y que incorporó a estas a la vida económica.
Este papel de la mujer zapoteca fortaleció esta imagen de mujer comerciante, mujer viajera, fuerte y callejera “a la que se envidia y se teme” hasta el punto de que esta sociedad juchiteca llega a definirse como un matriarcado, extremo que sigue levantando ardorosos debates entre historiadores: en este sentido, el matriarcado sería el resultado de un modelo social civilizador, herencia de los antepasados del periodo prehispánico, de la raza zapoteca, donde las mujeres gozaban de los mismos derechos de los hombres y la diversidad sexual era aceptada, resaltando también el papel de los muxes.
Juchitán, el hogar de las mujeres zapotecas
Ubicada al norte la Laguna Superior, Juchitán es la ciudad oaxaqueña receptora de la tradición ancestral de la cultura zapoteca, una civilización mesoamericana de origen misterioso que se desarrolló en torno a los actuales estados mexicanos de Guerrero, Puebla, Veracruz y la propia Oaxaca.
Fundada en 1480 por tropas del monarca Cosijopí Sicasibí, en una etapa en la que civilización zapoteca se hallaba en decadencia, Juchitán se convirtió en el último bastión zapoteca logrando preservar su autonomía política estableciendo una alianza con los mexicas la cual fue poco después desbaratada por la llegada de los conquistadores europeos.
Con más de 100.000 habitantes, actualmente casi el 75% de los juchitecas hablan zapoteca, manteniendo las tradiciones ancestrales en diversas manifestaciones culturales como las velas, fiestas en las que se rinde homenaje a los santos —especialmente a San Vicente Ferrer, patrón de la ciudad— y en la que las mujeres se visten con esos tradicionales trajes de gala bordados a mano que Frida Kahlo transformó en icono cultural.
Y aunque todavía queda mucho camino por recorrer, las mujeres zapotecas de Juchitán que inspiraron a Frida Kahlo se han convertido en un símbolo para muchas sociedades que aspiran a reforzar la cohesión social con un sistema más igualitario gracias a la “preeminencia y autonomía del papel y de las responsabilidades de las mujeres en los ámbitos económicos y socioculturales”.
Fuentes bibliográficas:
Reina, Leticia. Las mujeres zapotecas del istmo de Tehuantepec – México en el siglo XIX. (2016) Historia del Istmo de Tehuantepec. Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Gómez Suárez, Águeda y Miano Borruso, Marinella. Dimensiones simbólicas sobre el sistema sexo/género entre los indígenas zapotecas del Istmo de Tehuantepec (México). (2006). Gazeta de Antropología. Universidad de Granada.
Miano Borruso, Marinella. Mujeres zapotecas: el enigma del matriarcado, (1998) Ponencia presentada al XIII Congreso Internacional de Ciencias Antropológicas y Etnológicas, México, manuscrito.
Moreno, Rosa. El vestuario en Frida como forma de comunicación social. Memoria y Fotografía. Procesos Históricos. Revista de Historia y Ciencias Sociales, 29, enero-junio, (2016). Universidad de Los Andes, Mérida (Venezuela)
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