El roscón de Reyes es una de las más dulces tradiciones de nuestra Navidad, un bollo de masa azucarada con forma de corona adornado con fruta confitada y que, en algunos casos, incluye crema, nata o chocolate en su interior.
Pero lo más importante del roscón de Reyes son las dos figuras que contiene dentro: un haba y una figurita. Ya sabéis lo que dice la tradición: el que encuentra el haba paga el roscón y quien encuentra la figurita se pone la corona de rey. Pero lo que quizás no sepáis es que para indagar el origen del roscón hay que viajar a la Antigua Roma…
El roscón de Reyes en las Saturnales romanas
En la Roma Antigua también sabían pasarlo bien. Famosas son sus fiestas que eran esperadas con fervor por todo el pueblo. Uno de los eventos más importantes del año eran las Saturnales celebradas a finales de diciembre en honor de Saturno, el dios de la cosecha, la agricultura y el tiempo.
Según señalan los historiadores, estas fiestas fueron introducidas por los gobernantes de la República romana para subir la moral del pueblo tras la dura derrota ante los cartagineses a finales del III a.C. Se trataba de una festividad celebrada oficialmente el 17 de diciembre: un banquete público en torno al templo de Saturno en el Foro romano.
Tanto gustó esta fiesta que el pueblo la extendía en una semana de forma ‘extraoficial’ transformándola en una celebración familiar, tradición que, junto a la fiesta del nacimiento de Apolo (Natalis Solis Invicti) del 25 de diciembre, influyó en los primeros cristianos para dar forma a la Navidad.
Y es aquí donde entra el ‘proto-roscón’. Durante las Saturnales —también conocidas como ‘fiestas de los esclavos’ porque estos solían tener unos días libres—, las familias se hacían regalos y celebraban ágapes entre los que destacaba una torta a base de miel, frutos secos, dátiles e higos.
No sería hasta el siglo III d. C, según diferentes fuentes, cuando se introdujo un haba en el interior del roscón. Pero el que la encontraba no tenía pagar nada, al contrario, era bendecido como ‘rey de reyes’ por unos días recibiendo toda clase de favores de la familia. Así mismo, como símbolo de fertilidad y buena suerte, el haba augura al que la encontrara un año lleno de prosperidad.
El roscón de Reyes en la corte de Luis XV
A pesar de que el cristianismo se fue convirtiendo en la religión dominante de Europa desde el siglo IV d.C., la tradición del roscón no fue instantáneamente asociada a la Navidad. Solo en Francia permaneció arraigada constatándose que, a partir del siglo XI, se desarrolla una tradición conocida como ‘el rey del haba’ —le roi de la fave— que, inspirada en la vieja fiesta del esclavo de Roma, imitaba ahora la cristiana adoración de los Reyes Magos del Niño Jesús.
El conocido como gâteau des roi (pastel del rey) era dividido a partes iguales entre todos los habitantes de una casa, incluyéndose a los sirvientes. Quien encontrara el haba en su pedazo de pastel era coronado como rey y durante el desarrollo de la fiesta presidía el ágape bebiendo y comiendo lo que se le antojase.
Sería en la corte de Luis XV, que heredó el trono de su bisabuelo, el célebre Luis XIV o Rey Sol, cuando se añade un elemento al roscón de Reyes: fue un cocinero el que introdujo una moneda de oro para sorprender al pequeño Luis XV. No hay que olvidar que alcanzó el trono con solo 5 años debido a la muerte de su abuelo y su padre. Fue así como la moneda fue sustituyendo la función que hasta ese momento ejercía el haba.
Tal era la asociación del roscón con la realeza que fue prohibida tras la caída de Luis XVI por considerarse ‘antirrevolucionario’: aquellos que compraran un roscón querían conservar una tradición supersticiosa en nombre de déspotas reales. Con la Restauración a partir de 1815, el roscón de Reyes dejó ser amenazado con la guillotina.
El roscón de Reyes en España
Fue la corte de Felipe V, nieto del Rey Sol y primer rey Borbón en España, la que asentaría la tradición de la moneda en el roscón pasando el haba a representar un ‘castigo’: el que encontraba el haba pasaba a ser el ‘tonto del haba’, origen, según algunas fuentes, de ese popular y castizo insulto: ‘tontolaba’.
De cualquier forma, y aunque existen algunos documentos navarros que hablan de una tradición llamada el ‘rey de la faba’ en el siglo XIV, no sería hasta el XIX cuando el roscón de Reyes vuelve a irrumpir con fuerza en las tradiciones populares españolas, más allá de la corte real.
En un artículo del periódico La Época de 1889 se hace una larga mención a la torta del Rey, un postre conocido como gâteaux des rois “indispensable en Francia y cuyas escondidas habas designarán como reyes de la fiesta a los felices mortales a quienes la suerte otorgue la fortuna de su posesión”. Como vemos, el haba volvía a ser sinónimo de buena suerte.
En otro artículo, en este caso del madrileño El Fígaro publicado en 1919, se señala como la popular pastelería La Mallorquina habría traído un pastelero francés décadas atrás para lanzar por primera vez en Madrid los gâteaux des rois donde sí se cita ya la aparición del “diminuto muñeco de porcelana”.
Para principios de siglo XX, y al calor de la consolidación en España de la celebración del 6 de enero como fiesta en la que los Reyes obsequian con regalos a todos los niños, el roscón es ya una tradición plenamente arraigada tal y como muestra la receta de Adolfo Solichón, antiguo repostero de La Casa Real, en su libro de 1906 El Arte Culinario: a la harina, huevo, azúcar y levadura, se añaden las rodajas de fruta confitada.
Pero no solo en España se mantiene la tradición del roscón. En Portugal, se conoce como Bolo Rei y también tiene existen versiones mexicanas, colombianas o argentinas cambiando algunos ingredientes. Así que ya sabes, cuando este 6 de enero comiences a degustar tu pedazo de roscón de Reyes, ya tienes una insólita historia que contar a toda la familia… con permiso del cuñado, que seguro que ya la conoce.
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