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Indispensable en la mayoría de las casas cuando hay algún tipo de celebración familiar, como cumpleaños, aniversarios o navidades, el cava es una de las bebidas más emblemáticas de la península ibérica y siempre suele estar presente en nuestras mesas.

Pero ¿te has preguntado alguna vez cómo ha llegado a ser esto así? ¿Hasta dónde se remontan los tiempos en los que se empezó a descorchar una botella y ver correr las burbujas con alegría? Echamos la vista atrás para hallar la respuesta y contarte la historia del cava catalán.

El vino del diablo

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Fuente: Pixabay/josemdelaa

El denominado vino del diablo es el antecedente histórico de nuestro cava. Aquel era un vino procedente de la región francesa de Champaña. Surgió durante la primera mitad del siglo XVII, cuando se comenzó a embotellar el vino al finalizar la primera fermentación, para conservar por más tiempo los aromas en los caldos que se caracterizaban por graduaciones bajas. Pero ante la sorpresa de los bodegueros, cuando aquello sucedía, comenzaban a aparecer las burbujas. Como consecuencia, las botellas o bien explotaban o bien sus corchos salían disparados. Por ese motivo, comenzaron a denominarlo «el vino del diablo».

Décadas después, un monje de la abadía de Hautvillers, llamado Pierre Pérignon, comenzó a seleccionar distintas variedades de uvas y a usar botellas más gruesas y corchos con grapas metálicas para mejorar el proceso de elaboración y conseguir que aguantaran la presión. Así surgió el método champañés (méthode champenoise) y el mítico champán, el que sería la inspiración de otros vinos espumosos que surgieron luego, como el cava.

Champanes catalanes

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Fuente: Pixabay/matejtomazin0

Fue en el siglo XIX cuando Luis Justo y Villanueva, un ingeniero que por aquel entonces era el director del Instituto Agrícola Catalán de San Isidro, propició la utilización del método champañés para elaborar un vino espumoso con las uvas del Penedés. Aquellas primeras añadas se bautizaron como Champán de Reus y tuvieron su presentación oficial en la Exposición Universal de París en el año 1867.

Cinco años después, en Sant Sadurní d’Anoia, se elaboraron las primeras botellas de cava siguiendo un método tradicional con variedades de uvas tintas, y las bodegas que se dedicaron a ello siguieron aumentando. Así fue como la localidad terminó conociéndose como la Capital del Cava. A finales del siglo XIX, una plaga de filoxera arrasó los viñedos del Penedés y, como consecuencia, comenzaron a utilizarse también otras variedades de uvas blancas.

Codorníu y Freixenet

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Fuente: Wikimedia/LimoWreck CC BY-SA 3.0

El primero en elaborar las botellas de cava en Sant Sandurní d’Anoia fue Josep Raventós, descendiente de Jaume Codorníu que llevaba tiempo ya dedicándose a la actividad vitivinícola. Y en 1898 Manuel Raventós organizó un concurso de carteles para popularizar los cavas. Fueron muchos los artistas modernistas que participaron en la iniciativa y solo un augurio de la importancia que alcanzarían.

Las nuevas cavas de la empresa, un excepcional ejemplo de modernismo, se terminaron de construir en 1915 y, seis décadas después, fueron declaradas Monumento Histórico-Artístico Nacional. Es posible realizar una visita a las cavas Codorníu que incluye copa de bienvenida, degustación y recorrido por los edificios modernistas.

A principios del siglo XX también nacieron las cavas Freixenet, cuyo primer vino espumoso fue lanzado en 1914. Siendo ya una empresa consolidada, pusieron a la venta en 1941 la mítica botella dorada de Carta Nevada, protagonista de los anuncios de Navidad que, año tras año, nos recuerda la llegada de las fiestas en la televisión. Y ya en la década de los setenta se comenzó a vender la otra enseña de la casa: Cordón Negro. A 20 metros bajo tierra todavía se conserva la cava histórica de 1922 y, junto a ella, los laboratorios más modernos.

Es posible visitar las bodegas Freixenet a través de diversas visitas guiadas para conocer el método de elaboración del cava, degustarlo y descender hasta la cava histórica. También organizan catas y actividades gastronómicas entre su variada oferta de enoturismo.

Otros pioneros del cava

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Fuente: Pixabay/Antociano

Fueron numerosas las cavas que fueron surgiendo en la zona, además de las de Codorníu y Freixenet. Así sucede con Cava Varias, que tiene su origen en 1918, cuando la familia Miró fundó sus cavas en Sant Sadurní d’Anoia, y una década después el arquitecto César Martinell, uno de los discípulos de Antoni Gaudí, finalizó la construcción de las bodegas y el palacete modernista.

Por su parte, el primer champán de Cavas Mestres se comercializó durante la Navidad de 1928. Fue esta otra empresa vitivinícola de carácter familiar la que lanzó al mercado el primer Brut Nature en el año 1945: el Coquet Visol Triple Seco, que carecía por completo de azúcar. Unos años después quedaba registrado en la oficina de Patentes y Marcas. De hecho, fue Josep Mestres uno de los principales promotores de la denominación «cava» durante la década de los cincuenta. Tanto es así que, en 1960, salió a la venta el primer espumoso con la palabra cava en su etiqueta. También puedes visitar las Cavas Mestres, conocer la bodega original y disfrutar de una buena cata.

Nacimiento de la marca Cava

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Fuente: Pixabay/NickyPe

En las primeras décadas del siglo XX, la acogida del cava por parte de los consumidores fue espectacular. Su consumo se consolidó por todo el país, y luego comenzó a exportarse a otros países como Reino Unido. Pero curiosamente, hasta entonces, este vino espumoso catalán se comercializaba como champagne, lo cual puso en pie de guerra a los productores franceses, de manera tal que nos recuerda a lo sucedido con el vino azul en nuestro país.

El caso es que los franceses llevaron el asunto a los tribunales para que se dejara de usar tal nombre en las botellas de los vinos catalanes, ya que se trataba de una denominación protegida. Al final, se constituyó en España el Consejo Regulador de los Vinos Espumosos y se lanzó en el año 1972 la marca cava como denominación oficial, de modo que se resolvió el problema.

En los años ochenta, las ventas continuaron incrementándose y fue necesario determinar las regiones de producción que, en la actualidad, comprenden 136 municipios de Cataluña, 23 municipios de La Rioja y 2 municipios de Aragón. Si en estas fiestas brindas con una copa de cava, recuerda que lo haces con una bebida centenaria con mucha historia.