París tiene el Arco de Triunfo, Berlín la Puerta de Brandenburgo y Madrid su Puerta de Alcalá. Los tres monumentos comparten un carácter simbólico y nacionalista, habiéndose convertido en uno de sus imperdibles turísticos. Pero lo que muchos viajeros no saben es que la Puerta de Alcalá es precursora de otros monumentos similares, contribuyendo de forma decisiva a la aceptación del Neoclasicismo como el mejor aliado de los estados europeos en su larga campaña por reafirmar una narrativa nacionalista a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.
Para entender la importancia histórica de la Puerta de Alcalá nos tenemos que trasladar a los orígenes mismos de la ciudad de Madrid. Las puertas de entrada de las ciudades eran elementos claves desde un punto de vista defensivo. Hay que considerar la presencia de murallas, construcciones habituales en los pueblos y las ciudades para proteger a los habitantes de la amenaza exterior. Estas murallas debían contar con puertas que permitiesen entrar y salir a los ciudadanos.
La historia de Madrid cambia radicalmente desde el siglo XVI con el reinado de Felipe II, experimentando un significativo aumento demográfico. La planta de la ciudad heredada del Medievo se queda pequeña. Se genera una nueva cerca alrededor del perímetro ampliado de la ciudad edificándose nuevas puertas, entre ellas Toledo, Atocha, Segovia… y Alcalá.
Efectivamente, la actual Puerta de Alcalá construida en el último tercio del XVIII no es la primera puerta de Alcalá. Cuando en 1759 Carlos III entra en Madrid procedente de Nápoles para tomar el trono de España, lo hace cruzando la antigua Puerta de Alcalá. No le gusta y la manda derribar. Quiere algo más monumental y adaptado al gusto de la época: un gusto más refinado que no quiere saber nada del exuberante Barroco español apostando por un estilo más sobrio que hunde sus raíces en la estética romana.
Las dos caras de la Puerta de Alcalá
Carlos III tenía numerosos planes para la ciudad de Madrid. Quería una ciudad moderna en la línea de lo que se estaba haciendo en las grandes urbes europeas. Entre sus grandes proyectos iniciales estaba esta entrada monumental a la ciudad de Madrid para los viajeros que venían del oriente, procedentes, entre otros lugares, de Aragón, Cataluña o Francia. Ya no se trataba tanto de defender la ciudad, sino de ofrecer un proscenio simbólico para todo aquel que entrara en la ciudad de Madrid por el este, si bien es cierto que hasta 1869, fecha de remodelación de la plaza, siguió existiendo la cerca a ambos lados de la puerta que marcaban el límite de la ciudad.
La corte de Carlos III organizó un concurso de proyectos al que se presentaron varias propuestas, entre ellas una de Ventura Rodríguez, diseñador de la celebérrima Fuente de Cibeles. Pero fue el siciliano Francesco Sabatini —también encargado de terminar el Palacio Real— el que logró ganar el concurso con un proyecto doble, lo que supuso, a la postre, una de los rasgos más curiosos de la actual Puerta de Alcalá.
Y es que Sabatini presentó un proyecto con dos acabados distintos. Cuenta la leyenda que Carlos III aprobó el proyecto presentado por el arquitecto italiano sin caer en la cuenta de que se trataba de dos soluciones distintas. Finalmente Sabatini decidió combinar ambas… para evitar contradecir al Rey. Pero también es probable que fuese el propio Carlos III el que aconsejó esta fusión de ambos acabados. Sea como fuere, la Puerta de Alcalá tiene tiene dos caras distintas.
Si bien su estructura es idéntica, con cinco vanos por lado, —los tres centrales de medio punto y los laterales con forma adintelada— el acabado, el programa iconográfico y los escultores son diferentes en ambos lados. Entre otros detalles, la fachada oeste que da a la Plaza de Cibeles tiene un entablamento apoyado en pilastras jónicas —de sección rectangular— con dos columnas jónicas flanqueando el vano central. Por su parte, la fachada este que da al Retiro apoya su entablamento en columnas adosadas —de sección circular— también de orden jónico.
Si nos fijamos en las esculturas que coronan ambas fachadas también percibiremos las diferencias. En la fachada este, con piezas ejecutadas por el escultor Francisco Gutiérrez, destacan los mascarones, las guirnaldas, el escudo real central sostenido por la figura de la Fama y un niño, y los cuatro niños que coronan el entablamento y que son alegorías de las cuatro virtudes cardinales. En la fachada de Cibeles, con esculturas del francés Roberto Michel, encontramos relieves de cornucopias y trofeos militares con seis armaduras y cascos vacíos coronando tanto el entablamento como el frontón.
Proyectiles, Stalin y la MTV
Tras casi diez años, la puerta de Alcalá se inaugura en 1778 convirtiéndose rápidamente en un símbolo de la ciudad, siendo descrito en numerosos libros de viajes, una vez que a partir del siglo XIX España se convierte en un destino para muchos viajeros románticos, generalmente procedentes de Europa central y septentrional.
En sus casi 250 años de existencia la Puerta de Alcalá ha sido el centro de diversos hechos significativos. En 1823, por ejemplo, su piedra blanca de Colmenar sufrió el impacto de los proyectiles lanzados por los Cien Mil Hijos de San Luis, aquel ejército francés con voluntarios españoles que repuso en el trono a Fernando VII. Estos impactos todavía se pueden observar en diferentes zonas de la puerta.
En 1869 se inicia una gran renovación urbanística, derribando la cerca que constreñía la expansión de la capital. Es la primera de las cinco restauraciones que vive la Puerta de Alcalá desde aquel entonces. Más adelante, durante la Guerra Civil, la puerta se erige en un símbolo para ambos bandos. Los Republicanos llegan incluso a decorar la puerta con símbolos soviéticos —entre ellos un enorme cartel de Stalin— para conmemorar en octubre de 1937 el 20º aniversario de la Revolución rusa.
Mucho más tarde, en 1992, la Puerta de Alcalá cambia su cubierta de plomo y, mientras duran los trabajos, se cubre su superficie con una lona con dibujos del artista Mingote. Y en 2010, el ayuntamiento llega a un acuerdo con la MTV para que la Puerta de Alcalá sea el escenario de los MTV Awards.
A día de hoy, la Puerta de Alcalá sigue siendo uno de los grandes hitos turísticos de la capital de España. No hay excursión que no incluya una visita a la plaza de la Independencia para tomar unas fotos del (doble) proyecto de Sabatini. Pero más allá de su fama, se trata de un monumento con una notable trascendencia histórico-artística.
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